La Fiscalía pide tres años de cárcel a un hombre por acosar y amenazar a Paula Bonet
La Fiscalía de Barcelona pide tres años de cárcel para V.G., el hombre acusado de acosar a la artista Paula Bonet. El escrito de acusación del Ministerio Público expone los sucesivos actos de hostigamiento y amenazas a los que el procesado ha sometido a la escritora e ilustradora durante los últimos tres años, tanto físicamente como a través de las redes, y que no cesaron ni durante el confinamiento ni pese a las órdenes de alejamiento que la Justicia dictó contra él. La acusación particular de Bonet, que ejerce la letrada Carla Vall, eleva la pena solicitada a los cuatro años de prisión.
El fiscal solicita para el acusado dos años de prisión por coacciones; uno por amenazas; y una multa de 4.800 euros por delito continuado de quebrantamiento de las órdenes de alejamiento dictadas durante la instrucción del caso. También le reclama una indemnización de 10.000 euros por el daño moral inflingido a Bonet. El juicio se celebrará en los próximos días ante un juzgado de lo Penal de Barcelona.
El acusado espera en libertad el momento de sentarse en el banquillo. Pese a haber roto por dos veces las órdenes de alejamiento y prohibición de comunicación con Bonet que le impuso la jueza de instrucción, lo que por dos veces le valió su ingreso en prisión preventiva, la Audiencia de Barcelona decretó la inmediata puesta en libertad del acusado el pasado 15 de junio. La Fiscalía y la acusación que ejerce Bonet eran partidarias de mantener entre rejas al acusado hasta el juicio. La artista solicita cuatro años de cárcel para su acosador.
En cambio los magistrados de la sección 10ª atendieron el recurso de la defensa del acusado y ordenaron su libertad al considerar “endebles” los riesgos de fuga y de reiteración delictiva de V.G. en su acoso a Bonet. Al no enfrentarse el acusado a “penas elevadas”, a juicio de los togados, es suficiente con que espere el juicio en libertad, sin pasaporte, obligado a firmar en el juzgado cada 15 días y con la prohibición de comunicarse y acercarse a Bonet. Es decir, la misma prohibición que V.G. ya desobedeció en el pasado y que le supuso pasar casi 10 meses en prisión provisional.
Según los jueces, el riesgo de que V.G. vuelva a acosar a Bonet recuperada la libertad “se ve disminuido” simplemente por no tener antecedentes penales “que permitan inferir que se dedica a la comisión de ilícitos penales”. La artista se ha visto obligada a cancelar su agenda pública tras la puesta en libertad de su acosador.
La Fiscalía sitúa el inicio del acoso físico en julio de 2019. V.G., señala el fiscal, “empezó a acechar” a Bonet acudiendo al local donde trabajaba como escritora, pintora e ilustradora y en el que impartía clases de cerámica y pintura. Un día se presentó en el taller y verbalizó su interés en “conocer y abrazar” a la artista, que le pidió que se marchara, ante lo que el acusado reaccionó “abrazándola de forma súbita y sorpresiva”, remarca el fiscal, hasta que Bonet consiguió que saliera del local.
A partir de ese día, continúa el Ministerio Público, V.G. regresó al taller en varias ocasiones, hasta el punto de que un día golpeó el cristal del establecimiento, y levantó y bajó la persiana mientras preguntaba y miraba a la artista. Pasó delante del taller toda la mañana y no se marchó hasta que los Mossos d'Esquadra le convencieron para que lo hiciera.
En paralelo al acoso físico en su lugar de trabajo, V.G. también hostigó a Bonet en eventos y actos públicos como presentaciones de libros o exposiciones. El hostigamiento, abundan las acusaciones pública y particular de la artista, también se produjo a través de correos electrónicos y mensajes por las redes sociales.
Solo el confinamiento obligado por la pandemia de la COVID-19 interrumpió el acoso físico, pero no el realizado a través de las redes. El fiscal relata varios mensajes de V.G. “de contenido inconexo, inquietante y perturbador” enviados a Bonet durante el primer estado de alarma, que son “reveladores de su obsesión por ella y de su pretensión de mantener una relación amoroso–afectiva”.
Tras levantarse el estado de alarma, V.G. retomó su “hostigamiento” en el taller de Bonet y lo aumentó de intensidad, según el fiscal: el acusado dejó pequeños mensajes u objetos en el local con la intención de “hacer saber” a la artista “que seguía controlando su entorno y sus movimientos”. La acusación de Bonet expone que estas “pistas macabras” turbaron todavía más el estado de ánimo de la artista.
Entre los objetos que dejó V.G. en el taller de la artista mencionados en los escritos de acusación, destacan un blog de notas con poemas, una foto del propio acusado y un sobre que llevaba escrito su nombre y la expresión “el violador”, que en su interior contenía un muñeco de plástico en forma de anguila cortado en trocitos, en alusión a uno de los proyectos artísticos de Bonet.
Del acoso a las amenazas
En septiembre de 2020, continúa el fiscal, V.G. “redobló su asedio” al local de Bonet. Tocaba al timbre, preguntaba por la artista a sus alumnas y manipulaba la persiana. En este punto además, remarcan las acusaciones, V.G. sumó las amenazas al acoso físico. En un hilo de mensajes en Twitter dirigido a Bonet, que le valió su primera orden de alejamiento, escribió: “Más te vale no volver a pisar mi ciudad porque como me cruce contigo voy a estrangularte y descuartizarte para complacer a todos los miserables vagabundos que habitan las calles de Barcelona. Verás qué festín, dejaré los ojos para lo último y me guardaré los pezones en una fiambrera para mi propio disfrute […] Si lo prefieres puedes suplicar clemencia a este violador, torturador y psicópata; solamente serás violada hasta tener tu tercer y último aborto tras padecer una paliza eterna”.
El fiscal destaca que la “presión” provocada por la “continua presencia” del acusado en el lugar de trabajo de Bonet y el temor de que el mensaje pudiera suponer un atentado contra su integridad física provocó una alteración de la estabilidad emocional y laboral de la artista: tuvo que anular actos públicos y cambiar de local y hábitos de trabajo. La acusación de Bonet, que ejerce la letrada Carla Vall, incide en que el acoso “impactó en el bienestar emocional y psicológico” de la artista.
La vida de Bonet cambió por culpa de su acosador: de ir en metro o bici Bonet pasó a ir en coche o taxi, y se vio obligada a adoptar medidas de seguridad en su vida diaria –como cámaras, un botón del pánico o un espray de pimienta en la entrada de su nuevo taller–.
Pese a que desde septiembre de 2020 ya tenía la primera orden de alejamiento, solo un mes después V.G. publicó de nuevo en Twitter mensajes “denigrantes” contra Bonet. En noviembre irrumpió en una charla organizada a través de Instragram Live y profirió “expresiones humillantes” contra la artista, abunda el fiscal. Y en diciembre escribió un correo a Bonet para participar en uno de sus talleres pese a la prohibición judicial. El 23 de diciembre ingresó en prisión preventiva, de la que salió el 26 de febrero de 2021.
Medio año después, y con la orden de alejamiento todavía en vigor, V.G. se presentó de nuevo en el taller de Bonet. Como la artista no estaba allí, el fiscal explica que el acusado preguntó a varias alumnas dónde estaba, y permaneció en los aledaño del local con un ramo de flores, llamando a la puerta de vez en cuando. Hasta que no llegaron los Mossos pasadas las 22:00h., no se marchó. Pero volvió de madrugada, con Bonet ya en el local, y, según el fiscal, “se agarró con ambos manos a las rajas, trataba de asomarse por el resquicio de una ventana y reclamaba hablar” con la artista. El 5 de octubre ingresó de nuevo en prisión preventiva, que abandonó el pasado 15 de junio.
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