En la frontera entre l’Hospitalet y Barcelona, la única ciudad aislada de España: “Es absurdo no poder ver a mis padres”
Una pareja cruza la calle Riera Blanca. Si no se dirigen al trabajo, y por sus andares relajados nada parece indicarlo, están infringiendo las normativas del confinamiento. “Es que vivimos en el barrio más denso de Europa, ¿lo sabías? Aquí no hay zonas verdes para pasear”, se excusan Ricard Bonilla y su mujer, ambos jubilados, tras salvar la frontera invisible que separa l'Hospitalet de Llobregat, que pertenece a la Región Metropolitana Sur, de Barcelona, hoy una región sanitaria en sí misma y la única ciudad española de la que no se puede salir si no es por motivos laborales.
Todo el área metropolitana de Barcelona se ha despertado este lunes en fase 1, pero con la actual división territorial por regiones sanitarias sigue prohibido cruzar de acera en Riera Blanca. Al menos sobre el papel, puesto que esta mañana eran muchos los que atravesaban la calle a lo largo de sus 10 kilómetros, que van desde el Camp Nou hasta la Ciutat de la Justícia. Lo hacían básicamente para ir a pasear o a comprar, puesto que el barrio de Sants de Barcelona tiene más zonas peatonales y más comercios que l’Hospitalet, de calles más estrechas y con una cantidad de población por kilómetro cuadrado sin comparación en todo el continente.
“Es un poco extraño que no se pueda ir de un lado al otro, la verdad, porque mucha gente ni siquiera sabe que esto divide las dos ciudades”, explica Bonilla, que con su mujer, ambos jubilados, viven justo encima de una calle Riera Blanca, cuyo nombre y trayectoria ondulante dan una pista sobre su origen: es el antiguo cauce de un torrente que nacía allá por Collserola y que desde la Edad Medieval sirvió de separación natural entre los núcleos habitados de Santa Eulàlia de Provençana, hoy l'Hospitalet, y Santa Maria de Sants, hoy Barcelona.
Hace décadas que no hay rastro del viejo torrente. Durante el siglo XIX florecieron industrias a su alrededor, acabó cubierto de asfalto y hoy la separación es poco más que una condición administrativa. Aunque esto no es baladí para David, encargado del taller de chapa y pintura G. Q., en la orilla de l'Hospitalet. “Si aparcas en la acera de Barcelona, el coche no dura ni 30 minutos; si aparcas en la nuestra, se puede estar aquí dos meses”, comenta. Por lo demás, y pese a las normas, ellos tienen abierto desde hace días y les han llegado clientes de ambas ciudades.
Lo mismo espera para su negocio Ferran Verdú, cuya familia ostenta desde hace más de 30 años la propiedad del bar Granja. Este lunes es el primer día que abren con algunos taburetes en la puerta, a la espera de que el Ayuntamiento de Barcelona les conceda la licencia exprés para colocar una terraza en algún punto de la calzada. “Lo de la división lo he escuchado en la radio, pero creo que la gente sigue cruzando como suele hacer siempre”, sostiene. Él calcula que su clientela es 50% barcelonesa y 50% hospitalense. “Supongo que seguirá así estos días”, comenta.
A la mayoría de vecinos y transeúntes les parece algo curioso y sobre todo absurdo que no se pueda ir de una ciudad a otra. Incluso injusto, si se coge el caso de Núria, que vive en l'Hospitalet y hace más de dos meses que no ve a su familia, que está en el barrio barcelonés de Les Corts, a menos de 20 minutos andando. “Hoy hablaba con una amiga de Viladecans y comentábamos que la podré ver antes a ella que a mis padres. Es absurdo”, lamenta. Viladecans está a 15 kilómetros de l'Hospitalet, pero en su misma región sanitaria, con lo que la movilidad está permitida.
La situación, sin embargo, podría dar un giro en los próximos días. El Departamento de Salud de la Generalitat ha mantenido conversaciones con los municipios metropolitanos, incluida Barcelona, y ha decidido finalmente proponer que se unifiquen las regiones sanitarias Metropolitana Norte, Metropolitana Sur y Barcelona a partir del próximo lunes. “¿Hay incoherencias en lo de las fases? Sí. ¿Mucha gente ve incoherente poder ir a una terraza en la otra punta de tu región sanitaria y no ver a un familiar de otra región? Sí”, reconocía este mismo lunes la consellera de Salud, Alba Vergés, en Catalunya Ràdio.
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, había pedido también a la Generalitat este lunes que levantase las restricciones de movimientos entre ciudades como muy tarde a partir de la próxima semana. Igual que la totalidad de los alcaldes socialistas del área metropolitana, que enviaron una carta al Govern pidiendo unificar toda la región, Colau considera “lógico” que se haga “cuanto antes mejor”.
Para Manuel Rois, la apuesta por las regiones sanitarias como unidad territorial durante la desescalada fue una “contramedida” de la Generalitat para confrontar la postura del Gobierno central, que apostaba por las provincias. “Yo al menos lo veo así”, comenta. Él ha tenido suerte, porque vive en Barcelona igual que su hermana y sus padres, lo que ha permitido que hoy se puedan reunir en la terraza de un bar, la cafetería 365, sin necesidad de desoír lo que dicta el BOE.
“A mi me parece mal, la verdad. ¿Qué diferencia puede haber entre una acera y la otra? Entre ciudades más separadas, todavía”, valora. La mesa que ocupan está situada en la esquina de Riera Blanca con la calle Constitució. El mismo cruce en el que se ubicó durante años el fielato, la caseta de cobro municipal de impuestos sobre mercancías. Duró hasta los años 50 e incluso 60. Pero muy pocos se acuerdan ya. A esta familia lo único que le preocupa es que ir avanzando de fase hasta que sus padres puedan viajar a Galicia, donde pasan desde mayo a octubre. “Al paso que va Barcelona... A ver en julio”, cruza los dedos Manuel.
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