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La fundación Arrels se plantea proporcionar vivienda permanente a los sin techo

Un hombre con dos colchones en el centro de Barcelona . / Edu Bayer

Cristina Palomar

Barcelona —

Después de 28 años ayudando a las personas sin techo, la fundación Arrels está estudiando cómo aplicar en Barcelona un nuevo modelo de atención social que supone una ruptura total con el protocolo seguido hasta ahora. Se trata del HousingFirst, un programa que tiene como punto de partida dotar a la persona que deja la calle de una vivienda individual, permanente y adecuada a sus necesidades. Este modelo, aplicado en Estados Unidos desde hace veinte años y recientemente importado a Europa, mejora la calidad de vida y la salud de los beneficiarios, y reduce el gasto de las entidades sociales y de la administración.

Hasta ahora, el procedimiento habitual que sigue una persona que lleva años durmiendo en la calle es muy paternalista y no todo el mundo lo acepta. Primero se pasa de la calle al albergue, del albergue al alojamiento temporal y, finalmente como premio se llega a un piso –casi siempre compartido- de forma permanente. Este difícil camino de reconstrucción personal puede alargarse durante muchos años, supone una gran inversión económica y no siempre funciona, ya que muchas veces el afectado arrastra problemas de alcoholismo o mentales que hacen todavía más difícil su reinserción social.

En los veinte años de aplicación en la ciudad de Nueva York, el modelo HousingFirst ha demostrado ser la iniciativa más efectiva para recuperar a personas en una situación de abandono cronificada. Al tener un piso propio, la persona se siente más autónoma y se estabiliza, necesita menos atención sanitaria y es capaz de establecer vínculos emocionales e, incluso, de encontrar trabajo con más facilidad. Las tres condiciones exigidas para entrar en este programa son aportar el 30% de los ingresos como alquiler, respetar la convivencia vecinal y aceptar la visita de un equipo de apoyo una vez a la semana.

Desde el año 2011, la Comisión Europea está promoviendo la implantación de este modelo en algunas ciudades europeas al considerarlo un “elemento clave de las estrategias integradas para atender a personas sin techo”. Ciudades como Amsterdam, Copenhagen, Lisboa, Budapest y Glasgow ya se benefician de las ayudas comunitarias para aplicarlo mientras que otros países europeos, como Alemania, Francia, Irlanda y Bélgica, están desarrollando experiencias similares por su cuenta. En el caso de España, no se conoce ninguna iniciativa parecida.

En Barcelona hay unas 900 personas viviendo en la calle, según datos de Arrels. De éstas, 300 lo hacen desde hace muchos años y se encuentran en una situación vital muy deteriorada. Según la entidad, éste es precisamente el perfil que se podría beneficiar del HousingFirst. Hechos los cálculos, sale que alojarlos en este tipo de viviendas costaría unos 3 millones de euros, unos 10.000 euros por persona y año. Con este dinero es pagaría el alquiler, los suministros y el equipo de apoyo.

Arrels trabaja desde hace meses para aplicar el nuevo modelo y el mes de diciembre pasado viajó a Lisboa para conocer de primera mano la iniciativa Casas Primeiro. Sin embargo, los retos a superar no son fáciles empezando por el cambio de mentalidad que han de hacer las entidades sociales, los recursos disponibles y los precios de la vivienda. Para el director de Arrels, Ferran Busquets, está claro que la iniciativa funciona y que se ha de aplicar. “Es un modelo basado en el derecho a una vivienda digna, este es el primer paso, y supone un gran ahorro no sólo para nuestra fundación, sino para toda la sociedad porque se reducen los equipos profesionales, las urgencias hospitalarias y los ingresos en prisión”, remarca.

Busquets destaca el buen grado de aceptación que el HousingFirst ha tenido entre los equipos de profesionales y voluntarios que trabajan en Arrels. “Nos habíamos dado de margen este 2014 para explicar el proyecto, pero todo ha ido mucho más rápido y todo el mundo lo ve muy beneficioso”, explica. Superado el primer problema, ahora queda abordar como conseguir los recursos suficientes para disponer de una bolsa de pisos en condiciones. “Esto será más complicado y nos hace ver el proyecto a medio plazo”, admite el director de Arrels. En cualquier caso, su apuesta no pasa solamente por los pisos sociales, sino por priorizar el mercado privado. “Queremos evitar los guetos”, concluye.

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