Josep Rull, un pata negra convergente encarcelado por el 1-O para presidir un Parlament sin mayoría independentista
Josep Rull, uno de los integrantes del Govern de la Generalitat que fue a la cárcel por el procés, es el nuevo presidente de un Parlament de Catalunya que, por primera vez en décadas, no tiene una mayoría nacionalista. Con los votos de ERC y CUP, el número 3 de la lista de Junts accede al máximo cargo de la Cámara, desde donde deberá decidir, de entrada, si es Salvador Illa el que se postula a la investidura o si es el líder de su partido, Carles Puigdemont.
Nacido en Terrassa, en 1968, pocos políticos en activo representan como Rull el viraje de la vieja Convergència hacia posiciones independentistas. Fue un adolescente con el póster de Jordi Pujol en la habitación, según le gusta recordar, y desde su entrada en las juventudes del partido, con 16 años, empezó a progresar de la mano de la generación más soberanista que capitaneaba su amigo Oriol Pujol.
De la mano del hijo de Pujol le llegó, de hecho, el salto a la primera línea del partido. Antes había liderado CiU en el Ayuntamiento de Terrassa y había sido diputado en el Parlament desde 1997. Pero en 2014, con la salida de Oriol Pujol por el caso ITV, Artur Mas le designó como coordinador de CDC.
Valorado por su experiencia en políticas de infraestructuras, en las que se especializó como diputado, Rull fue reclutado por Puigdemont para integrar el Govern como conseller de Territorio y Sostenibilidad, cargo que ocupó durante el octubre de 2017 y por el que cumplió condena de cárcel hasta su indulto en 2021. El Tribunal Supremo le condenó a 10 años y medio por sedición por –entre otras razones– haber impedido que atracase en Palamós un barco donde iban a alojarse agentes de policía.
Rull, de los pocos consellers que acudió a su puesto de trabajo el día que se aplicaba el artículo 155, entró en prisión distanciado de otro de los hombres fuertes del partido, Jordi Turull, hoy secretario general de Junts. Pero ambas figuras recondujeron su relación y han sido piezas clave en la construcción del actual partido que lidera Carles Puigdemont.
Alejado de las cuitas internas de Junts, Rull conserva un notable ascendiente sobre los distintos sectores del partido. De la confianza de Puigdemont, aunque no sea de su círculo más íntimo, su trayectoria y sus tablas como parlamentario le valieron para que no solo le auparan al número 3 de Junts el pasado 12M, sino para asumir el liderazgo en los debates electorales en ausencia del expresident.
Su condición –a ojos del independentismo– de represaliado político por el procés le ha convertido en el candidato ideal de Junts, hoy fuerza mayoritaria en este espacio, para una Mesa del Parlament “antirrepresiva”. Buen conocedor del funcionamiento de este organismo de la Cámara, puesto que en el pasado la integró como secretario, ahora desde la presidencia deberá conducir una legislatura en la que el soberanismo no tendrá mayoría, y cuya principal incógnita sigue siendo quién será el president.
Si lo acaba siendo el socialista Salvador Illa, el que tiene más opciones –Puigdemont no renuncia a ello, pero no tiene mayoría posible–, sería la primera vez en mucho tiempo que el presidente del Parlament no pertenece al partido o a la coalición que gobierna en el Palau de la Generalitat. La última vez fue con el socialista Joan Raventós, que logró los votos del PP y de ERC para evitar que el cargo lo ostentara CiU, que acababa de perder la mayoría absoluta.
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