Los lamentables eventos de la semana pasada relacionados a las violaciones ponen en evidencia la gran necesidad de una educación contra el machismo en todo el Estado español.
Las reacciones a la violación de la chica en Málaga, la decisión de la juez, el enfoque de la prensa sobre “las mujeres mentirosas”, y la falta de una reacción clara y contundente por parte de la izquierda y feministas, demuestran que debajo de toda apariencia “moderna”, seguimos en una sociedad profundamente machista y autoritaria.
El que se vea como normal que lo que dice un violador es más importante que lo que dice la persona violada y los médicos que la atienden, que se vea normal el que se discuta cómo se visten las mujeres, si beben cubatas y si andan por la calle por la noche, nos ha demostrado que poco ha cambiado para las mujeres desde los años 1960.
Los comentarios intencionados (no “desafortunados” como se comenta en la prensa y en las redes sociales) de ciertos alcaldes, nos ayudan a ver que en los temas de género y poder, el siglo XXI no se diferencia del siglo XX. Los comentarios de esos alcaldes han sido recibidos por la sociedad con silencio, humor, cautela o apoyo. No se ha oído el grito de indignación que se merecen. Hasta la bienintencionada campaña llevada a cabo por mujeres contra el alcalde de Valladolid por Twitter, #EscracheDeSostenes, estaba llena de ambigüedades, y evitaba el tema del abuso de poder y el control que existen sobre las mujeres.
Dada la triste historia del siglo XX en el Estado español de violencia política y autoritarismo que no se ha cuestionado ni elaborado[1] (con alguna pequeña excepción en el campo de la política con el análisis de la Cultura de la Transición por Guillem Martínez y otros autores, y nombrando el tema de “la casta” por el partido Podemos), el que el machismo esté vivo y posiblemente en auge, es comprensible aunque inaceptable.
Pero es muy preocupante el mensaje que todo lo ocurrido y hablado estos días ha dado a los hombres jóvenes: que el violar no está castigado, está permitido (sobre todo en fiestas, si la chica lleva ropa “ligera” y bebía) y que violar es una actividad grupal “normal y sana” (en la prensa se ha utilizado mucho la palabra “sana” para referirse a la sexualidad de los hombres jóvenes implicados en Málaga).
Y a las mujeres, el mensaje ha sido: cómo te vistes y qué haces da permiso a los hombres para violarte, y no vale la pena denunciarlo porque solo te humillarán y te violarán psicológicamente.
Necesitamos urgentemente que en las escuelas primarias se implanten programas de prevención del abuso sexual en los que se aprende qué quieren decir palabras como “no” y “sí” en relación a cómo alguien te toca el cuerpo. Estos programas están vigentes en las escuelas primarias de muchos países desarrollados desde hace 40 años y, desde hace 20, están traducidos al catalán y al castellano[2]. Pero los intentos de algunas madres y profesores de implantarlos han sido recibidos con indignación por las AMPAs. Y eso que en el Estado español, como en el resto de los países de Europa, el 25% de las niñas y el 10% de los niños son abusados sexualmente antes de la adolescencia.
Y es esa impunidad ante tal epidemia de abusos sexuales y violaciones, ese hacer la vista gorda de toda la sociedad, lo que perpetúa y refuerza una sociedad machista y violadora.
Los eventos de los últimos días podrían haber sido una gran oportunidad para educar a la sociedad sobre algunas ideas básicas, pero no se han aprovechado. Se necesita que se conozcan y se interioricen ideas tan básicas como:
- Cuando una persona muestra interés en otra (flirteo, tocarse, etc), eso no quiere decir que en cualquier momento una de las personas pueda indicar que no quiere seguir esa dinámica, y que esa indicación, de la forma que sea, es un NO que hay que respetar.
- Un encuentro sexual entre adultos que consienten, no quiere decir que siempre tiene que haber penetración. Los adultos que consiente toman control de lo que quieren hacer y de cómo lo quieren hacer.
- La mayoría de las violaciones de mujeres adultas ocurren en lo que ya se definió hace décadas, en los países anglosajones, como “date rape” (“violación durante una cita”). Esto es cuando una mujer decide, libremente, salir con un hombre pero no necesariamente tiene la intención de tener relaciones sexuales con él. O a lo mejor tiene la intención, pero por alguna razón, durante la velada, cambia de idea (a lo mejor no le gusta el hombre tanto como esperaba u otras razones). Las leyes de muchos países castiga el “date rape” igual que cualquier violación.
- También en muchos países, la violación dentro del matrimonio, es un crimen.
- Hay países donde el crimen que es el abuso sexual nunca prescribe, ya que la persona violada (sea mujer u hombre) puede tardar años en sentir la valentía de denunciarlo.
- Las mujeres en el Estado español aún están siempre en una situación de desigualdad ante los hombres: desigualdad económica, social, etc. Los mensajes de la prensa, de la publicidad, de la sociedad en general, perpetúan estas desigualdades. Estos mensajes conscientes e inconscientes infiltran todo: los juegos en el parque, la política, las redes sociales, la vida social y familiar. Con lo cual, cualquier encuentro entre un hombre y una mujer comienza ya desde la desigualdad.
La semana pasada, en Twitter hice el comentario de que en la India miles de hombres y mujeres salen a la calle masivamente a protestar cuando hay la noticia de una violación, y preguntaba que por qué aquí no salíamos a la calle a protestar contra las violaciones. Un hombre joven contesto mi Tweet con otro: “Gilipollas, pues en la India tiran neveras al rio Ganges!!”. ¿Qué ha aprendido este chico sobre el machismo estos últimos días?
El mismo día vi dos Tweets de mujeres que creo que resumen la situación:
“Los hombres no mandan SMS a sus amigos para ver si han llegado a casa sin problemas por la noche”. Y “Cuesta encontrar, entre amigas y familiares alguna mujer que no haya vivido abusos sexuales o violaciones”.
Creo que después de estos días tenemos que preguntarnos, ¿qué importancia damos a denunciar el machismo en nuestro trabajo político?, ¿Qué sociedad creemos que podemos construir si desde las izquierdas y movimientos sociales no damos prioridad a erradicar el machismo? Y ¿para cuándo una educación contra el machismo y el autoritarismo?
¿Para cuándo?
[1] Valverde, C, Desenterrar las palabras: Transmisión generacional del trauma de la violencia del siglo XX en el Estado español. Editorial Icaria, 2014.
[2] http://www.acasi.org/programa-de-prevencion-sentir-que-si-sentir-que-no/