El llamado “poder naranja” de Ciudadanos nada tiene qué ver con la Revolución Naranja de 2004-05 de Ucrania, pero ambos movimientos coinciden en el color, lo cual no es baladí. Los 25 diputados al Parlament de Catalunya que han obtenido Albert Rivera e Inés Arrimadas, el pasado 27 de septiembre, harán historia en los comicios autonómicos catalanes, después de aquéllos tres diputados que consiguió este partido hace diez años. ¿Pero en dónde reside su poder? ¿De dónde le viene este poder? ¿Qué representa Ciudadanos?
El partido de Rivera desde sus inicios siempre se ha nutrido de unos votantes procedentes del PSC y del Partido Popular, lo cual puede parecer una incongruencia desde el punto de vista ideológico. Pero no lo es. El germen que favoreció a la creación del partido de Albert Rivera se remonta a escenarios políticos catalanes de los años 1993 y 1996. ¿Qué pasó en el 93 catalán? De la mano de Félix Pérez Romera, exmilitante de izquierdas, crea la Asociación por la Tolerancia, que defendía y defiende el bilingüismo en todas las instituciones públicas y escolares, con un claro distanciamiento del movimiento nacionalista. Quiso provocar cambios en el seno del PSC de Joan Raventós con relación a su vinculación catalanista y al no conseguirlo, crea el partido Izquierda por la Tolerancia Lingüistíca en 1995, con el fin de presentarse a las elecciones del Parlament de Catalunya. Finalmente no se presentó y fue Aleix Vidal Cuadras, quien se llevó 17 escaños al frente del Partido Popular catalán. Félix Pérez Romera fue uno de los intelectuales que impulsó años más tarde el partido Ciudadanos, conjuntamente con catorce intelectuales más.
Por otro lado, otro germen tan o más importante que éste que acabamos de mencionar, se encuentra en el Foro de Babel, constituido en 1996, por el catedrático Francesc de Carreras y Félix de Azúa, entre otros, para debatir la Reforma de la Ley de Normalización Lingüística en Catalunya. Tanto Francesc de Carreras como Felix de Azúa, también impulsaron los manifiestos que dieron lugar a la creación del partido Ciudadanos en Catalunya. Es más, Francesc de Carreras fue de alguna manera el mentor de Rivera para su rápido ascenso en el nuevo partido. ¿Por qué explicamos estos antecedentes del partido naranja?, porque en el fondo sigue siendo un enigma la base ideológica en dónde se mueve este partido, teniendo en cuenta que nació gracias a intelectuales que procedían de diversos partidos, pero muchos de ellos ubicados en la izquierda catalana, con un lazo común: en contra del nacionalismo de Convergència. En cambio, algunas propuestas de su ideario recuerda al Partido Popular, por tanto, no es de extrañar que sea capaz de aglutinar votos socialistas y del PP al unísono, pero siempre como barrera, como dique de contención al soberanismo.
La clave de su mensaje siempre ha sido defender el castellano en organismos públicos y culturales en Catalunya y la Constitución A lo largo de estos diez años, Ciudadanos ha tenido el sello de ser un partido no nacionalista en una Catalunya cada vez más nacionalista, por eso, no sería banal decir que el voto que ha recogido en las últimas elecciones catalanas ha sido en base a esta clave y por esta clave nacionalista, restando votos al PP de García Albiol y también al PSC de Iceta. El voto catalán que han recogido no ha sido por su programa, sino por su deriva antinacionalista. ¿Albert Rivera podrá conseguir lo mismo en las elecciones generales del 20 de diciembre? El escenario es muy distinto y por tanto, en ningún momento comparable.
El poder ahora se nutre de colores, los ascendentes en el panorama español son el morado de Iglesias y el naranja de Rivera. El naranja en Catalunya ha sido un no rotundo al proceso soberanista catalán, el naranja en España será una defensa a ultranza de la Constitución, de igual manera que hace el Partido Popular de Rajoy.
Por tanto, seguiremos moviéndonos en clave nacionalista, a no ser que se produzca un cambio y se debatan los programas electorales. El peligro estriba que el sentimiento identitario domina las elecciones, sea un nacionalismo catalán o español y el ciudadano acaba por no saber a quién vota en realidad. ¿Si no cómo se entiende que el conocido “cinturón rojo” de Barcelona se haya vuelto más naranja? Ha sido un voto puntual y a favor del NO al secesionismo catalán y, Albert Rivera lo sabe. Otra cosa es que el PP de Rajoy esté en horas bajas y quiera aprovecharlo Rivera. Y, para finalizar, los quince intelectuales que crearon el partido Ciudadanos sólo pretendían presentarse a las elecciones del Parlament de Catalunya y seguramente no imaginaron hace diez años que el partido acabaría en Madrid. De esto sólo es responsable Albert Rivera.