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Espacio de divulgación científica y tecnológica patrocinado por la Universidad de Alcalá (UAH), con el objetivo de acercar el conocimiento y la investigación a la ciudadanía y generar cultura de ciencia

Cómo llenar la 'España vaciada': ocho claves para empezar a paliar el problema de la despoblación

La población de Olmeda de la Cuesta (Cuenca) está muy envejecida

Carmen Bachiller

“Hablar de despoblamiento está de moda y eso es peligroso porque las modas pasan rápido”. Quien lo dice es José Francisco Sancho Comins, catedrático y profesor emérito del Departamento de Geología, Geografía y Medio Ambiente de la Universidad de Alcalá además de presidente del comité científico asesor que ha llevado adelante el proyecto del nuevo Atlas Nacional de España, ANEXXI.

Arrecian las propuestas contra la despoblación desde el ámbito político que se ve empujado por el movimiento ciudadano 'La España Vaciada'. Un clamor contra un éxodo rural que, sin embargo, no es nuevo. “El mundo rural está sangrando desde hace decenios, la novedad está en que ahora el problema es acuciante. Los que quedan son viejos y no hay repuesto generacional”.

Y sin embargo, Sancho Comins pide desterrar la idea pesimista de que no hay solución a pesar, advierte, de la crisis demográfica generalizada que puede desembocar en que, en 50 años, el problema del despoblamiento lo sea también de las áreas urbanas.

La población rural no está desatendida, asegura, pero “los servicios son más precarios y más caros para la Administración y para el administrado. Entre comillas, eso supone una injusticia social”.

“Se habla de la despoblación y yo prefiero hablar de la deshumanización”, dice el profesor, quien lamenta que “en el mundo académico se tienda a hablar más de naturalización como si eso fuera una cosa muy buena”. Y es que rechaza la idea de unos pueblos y su entorno que progresivamente han sido convertidos en una especie de parque temático para los fines de semana de unos pocos.

En su opinión “se ha consagrado un desequilibrio pernicioso e injusto” entre lo rural y lo urbano que ya es un problema “de todos”.

Las soluciones, dice, no pueden llegar solo “desde arriba”. Es algo en lo que la Unión Europea viene insistiendo desde hace más de 20 años: “El desarrollo rural debe ser participativo, junto a los agentes locales, contando con las ideas de la población y dotando de capacidad de gestión por parte de las comunidades locales. No estamos solo en manos de los políticos, que no digo que no sean importantes”.

El académico deja algunas pinceladas sobre las que reflexionar para comenzar a paliar el problema:

“No es posible la vuelta al pasado”

La rotunda afirmación rechaza el “romanticismo” de la idea de volver al pasado para apostar por “funcionalizar” el mundo rural pero, advierte, “no se trata de crear un territorio donde unos cuantos pasen la jubilación o el fin de semana”.

Lo nuevo hay que injertarlo en el mundo rural

¿Cómo? El catedrático emérito se refiere a la práctica de innovar: teletrabajo, implantación de las nuevas tecnologías…porque eso “puede contribuir a que el territorio no sea un mero museo por el que pasear y contemplar”.

“Hay que valorizar el medio rural”

Hay que mentalizar a la sociedad en torno a los valores que poseen las zonas rurales. “Debemos ser conscientes de que el mundo rural está prestando al medio urbano unos servicios ecológicos y ecosistémicos que son importantísimos, más allá de tener un patrimonio natural o cultural”.

En opinión del catedrático, es hora de empezar a pensar que esos servicios “tienen un precio” y pone un ejemplo para explicarlo: “El Corredor del Henares no existiría sin la Sierra de Ayllón o el Alto Sorbe y el agua que se recoge en estas zonas”.

“Promover el empoderamiento”

En este punto, se plantea la necesidad de buscar fórmulas para que sus habitantes no se vean menospreciados y apunta al asociacionismo, la representación o la participación como claves. Esa es, precisamente, una de las claves del éxito contra la despoblación en las Tierras Altas de Escocia.

“No se puede tratar a los habitantes del medio rural como si no fueran importantes”, asevera.

“El reconocimiento, no de la cantidad, sino de la calidad productiva en el medio rural”

Eso, dice, es algo que se hace “poco a poco” y “valorizando” la producción agroalimentaria o artesanal de las pymes.

“Tomar en serio la fiscalidad”

En opinión del profesor es “necesaria y justa la discriminación fiscal positiva”, sin entrar en detalles. Las propuestas desde el ámbito político y el económico son muchas y muy variadas en los últimos meses pero no hay nada firme sobre la mesa.

“Necesitamos un pacto de Estado”

La lucha contra la despoblación requiere, según el académico, un acuerdo nacional al nivel de otros suscritos en nuestro país como los vinculados al terrorismo o las pensiones. “Eso implica que la sociedad acepte ese pacto, que diga ‘Sí’ a que el mundo rural necesita ayuda”

“Necesitamos más gente”

El profesor emérito tiene claro que los repobladores de las áreas rurales no llegarán (solo) desde zonas urbanas. “Hay que abordar una política migratoria seria, generosa y ordenada desde los países de origen”, asevera, porque en su opinión “debemos ser conscientes de que nosotros somos los mayores beneficiarios de ella”.

Las medidas, dice, son apenas un “punto de partida” y sobre ellas habrá que “discernir y consensuar”. Reconoce que “no será fácil” y que el movimiento ciudadano denominado 'La España Vaciada' puede contribuir a iniciar el camino, pero matiza: “Todo eso es bueno mientras no lo convirtamos en folclore”.

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