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La undécima plaga de Egipto es el Salario Mínimo Interprofesional de 900 €

Ismael Sáez

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En los últimos días y en especial tras los datos de paro de enero de 2019, se ha puesto en marcha una maquinaria de economistas (con honrosas excepciones) de distintos organismos públicos y privados que señalan como factor de la pérdida de empleo al S.M.I. No me gusta decir que esto es un mantra, prefiero definirlo como monserga, es más castizo y se aproxima más a lo que me parece: algo repetido y que aburre.

Lo primero que habría que preguntarse es qué entienden esos economistas por empleo. Tal vez escapa de su “científico” campo de investigación, tiene que ver con la política y con la ética y, a ellos, ni la una ni la otra les da el ábaco para tanto. Si siguiéramos la lógica de entender que a menos salario más empleo, la consecuencia no sería otra que suprimir cualquier intervención del Estado y eliminar el S.M.I., declarar ilegales a los sindicatos y prohibir la negociación colectiva que lo que pretende es disputar el beneficio en favor de los trabajadores. El empleo sería pues una variable en la que poco importa que detrás estén personas. “Esto es lo que estoy dispuesto a pagar, lo dicta el mercado, si le parece bien perfecto, si no, paro voluntario”.

Sin embargo, el empleo es mucho más que eso, así lo define el artículo 35 de la Constitución española: “Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo… y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de sus familias…”. ¿Alguno de esos insignes economistas se ha planteado vivir con 900€?

La realidad, no obstante y más allá de dejar sentado que el trabajo es digno o no es trabajo, parece empeñada en desmentir tan nefastos presagios que relacionan en proporción inversa salario y empleo. ¿O es que acaso hay menos empleo en el País Vasco o en Alemania que en la Comunidad Valenciana? por no nombrar a otras. Y si no hay menos empleo, sino más, ¿será que en esa Comunitat Autónoma o en ese país hay menores salarios? Las respuestas a ambas cuestiones son sobradamente conocidas y conocidas las razones que justifican mejores salarios y más empleo: productividad, valor añadido, innovación. Si lo que se nos ofrece es competir con bajos salarios, tendremos más subempleo, pero ¿hasta cuándo?

La Reforma Laboral del PP ha sido una autopista por la que ha corrido a toda velocidad la injusticia y la desigualdad. El peso de los salarios en la composición del PIB ha caído 3 puntos, casi 40.000 millones de euros. La supresión de la ultra-actividad, la prioridad aplicativa de los convenios de empresa sobre los sectoriales, la proliferación de empresas multiservicios, los falsos autónomos, las subcontratas de las subcontratas son instrumentos para la precarización del trabajo y la devaluación salarial; pero el peor de sus efectos, si cabe, es la ruptura que del pacto social supone este estado de cosas. Quien tiene un empleo que no da para vivir, que no le saca de pobre, difícilmente podrá sentirse implicado en la construcción de una sociedad democrática que le da la espalda. A qué extrañar, por tanto, el resurgir del populismo, del racismo, la xenofobia o el nacionalismo. Definitivamente, el hasta cuándo ha llegado ya.

El Gobierno ha elevado el S.M.I. para intentar corregir en parte esa desigualdad, falta que derogue los aspectos más regresivos de la Reforma Laboral y devuelva a las organizaciones sindicales su capacidad para intervenir en la negociación colectiva, aunque para eso necesite de apoyos parlamentarios más preocupados hoy por ensoñaciones nacionalistas que por el bienestar de sus ciudadanos.

Señores y señoras economistas, los sectores industriales de nuestra economía que compiten en el exterior pagan todos salarios muy superiores a los 900€, hemos pactado con la CEOE que no haya ningún convenio que en su categoría más baja esté por debajo de los 1000€, los únicos trabajadores que perciben el S.M.I. son aquellos ligados a los servicios más precarizados que no compiten en el exterior y cuyos empresarios son además competidores desleales de los buenos empresarios.

Si quieren encontrar razones para la ralentización de la economía y la recuperación del empleo miren a Trump y su guerra comercial, a May y su Brexit, a Salvini y su deriva autoritaria; en fin, miren a una derecha que siguió sus doctrinas en la recesión y parece querer seguirlas en la recuperación. Este sindicalista opina que, lejos de suprimir el S.M.I. y desregular, lo que conviene es fijar un S.M.I. europeo equivalente al salario medio de cada país de la Unión, para que competir no se haga a costa del deterioro del nivel de vida de los trabajadores.

Como diría Serrat´: “sería fantástico que pagando, San Pedro (economista) no cantase”

*Ismael Sáez, secretario general de UGT-PV

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