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CV Opinión cintillo

Hacer la guerra por su cuenta: bajar impuestos

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Desgraciadamente estamos en guerra, el responsable único es el dictador Putin, pero eso de hacer la guerra por su cuenta es una expresión que explica las recetas de los pillos para todo tiempo. El que no se compromete con la suerte de los demás, el que antepone su egoísmo al interés común, el que excusa su comportamiento insolidario en la idea de que el que no hace lo propio es porque no puede, coincide con aquel que más llanto derrama cuando le alcanza el infortunio y más invoca la ayuda que siempre negó.

Durante mucho tiempo, ya más de 40 años, se quiso certificar que el capitalismo había triunfado definitivamente sobre propuestas utópicas igualitaristas y se concluyó, erróneamente, que el vencedor debía disfrutar de libertad plena, sin limitación alguna condicionada por valores como la justicia social, la igualdad o la solidaridad. Y así, la desregulación de los mercados financieros, el debilitamiento de las organizaciones sindicales, la disminución constante de las cargas tributarias, la eliminación de impuestos que gravan la riqueza produjo la jibarización de los Estados y su sometimiento a un capitalismo sin reglas.

La crisis económica y financiera mundial del 2008, la posterior provocada por la pandemia y, sin solución de continuidad, la actual guerra en Ucrania desmienten rotundamente aquel certificado, porque la única política económica que sirve es aquella que garantiza los derechos de los ciudadanos consagrados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, replicada en todas las Constituciones democráticas del mundo, pero cogiendo polvo en el anaquel del olvido durante cuatro décadas.

Europa no supo responder a la crisis financiera, cada cual hizo la guerra por su cuenta, entre acusaciones cruzadas, de pillo a pillo, se olvidaron de que ningún socio puede determinar el devenir del mundo fuera del club y la falta de soluciones trajo nuevos errores y una queja: ésta, la falta de soberanía de los Estados miembros para resolver los problemas; y el error, pensar que más nacionalismo y menos Europa significaba recuperar soberanía. Sin el BCE, sin eurobonos, sin el aumento del presupuesto de la Unión, sin impuestos federales, sin las instituciones europeas las crisis del coronavirus y la actual de Ucrania significarían la destrucción de las democracias europeas y sus valores.

Por todo ello, este 4 de abril, junto a otros muchos, UGT-PV nos manifestaremos un año más en apoyo a la campaña por la justicia fiscal, por la erradicación de los paraísos fiscales, por una tributación progresiva y suficiente que garantice los derechos Constitucionales a la salud, la educación, la vivienda y la protección social, por la armonización impositiva en el marco de la Unión Europea. En definitiva, para que la función social de la economía embride al capitalismo y sea fuente de crecimiento y prosperidad compartida.

Bajar impuestos no es la solución, lo sabe bien quien lo predica y por eso miente. Unos lo propondrán porque a pesar de gozar de una situación de privilegio o precisamente por ello bajar impuestos es satisfacer el caudal de su codicia, otros porque creen mejorar sus expectativas de poder en el río revuelto mediante el engaño, otros porque se lo mandan y recompensan. Pero todos estos liberales y sus “Lacalles” reclaman ayudas al Estado cuando en la Arcadia de la “libertad” las cosas no les van bien.

Tenemos una deuda pública superior al 120% del PIB, una gran parte tuvo como destino salvar al sistema financiero de su derrumbe y amortiguar sus consecuencias, un déficit público que se disparó con la pandemia y vuelve a hacerlo con la guerra y, a la par, la necesidad de ayudar a los sectores de nuestra economía que más energía consumen, a los ciudadanos y ciudadanas que ven incrementarse los precios y disminuir su renta, en definitiva, a lograr que no se cierre ni una empresa ni se pierda un empleo como consecuencia de esta crisis. Esto no se logra con una bajada generalizada de impuestos, sino mediante la intervención del Gobierno en apoyo de quienes más lo necesitan discriminando por razones de eficacia, equidad y justicia. Pero además hemos de hacerlo en el marco de la Unión Europea, porque es ella la que nos permite seguir incrementando nuestra deuda y nuestro déficit, y en Europa son mayoría los que contribuyen con el esfuerzo fiscal de sus ciudadanos (entre un 6% y un 7% superior al nuestro) a que ello sea posible.

¿Qué pueden pensar los llamados países “frugales” de quienes reclamamos su solidaridad, es decir, su esfuerzo fiscal para relajar el propio? Hagan la guerra por su cuenta sería lo más amable. Y otro tanto podríamos decir determinadas Comunidades Autónomas respecto de otras en nuestro país.

Definitivamente, hay que ser muy tonto para seguir a un “listo”, está en su naturaleza el engaño.

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