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CV Opinión cintillo

Ramiro Reig: teoría y práctica del sindicalismo

Ramiro Reig.

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Sacerdote jesuita, Doctor en Filosofía, periodista, maestro de Formación Profesional, cura obrero, militante comunista, dirigente sindical detenido y procesado por el franquismo, historiador, profesor universitario, escritor, miembro del Consell Valencià de Cultura… De entre todas las actividades y facetas de Ramiro Reig, el compromiso con los parias de la tierra y la defensa de los trabajadores operaron siempre como el eje vertebrador de su vida y obra.

La próxima celebración en Xàtiva, su ciudad natal, el 19 de octubre, de un homenaje promovido por Comisiones Obreras (previsto inicialmente para mayo de 2020 y aplazado por la pandemia), me da pie a recuperar y compartir ahora algunas de sus importantes aportaciones como sindicalista e historiador del movimiento obrero.

Itinerario formativo y laboral

Tras empezar estudios de Derecho en Madrid, ingresó en la Compañía de Jesús a los 18 años, iniciando un largo proceso formativo (Magisterio, Filosofía, Teología e Historia) que le llevó por varias universidades españolas y europeas (Innsbruck, París) y constituyó la base de su posterior trayectoria intelectual y vital. 

En junio de 1968 se ordenó sacerdote, siendo destinado a Zaragoza, donde empezó a trabajar en la revista Hechos y Dichos, editada por la Compañía, en la que publicaría regularmente artículos de información política y social (mientras convalidaba su título de periodismo en la Escuela Oficial de Barcelona), por alguno de los cuales le fue impuesta la correspondiente multa gubernativa, y en los que daba ya muestras de su amplia cultura (parecía haberlo leído todo…y, además, en seis idiomas!), capacidad de análisis y habilidad polémica.

De vuelta a Valencia, a mediados de 1969, comenzó a dar clases de literatura y formación humanística a los alumnos de Maestría Industrial y Oficialía de las Escuelas Profesionales San José de la Pista de Ademuz, que tuvieron  un papel importante en la provisión de mano de obra cualificada para la renovación industrial de los años sesenta y en la configuración de una nueva clase obrera.

Fue a finales de aquel año cuando, tras participar en el entierro de dos jóvenes estudiantes y un profesor de las Escuelas fallecidos en accidente, tendría el primer contacto con gente de Comisiones Obreras a través de su amigo Rafa Casanova, jesuita que trabajaba entonces en una contrata de Astilleros y formaba parte, junto a Joan Jaume y José Luis Clausell, del primer grupo de curas obrerosde Valencia, que trataban de reproducir aquí el movimiento de prêtes ouvriéres que, tras una prohibición inicial se estaba desarrollando en Francia coincidiendo con la renovación conciliar y las grandes luchas sociales de los años sesenta.

La situación en nuestro país era considerablemente más difícil, tanto en términos estructurales (treinta años de dictadura y complicidad eclesial, débil desarrollo económico y grandes diferencias sociales) como coyunturales, pues ante los primeros síntomas de recuperación del movimiento obrero entre los años 1962-1967, el régimen había reforzado sus leyes y prácticas represivas, con la declaración por el Tribunal Supremo (octubre de 1968) de las Comisiones Obreras como “subversivas”, lo que incrementaba las condenas imputables a los acusados de pertenecer a las mismas, como los 36 que fueron detenidos en Valencia  al mes siguiente (sumario 275/1969 del TOP), entre los que se encontraban los principales líderes obreros del momento (Salvador Boïls, César Llorca, Rafael Castellote y Miguel Lluch, entre otros) junto a dirigentes comunistas (Antonio Palomares, Eduardo Alcázar) y algunos nacionalistas (Vicent Ventura, Enric Tárrega).

La dureza del golpe retrasaría el proceso de reconstrucción de las redes y actividades del movimiento en las que, con su habitual humildad, no exenta de toques humorísticos, Ramiro recordaba que sus primeras funciones fueron de carácter logístico, aportando locales para reuniones y multicopistas para panfletos, pero lo cierto es que su compromiso militante fue creciendo y pronto sería detenido.

A mediados de 1970 se había conseguido articular de nuevo la Comisión Intersectorial, con objeto de coordinar los diferentes núcleos de las comisiones obreras existentes (metal, construcción, madera, banca…) y se trabajaba en desarrollar una Interprofesional que facilitase la convergencia del movimiento sindical con las propuestas y protestas emergentes de otros grupos ciudadanos (abogados, intelectuales, universitarios…). Fue en ese contexto de convergencia entre lucha sindical y democrática cuando se produjo la caída del 25 de octubre de 1970 en la que fue detenido Ramiro junto a otros 16 sindicalistas: 

El proceso instruido en el Tribunal de Orden Público contra los detenidos (sumario 981/1970) se inició con una petición fiscal total de 144 años de cárcel y 280.000 pesetas de multa, por los delitos de asociación ilícita y propaganda ilegal que, tras cuatro años de tramitación, quedó limitada a “sólo” 9 años y diez meses de prisión para cinco procesados, que finalmente no se aplicaron, gracias a la intervención de un excelente equipo de abogados (García Esteve, Del Hierro, Albiñana, Ruiz Mendoza, Ríos Mingarro, Montés…) y a las protestas sociales que anunciaban el próximo fin de la dictadura.

Tras meses de reclusión forzosa en el colegio jesuita (cosas del Concordato), el juez decretó su libertad provisional y poco después Ramiro se incorporó a la Misión Obrera, movimiento de inspiración francesa que apostaba por la inserción directa de los sacerdotes en el mundo del trabajo y que, en el caso español, constituía un doble revulsivo pues implicaba, además, la denuncia de las connivencias eclesiásticas con la dictadura. 

Durante ocho años trabajaría (…y sería despedido) en pequeños talleres (de lámparas, pinturas, plásticos) y grandes fábricas del sector de la madera (Vilarrasa, Palmero), al tiempo que iniciaba su militancia comunista y aumentaba su participación en el movimiento sindical durante la fase final de la dictadura y el inicio de la transición democrática, hasta asumir responsabilidades de dirección en el primer congreso de CC.OO. del País Valencià (mayo de 1978).

Dos años más tarde, concluido su mandato y ante las dificultades de volver al trabajo manual en plena crisis económica y “fichaje” sindical, realizó su particular reconversión post-industrial hacia el sector de la enseñanza, iniciando una larga y fructífera línea de investigación académica que le permitió obtener primero el doctorado en la Universidad de Barcelona con  una Tesis sobre el populismo blasquista y, poco después, plaza de profesor de historia económica y social en la de Valencia, si bien se mantendría siempre vinculado al sindicato, de forma tanto orgánica (fue durante años presidente de su Fundación de Estudios) como afectiva y de colaboración práctica (textos, conferencias, cursos de formación, etc.), lo que le convertiría desde entonces en el referente intelectual incuestionable de varias generaciones de sindicalistas valencianos.

Estudios de historia social

Tras seguir en París un curso en “L’Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales” (1980), obtuvo una  beca de la Fundación Bofill y durante los dos años siguientes trabajó de forma sistemática en el diseño teórico y recopilación documental de lo que sería en adelante su principal y más fértil línea de investigación, la que partiendo del análisis del populismo blasquista derivará posteriormente hacia el estudio de la historia social y económica, con especial referencia al caso valenciano.

Interesado en la historia de las ideas desde los tiempos de su temprana licenciatura en Filosofía y, más recientemente, por los orígenes del movimiento obrero, la lectura de la monumental obra de  Edward P. Thompson sobre la importancia de la cultura popular y las tradiciones ideales en la formación de la clase obrera inglesa, le permitió articular ambas líneas de investigación y avanzar en el conocimiento de la historia social valenciana de finales del siglo XIX y primeras décadas del XX, período en el que el movimiento impulsado por Blasco Ibáñez ocupa un lugar relevante.

La primera entrega de sus investigaciones sobre la materia fue un libro publicado en 1982 por la IVEI con el significativo título de Obrers i ciutadans. Blasquisme i moviment obrer que nos ofrece la crónica fundacional del movimiento obrero valenciano, alcanzando el relato, en ocasiones, un indudable tono épico que evoca las imágenes de la epopeya colectiva de “Novecento”, la crónica de las luchas heroicas de los trabajadores italianos de principios de siglo (uno de cuyos principales episodios seria, en su versión valenciana, la huelga de los curtidores en 1900), en la estela de la película de Bertolucci y la iconografía del cuadro de Pelliza sobre El cuarto estado, cuya grandeza e interés el autor reivindica y sitúa muy por encima de la prestada tradicionalmente por los historiadores locales al “noucentisme” de las clases dirigentes.

Además del relato de los hechos, el libro analiza el proceso de formación histórica de la clase obrera valenciana, conforme al paradigma ya ensayado por Thompson, es decir, el proceso de confluencia y asimilación por los trabajadores de tradiciones culturales y prácticas sociales diversas, en torno a las “sociedades obreras de resistencia al capital”, que alcanzan su mayor nivel de desarrollo en torno a 1900, en colaboración con el republicanismo blasquista, y serán posteriormente superadas por el sindicalismo cenetista y ugetista a partir, sobre todo, de 1910.

Finalmente, el libro ofrece también una interpretación política e ideológica del blasquismo, su confusa mezcla entre populismo y demagogia, pero también la influencia que sobre la clase obrera ejercerá la tradición republicana, laica y progresista.

Un año después de la publicación de este importante libro, su autor se incorporó al Departamento de Historia Económica de la Universidad de Valencia con un contrato de profesor ayudante, mientras concluía su Tesis doctoral sobre “Movimientos populares e ideologías populistas (Valencia 1900)”, que defendería brillantemente en noviembre de 1984 en la Universidad de Barcelona, ante un tribunal de prestigiosos historiadores (Fontana, Valverde, Garrabou, Valls-Plana y Bermudo).

Haciendo uso de un sólido aparato teórico (de Gramsci a Laclau, de Thompson a Hobsbawm, de Poulatntzas a Touraine) plantea el análisis ideológico de los movimientos populares y la reconstrucción socio-histórica de los populismos católico y blasquista en la España de la Restauración, que en 1986  publicará en formato libro bajo el título de Blasquistas y clericales. La lucha por la ciudad en la Valencia de 1900,

Es en ese marco en el que sitúa el estudio del blasquismo, que llegaría a operar como vehículo y cauce de representación de las clases populares durante un cierto tiempo pero que se demostraría, finalmente, incapaz de consolidarse como un partido renovador alineado con las fuerzas políticas de carácter reformista.

Tras superar la correspondiente oposición a Profesor Titular del Departamento de Historia Económica de la Universidad de Valencia, su proverbial responsabilidad profesional y elevado nivel de auto-exigencia le orientaron a adaptar su perfil docente e investigador, hasta entonces más próximo a la historia social y de las ideas, al del área de conocimiento a que había accedido, especializándose pronto en historia económica de los siglos XIX y XX y, más tarde, en historia de la empresa, siendo autor de importantes publicaciones sobre la materia en revistas especializadas, obras colectivas (Cien empresarios valencianos) y monografías propias (Las grandes corporaciones del siglo XX), en las que combinaba la defensa de la economía productiva y el modelo schumpeteriano con la crítica feroz de la especulación financiera y las políticas antisociales, sin abandonar por ello sus trabajos sobre los movimientos sociales, con especial atención al sindicalismo, y la evolución de las relaciones laborales.

Crónicas obreras

Tras su fallecimiento, el 19 de mayo de 2018, la Fundación de Estudios e Iniciativas Sociolaborales, editó un libro homenaje a quien durante años fue su presidente bajo el título de Crónicas obreras de Ramiro Reig que incluye una selección de textos organizada en cuatro bloques temáticos sobre el origen, desarrollo, luchas y esperanzas del movimiento sindical, extraída de su amplia producción ensayística (medio centenar de libros y numerosos artículos académicos y de prensa).

El primer bloque (Los grandes relatos) incluye, de entrada, dos textos de largo aliento sobre los fundamentos de la “cuestión social” y los orígenes del movimiento obrero a nivel internacional, el primero de ellos y sobre la historia del sindicalismo español el segundo, que  funcionan como marco general del todo el volumen.

Los cinco artículos siguientes presentan perfiles más acotados, tanto temporales como temáticos, y se centran en analizar el impacto de los cambios productivos registrados en nuestro país con la expansión del nuevo oren industrial sobre el naciente movimiento obrero y la configuración de las relaciones laborales; los conflictos sociales durante la IIª República, los duros años del hambre y la reconstrucción del movimiento obrero durante el franquismo, con los consiguientes cambios en sus estrategias de acción colectiva.

El segundo bloque (Episodios de una historia admirable) está integrado por un total de 16 textos de factura y contenido muy diferente que funcionan casi como un puzzle de la historia obrera y la lucha sindical. Los cinco primeros proceden de lo que hemos denominado el “ciclo blasquista” de Ramiro y se refieren, en conjunto, al proceso de formación histórica de la clase trabajadora valenciana, constituyendo la emocionada y emocionante crónica de nuestro Novecento, lo que permite aproximarnos al conocimiento de las condiciones de vida, trabajo y esperanzas de un grupo de trabajadores (els blanquers) que, aún en la derrota, ejemplifican la lucha por la dignidad obrera.

Los tres artículos siguientes se refieren a los orígenes, y en algún caso al desarrollo posterior, del movimiento obrero en dos localidades emblemáticas (Alcoi y Puerto de Sagunto), sede histórica de la Internacional obrera (AIT) la primera y núcleo duro del sindicalismo valenciano durante la dictadura y la posterior reconversión siderúrgica la segunda.

A la transición sindical, desde los últimos años del franquismo a los primeros de la democracia, se dedican los cuatro textos siguientes, planteándose cada uno desde perspectivas y momentos diferentes (últimas elecciones sindicales del verticalismo, primera gran jornada de huelga en noviembre de 1976, legalización y crisis económica), con especial atención a la participación de los cristianos progresistas en el nuevo movimiento obrero.

Los cuatro últimos artículos de este grupo comparten un marcado tono memorialístico, evocador y reivindicativo a un tiempo, de lugares, tipos, acciones y canciones que pueblan el imaginario colectivo de los viejos combatientes por la libertad (“Obreros y estudiantes, uni-dos-en-la-lucha!”) y que ahora se trata de actualizar y proyectar hacia el futuro, demostrando que los sindicalistas sí que nos enteramos de la película!

El tercer bloque (Materiales para el debate) incluye 14 textos de estructura y contenido muy plural pero caracterizados, en la mayoría de los casos, por su común estilo polémico y voluntad de intervención en el debate público, sea sindical, empresarial, académico o político.

Los dos primeros artículos de este grupo combinan el rigor académico en el análisis de las relaciones laborales y la intervención de los agentes sociales con la crítica de las asimetrías que caracterizan dicha interacción, centrándose especialmente en la deconstrucción del discurso empresarial pretendidamente deslegitimador de la práctica sindical.

Se aportan, seguidamente, cuatro textos breves, publicados en boletines de prensa sindical y de partido durante los años de mayor protagonismo orgánico de nuestro autor (1978-79), mediante los que interviene en los debates que por entonces se planteaba y, en ocasiones, se enredaba, el sindicato (la participación de las mujeres, los conflictos internos, la acción sindical en la empresa,  los servicios jurídicos), con una prosa limpia que oscila, según los casos, desde el humanismo entrañable a la diatriba implacable aunque siempre matizada por un toque de ironía o de humor.

Los ocho artículos restantes corresponden a fechas y temas distintos y distantes: la crisis de la conciencia obrera, la cobertura a los parados, la desregulación del mercado laboral, el trabajo infantil, una huelga en la Ford, la crisis del Estado de Bienestar, las propuestas neo-liberales de reforma de las relaciones laborales e, incluso, una defensa del Valencia CF en horas bajas…que pareciera, a priori, difícil de encajar entre estos textos sino fuera porque se trata de una hermosa declaración de amor al futbol, a la vida…y a la justicia social.

El libro se cierra con una reflexión de futuro planteada por el último texto escrito por Ramiro, cuyo mismo título (Lo que queda por hacer) parece enfatizar su carácter testamental y constituye una magistral reivindicación del sindicalismo.

Partiendo de la evocación histórica de las luchas obreras que configuraron al sindicalismo como el eje que articulaba el combate contra las injusticias del sistema y como referencia inexcusable de la transformación social, se centra luego en analizar la destrucción del discurso y los recursos sindicales que ha ido realizando el neoliberalismo, con la pretensión de convertir al movimiento obrero organizado en una fuerza marginal en medio de un bosque de protestas y propuestas fragmentarias y muchas veces enfrentadas, para plantear, por último, estrategias de intervención que permitan recomponer, mediante experiencias renovadoras,  un nuevo relato de solidaridad social y liberación colectiva.

 Pere J. Beneyto es presidente de la Fundación de Estudios e Iniciativas Sociolaborales (FEIS-CC.OO)

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