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El párroco de Paiporta, en la 'zona cero' de la DANA: “Ahora mismo la iglesia es como una piscina”

La parroquia de Paiporta tras la riada.

Jesús Bastante

en religiondigital.org —

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“Estamos vivos, que no es poco”. Gustavo Riveiro es el párroco de San Jorge, en Paiporta, ‘zona cero’ de la catástrofe por la DANA en la Comunitat Valenciana, que ha dejado en el pueblo decenas de muertos y desaparecidos. Detrás de su voz, en el teléfono, se oye el sonido de las palas que se afanan en borrar de las calles las consecuencias del desastre. “No hay metro cuadrado que no tenga una montaña de fango. Hay lugares bloqueados por montañas de coches”, describe el religioso.

“La situación de devastación material es inmensa, pero eso se arreglará tarde o temprano. Lo importante son los muertos y sus familias”, apunta Riveiro.

Paiporta ha ido recuperando la cobertura telefónica, y están a la espera de que el Ejército comience las tareas de desescombro. “Y encontrarnos lo que lamentablemente nos vayamos a encontrar”, lamenta Riveiro. El Grupo Especial de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil encontró este jueves los cuerpos sin vida de un agente de la Guardia Civil y una mujer en el garaje del acuartelamiento de la localidad.

Una tragedia familiar, una tragedia colectiva

En San Jorge el horror de la riada comenzó a mediodía, mientras el sacerdote atendía la tragedia familiar de unos vecinos. “Estaba en la iglesia con un matrimonio que había sufrido la muerte de su bebé tras el parto, y organizando con ellos una ceremonia, precisamente para hoy”, cuenta Riveiro.

“Entonces tuvimos noticias de que se había desbordado el torrente, y que venía el agua muy violenta. Mandé a todos a casa de inmediato, pero todo pasó muy rápido. Lo describe como ”una riada “violentísima” que bajaba “como esos ríos de montaña”. En cuestión de 20 minutos teníamos 30 centímetros de agua dentro de la iglesia“, recuerda. ”En una hora ya había metro y medio de agua“.  

“Acabamos con dos metros de agua dentro en la iglesia, que acabábamos de restaurar”, lamenta el párroco, que sin embargo ve brotes de esperanza en mitad de la tragedia. “Es tiempo de recomenzar. Estas cosas parecen del todo sombra, pero debemos dar tiempo al tiempo”, concede. Mientras tanto, explica las dificultades de los vecinos para encontrar algo tan básico como una botella de agua: “No tenemos agua potable, anoche volvió la electricidad a ratos, y la comunicación”, algo vital para paliar “la angustia de muchos por no poder contactar con sus familias”.

“Es un golpe que deja de rodillas al pueblo”, concluye el párroco. “Estas son heridas significativas en el tejido social. Pero en estos momentos se abre paso el sentido de solidaridad, asegura: ”La gente tiene dos botellas de agua y te comparte una. Paiporta es un pueblo solidario, esa es la verdad“.

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