La doble pesadilla de los migrantes sin regularizar víctimas de la DANA: perderlo todo y tener miedo a pedir ayuda
“Tienen miedo a ser deportadas porque ven que hay un despliegue policial muy relevante. Son los vecinos los que les llevan alimentos y agua. Es una realidad que siempre les ha pasado, pero que ahora se ve agravada por la DANA”. Habla Andrea Sixto, presidenta de Médicos del Mundo Comunitat Valenciana. Este colectivo tan vulnerable se encuentra en una posición de desasosiego constante: “Se ven obligados a deambular en busca de refugio, a menudo en barrios con una fuerte presencia policial y militar. Prefieren no salir o exponerse públicamente. Nos preocupa profundamente su bienestar, ya que no sabemos con certeza cómo están sobreviviendo ni cómo están gestionando sus necesidades básicas”.
Los migrantes sin regularizar que han sufrido la DANA intentan rehuir cualquier trámite con las administraciones porque sienten temor sobre su futuro, tal y como cuenta Sixto, y asegura que varias personas les han trasladado que las fuerzas de seguridad estaban buscando a perfiles racializados por los actos de pillaje en el centro comercial de Bonaire.
Desde hace más de 30 años, el organismo internacional se ha responsabilizado de asistir a colectivos más vulnerables, como las personas sin hogar, las que se encuentran en situación irregular y las mujeres en situación de prostitución y de explotación sexual: “Somos 140 voluntarios y voluntarias, la mayoría con un perfil sociosanitario. Hemos estado realizando un seguimiento de las personas con las que ya trabajamos para detectar sus necesidades en relación con la catástrofe, especialmente sobre los suministros básicos, salud física y salud mental”.
Además, explican que la “coordinación con otras entidades del tercer sector” supone un trabajo de red necesario: “Hemos activado los resortes de colaboración a partir de la Coordinadora Valenciana de ONGD para compartir problemáticas comunes. Y con Farmamundi igual, en este caso, para detectar algún tipo de necesidad relacionado con los fármacos”. A ello, añade que en solitario sería imposible avanzar en cuestiones de este calibre.
Boutaina El Hadri, vicepresidenta de Casa Marruecos, gerente en JoveSólides y vicepresidenta del Consejo Valenciano de Inmigración, explica a elDiario.es que en un primer momento, desde la asociación marroquí, decidieron enfocarse en tareas urgentes como la limpieza de las viviendas inundadas o la distribución de comida y agua potable. Ahora, con el equipo de voluntarias, se encargan de preparar platos calientes y donar productos de limpieza e higiene; y mantas y ropa para cubrir las necesidades más básicas. En su caso, desde Casa Marruecos la comida que manipulan es totalmente halal porque “muchas de las familias” no pueden abastecerse de los alimentos que se reparten, ya que la mayoría incluyen carne de cerdo o no “cumplen con los requisitos” permitidos en la religión.
“Muchas personas desconocen esta realidad. La comunidad musulmana se enfrenta a una gran dificultad porque la mayoría de las carnicerías de esas zonas se han dañado. En Valencia también estamos experimentando una escasez del suministro”, manifiesta El Hadri.
Desconocimiento sobre derechos fundamentales
La barrera de información es uno de los principales problemas a los que tiene que hacer frente la comunidad migrante. Sienten desamparo o desconocimiento acerca de los derechos a los que pueden acceder. Uno de ellos es el acceso a la salud universal y muchas veces son las propias organizaciones quienes hacen de altavoz para trasladarles esos datos: “Esto se debe a una falta de mecanismos claros o una atención específica para ellos”, cuentan la portavoz de la ONG.
Tras ese primer muro, la administración, representada a gran escala por el empadronamiento, supondría un peso más en su desarrollo como un ciudadano más del territorio. Simboliza una puerta de entrada al resto de ámbitos sociales, entre los que se encuentra la tarjeta sanitaria: “Ya era un tema complicado antes de la DANA, pero ahora se dificulta porque los recursos deben llegar también a estas personas que también necesitan mantener su bienestar. Desde las instituciones tienen que poner especial atención a eso”.
Otros vértices que también destacan desde Médicos del Mundo es la posible falta de red de apoyo familiar o social o la barrera idiomática o cultural que pueden experimentar las personas migrantes, lo que les impide compartir sus carencias: “Les hace irse por donde han venido sin nada porque nadie comprende su idioma”.
Condiciones precarias
Antes de la devastación por la gran riada, muchos núcleos familiares ya vivían en condiciones bajas, en barrios situados en la periferia y enmarcados en zonas de clase obrera. Ahora, decenas de estos afectados han tenido que presenciar cómo sus enseres personales quedaban inutilizables, e incluso, hay quienes han tenido que afrontar una pérdida familiar.
“Si antes ya tenían una situación de vivienda precaria, las condiciones en las que viven ahora son mucho peores. Nos han llegado algunos casos que han podido alojarse en lugares habilitados como pabellones o albergues”, señala Sixto.
La preocupación por la desaparición de personas sin regularizar es crítica. Desde las asociaciones en las que opera El Hadri están actualmente explorando iniciativas para “colaborar con otras entidades y redes de apoyo para facilitar la identificación y localización de personas sin regularizar” sin que suponga un perjuicio legal. “La prioridad debe ser salvaguardar su confort y asegurar su acceso a la ayuda necesaria”, aclara.
Además, denuncia que durante la primera semana del desastre natural los medios no incluían en sus agendas a las personas migrantes o racializadas, eclipsando “la diversidad real de la sociedad” en el imaginario colectivo.
La ultraderecha azuza el odio
Para colmo, ni en el peor escenario ha dejado la ultraderecha de azuzar el odio. Ha pasado más de una semana de la riada y cuentas en X, canales de Telegram y todo tipo de medios afines se han encargado de difundir bulos con una única finalidad: crear pánico entre la población y manipular la opinión pública para criminalizar a un colectivo perseguido siempre con argumentos racistas y xenófobos.
“Hay que promover una cultura de la denuncia para afrontar los bulos, algo que aún falta dentro de nuestro colectivo. Las entidades nos encargamos de desmentir estos rumores. Solemos compartir historias de las personas migrantes para visibilizarlas”, manifiesta El Hadri.
En línea similar, la portavoz de estas organizaciones insiste en que toda la sociedad tiene la obligación de frenar este tipo de delitos de odio que estigmatizan a un grupo de la población en concreto y que “agravan aún más la vulnerabilidad en la que ya se encuentran”. “En momentos de crisis, la solidaridad debe prevalecer sobre el rechazo, y por ello intentamos publicar testimonios de personas afectadas por la DANA, así como aquellas personas que han apoyado a la gente mediante donaciones, trabajos de limpieza u otras tareas para concienciar y promover la empatía y la colaboración”, destaca.
La atribución de robos con frases como “siempre son los mismos” o “son sus costumbres”; o “los privilegios que les otorga el Gobierno de Sánchez frente a los españoles” son algunas de las desinformaciones que inundan las redes y que se propagan con facilidad, desviando la atención de los estragos que ha provocado la DANA en cientos seres humanos. Regularizados o no.
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