El movimiento feminista valenciano saca a la calle a 25.000 personas en la primera gran movilización desde la pandemia
El movimiento feminista valenciano vuelve a salir a la calle dos años después de la última gran movilización, a las puertas de la crisis sanitaria. Los efectos económicos, sociales y sanitarios de la pandemia han centrado parte de las reivindicaciones en las dos marchas que han confluido en Valencia este 8 de marzo, con cerca de 25.000 personas en las calles, según la organización.
La covid-19, denuncian la Asamblea y la Coordinadora Feminista de la ciudad, ha agravado la precariedad y la exclusión de miles de mujeres, pero también ha puesto en evidencia el trabajo de cuidados como un aspecto esencial de la vida.
El movimiento feminista valenciano clama “contra el retroceso en derechos y libertades”, exige el cese de los conflictos armados, “las guerras en las que las mujeres son moneda de cambio” y medidas para “vivir vidas libres de violencia”.
La convocatoria de la Coordinadora Feminista ha puesto el acento en la reivindicación de las mujeres como sujeto político del feminismo, el aborto libre y la abolición de la prostitución. “El género son unas normas sociales, no una identidad sentida”, ha subrayado Ana Gimeno, portavoz de la Coordinadora Feminista.
La Asamblea Feminista de Valencia, que se organizó en la ciudad para coordinar la huelga de 2018, ha convocado como otros años actividades en los barrios de la ciudad y una protesta previa a las puertas del centro de internamiento de extranjeros. La asamblea aboga por un feminismo transinclusivo y muestra su solidaridad con el movimiento feminista internacional, especialmente con las mujeres kurdas y nicaragüenses.
Al margen de los manifiestos de las convocantes, miles de mujeres han portado pancartas que expresan rabia e indignación ante la violencia machista y expresan sororidad con las víctimas de la guerra en Ucrania o de los feminicidios en América Latina, en un ambiente festivo y reivindicativo.
Las instituciones han organizado numerosos debates y jornadas sobre violencia machista, desde una denuncia de las agresiones hasta otras formas como la brecha salarial, la precariedad y la exclusión o la presencia de mujeres en puestos de poder y responsabilidad. A la par, asociaciones y entidades del tercer sector reivindican la visibilidad de las mujeres más vulnerables, como la población reclusa, las mujeres con patología dual o las mujeres con diversidad funcional, tres colectivos que se han visto especialmente afectados durante la pandemia por la escasez de recursos públicos.
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