Cuatro ideas locas para perder peso que pueden poner en riesgo tu salud

Foto: 95Berlin

Jordi Sabaté

Ramiro, lector y socio de eldiario.es, nos escribe el siguiente texto en un correo electrónico: “me gustaría que hablaseis de los trasplantes fecales como método adelgazante; navegando por YouTube he encontrado con varios vídeos que hablan del tema e incluso explican cómo hacer un trasplante en casa con las cacas de una persona persona delgada para metértelas en el intestino con enemas con el objetivo de adelgazar. ¿Es esto una locura de curanderos o tiene algún fundamento científico?”

¿Qué es un trasplante fecal?

La respuesta es algo contradictoria: por un lado es una “locura de curanderos” aplicarse uno mismo, o a otra persona, el transplante fecal casero tal como se explica en los vídeos que circulan por internet, por cuestiones que seguidamente abordaremos. Pero por otro lado la técnica tiene fundamento científico y, según se dice, antigüedad milenaria.

La base de la científica, hecha en correctas condiciones y de la mano de profesionales, es que muchos de los problemas que podemos tener, tales como obesidad, diabetes, síndrome del colon irritable, colitis ulcerosa, depresiones e incluso infecciones bacterianas, etc., se deben en buena manera a que tenemos la flora intestinal, o microbiota, enferma. Es decir que su composición bacteriana. Fúngica y protozoaria no es equilibrada.

En Nueve razones por las que amarás a tu flora intestinal sobre todas las cosas se explica la importancia de tener una composición de la microbiota variada y compensada y cómo ello influye de modo determinante para corregir todos los problemas arriba citados y muchos otros, tales como alergias y enfermedades autoinmunes. Una flora pobre o dañada -por antibióticos, alcohol, tabaco, contaminación, estrés, etc.- no es la única causa, pero puede ser decisiva para favorecer un problema o enfermedad en lugar de evitarlo.

El problema es que la composición poblacional -las distintas especies- de la flora no se puede corregir así como así; hay una fuerte inercia a mantener los porcentajes de las distintas especies y cuesta mucho introducir nuevas, que podrían resultar beneficiosas. En este sentido, el transplante fecal es un remedio que se ha mostrado eficaz en algunos casos concretos de Síndrome de Crohn, colitis ulcerosa e incluso en tratamiento de infecciones por Clostridium difficile.

También está demostrado que las personas delgadas tienen una flora en buen estado y las obesas la tienen dañada. A partir de aquí viene el disparate de los trasplantes caseros para adelgazar, que explicaremos junto a otras cuatro ideas locas sobre cómo adelgazar, que lo único que pueden hacer si persistimos, es dañar nuestra salud.

Cuatro ideas disparatadas

1. Enemas fecales caseros

Volviendo a los trasplantes caseros, sin demasiadas evidencias de que se hayan realizado a pesar de que en la red hay unos cuantos vídeos de cómo hacerlos, la idea sería obtener las heces fecales de una persona delgada y de buena salud, desodorizarlas -basta con dejarlas secar bajo una campana- y luego pasarlas con la batidora con agua, para conseguir una pasta que nos introduciremos con una pera y un catéter por el recto. Siempre tras habernos realizado una purga para vaciarnos de nuestra flora.

La idea, aparte de disparatada, es peligrosa. Es posible que asentemos algunas de las especies de la flora sana en la nuestra y consigamos un cambio en su composición, pero también corremos el riesgo de introducir virus de la persona sana que desconocemos que posee, como el VIH o distintas hepatitis, dada la cercanía del recto con algunos ganglios linfáticos o por posible pérdida de sangre en heces.

Incluso existe un estudio sobre un caso de una mujer tratada con un trasplante fecal, para curar una infección por C. difficile, que se convirtió en obesa sin alterar su dieta, lo que habla del peligro de incompatibilidades. Por lo tanto la idea de una dieta anal a base de enemas fecales de heces de una persona supuestamente sana es totalmente descartable. Estas técnicas solo las pueden aplicar profesionales y por el momento su eficiencia parece ser limitada a determinadas afecciones.

2. Dieta del sirope de arce

Se basa en consumir durante de tres a cinco días solo una infusión de sirope de arce, limón y agua tibia, es decir azúcar y unas pocas vitaminas. Nos garantiza una pérdida efectiva de peso de un kilo por día, lógicamente porque al no recibir energía nuestro cuerpo se come a sí mismo. Empieza por las grasas y continúa por e músculo.

La cosa funciona durante los días de dieta, pero luego pronto volveremos a engordarnos, e incluso más que antes, ya que al habernos comido músculo, eliminamos una parte del cuerpo que es consumidora neta de energía. Y no lo vamos a recuperar fácilmente si no hacemos ejercicio. Por otro lado, ante la falta de nutrientes y vitaminas en general a la que nos exponemos durante cinco días, no nos extrañe sufrir algún tipo de deficiencia o desequilibrio.

3. Dieta del agua y los diuréticos

Ya comentamos esta dieta en Cinco argumentos por los que beber agua para adelgazar es una aberración. En esencia la dieta consiste en comer con normalidad, no importa si alimentos apropiados o inapropiados, pero beber mucha agua para aumentar la sensación de saciedad. La idea es que tener el estómago lleno de agua nos hará tener menos hambre y comeremos mucho menos. Si además acompañamos la ingesta de agua con suplementos diuréticos de herbolario, perderemos los líquidos que podamos retener.

Ambas premisas son ciertas. Lo que no te cuenta la dieta, es que si pasas a comer menos de lo que necesitas te ocurrirá como con la dieta de sirope: cuando vuelvas a comer normal recuperarás peso. O bien si mantienes la dieta del agua, puedes caer en serias deficiencias si no cuidad muy estrictamente tu alimentación. Reducir las raciones es bueno siempre y cuando no las situemos por debajo de nuestras necesidades calóricas y nutricionales básicas.

Respecto a los diuréticos, y al agua en general, que en grandes cantidades actúa como diurético, tienen el problema y el riesgo de que nos hacen perder demasiadas sales, alterando el equilibrio salino tanto de la sangre como intracelular, lo cual puede dar lugar a frecuentes calambres nocturnos o mareos, pero también a problemas renales, etc.

4. Uso diario de estimulantes

La última locura consiste en tomar productos estimulantes de forma continuada. Se trata de sustancias como extractos de té verde, café verde y algunos quemagrasas y captagrasas. Su principal problema es que hay poca o ninguna evidencia de que funcionen, y si lo hacen es siempre que se acompañen de ejercicio físico. Por otro lado, cuando conseguimos algunos de estos productos en comercios de la red sin certificación, corremos el peligro de que contengan sustancias estimulantes no autorizadas.

Estas son similares a las que contienen las anfetaminas, con posibles y serias consecuencias sobre el sistema cardiovascular. Cabe recordar que en el pasado las anfetaminas se recetaban para adelgazar, ya que aceleran el metabolismo, aunque son un potente vasoconstrictor. Hace justo un año, la agencia federal de los Estados Unidos Food and Drug Administration (FDA) ya advirtió de la presencia de estos principios en algunos productos comerciales.

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