Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.
La negación y perpetuación de la Nakba
La Nakba, catástrofe, no es solo una fecha en la historia, sino que un proceso que aún no acaba. Conmemorada cada 15 de Mayo desde 1948, la Nakba se refiere a la desposesión del pueblo palestino de su tierra. Fue la consecuencia del colonialismo británico que hasta hoy siquiera pide disculpas por sus resultados. Fue la expulsión del 70% de los palestinos, ejemplificada en la limpieza étnica de al menos 436 aldeas. Pero por sobre todo, fue la interrupción total de un pueblo, que como otros de la región, aspiraba a su independencia, encontrándose en cambio con el exilio.
La Nakba como momento histórico se refiere a lo que los israelíes llaman “Guerra de Independencia”. Es cuando Israel nace, y con el apoyo tanto de Estados Unidos como de la Unión Soviética, ocupa el 78% de la Palestina histórica. Marcado por el 15 de Mayo, día de la declaración de nacimiento de Israel, el desplazamiento forzado de población no comenzó ese día sino meses antes.
Aunque parte de la mitología sionista establezca que los refugiados salieron de sus hogares llamados por los ejércitos árabes que combatirían al naciente Israel, lo cierto es que antes de cualquier guerra, bandas sionistas con la permisividad de las tropas británicas ya habían ocupado decenas de aldeas y ciudades palestinas. Desde Deir Yassin hasta Safad, Tiberiades, Beisan, Haifa y Jaffa, habían sido tomadas antes de aquel 15 de Mayo de 1948, con la inmensa mayoría de su población siendo forzosamente desplazada.
La Nakba contradice a quienes creen que el de Palestina es un “conflicto milenario” y también a los que postulaban que era una “tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra”. Cuando Max Nordau, fiel colaborador del padre del sionismo europeo Teodoro Herzl, envió una delegación de rabinos austriacos a Palestina hace más de un siglo, estos reportaron de vuelta una frase histórica: “la novia es bonita, pero está casada con otro hombre.”
Palestina, en virtud de la evidencia histórica, no era precisamente un “desierto” esperando al “buen colonizador” para explotarlo, sino que era un país que producía no solo para satisfacer los recursos locales sino también para exportar, siendo uno de los principales exportadores de cítricos hasta ese entonces. 27 mil kilómetros cuadrados entre el Mar Mediterráneo, el Mar Rojo, Mar de Galilea, el Rio Jordán, el Mar Muerto y una serie de acueductos subterráneos que hacían de la agricultura una de las principales fuentes de subsistencia. Hacia 1948, los sionistas controlaban menos de un 6,5% de las tierras de Palestina.
Las crónicas sobre lo ocurrido durante la Nakba de 1948 son de un dramatismo que permiten entender cuál era el objetivo de los militantes sionistas. Eso de ello lo supo el vice-cónsul español Manuel Allende-Salazar, asesinado por terroristas sionistas junto con 26 palestinos mientras celebraban la navidad ortodoxa en el barrio de Qatamon en Enero de 1948. Ese hecho fue clave para el desalojo de gran parte de lo que se conoce como “Jerusalén Occidental”. Escenas similares se vieron en ciudades como Jaffa y Haifa. Al cerrarse el Mandato Británico de Palestina el 14 de Mayo de 1948, este había cumplido parcialmente el objetivo de Balfour, Churchill y Lloyd George de convertir a Palestina en un “hogar nacional judío.”
Aunque la frase “los padres morirán y los hijos olvidaran” fuese articulada por Ben Gurion, quizás el mayor estadista en la historia del sionismo, lo cierto es que fue otro fracaso más en el intento por borrar los derechos del pueblo palestino. Hoy, a 68 años, Israel ocupa toda Palestina y se niega a reconocer lo que sus mismos historiadores han documentado: Una política sistemática de expulsión de población para su “reemplazo” con gente venida de otras partes del mundo.
Cuando el 11 de Mayo de 1949 Israel se convirtió en miembro de la ONU, su resolución de admisión (R.273) señalaba “notando la declaración del Estado de Israel que sin reservas acepta las obligaciones de la Carta de Naciones Unidas y se compromete a respetarla desde el día que se transforme en miembro de la ONU (…) tomando nota de las declaraciones del representante de Israel (…) de la implementación de esas resoluciones (181 y 194)”. Ambas resoluciones hablaban de dos estados y del derecho a retorno de los refugiados palestinos. A pesar de sus compromisos frente a la ONU, 68 años de impunidad se han consolidado.
La negación de la Nakba no la hace menos real. El régimen de Tel Aviv hoy se niega a asumir su responsabilidad histórica, de la misma forma que se niega a terminar con su beligerante ocupación del territorio internacionalmente reconocido como palestino. Israel se niega a lograr una solución real de dos estados soberanos (de allí su negativa a la iniciativa de paz francesa) de la misma forma que se niega a la existencia de un estado secular y democrático sobre toda la Palestina histórica con igualdad de derechos para todos. Su opción real, el Apartheid de un estado con dos sistemas distintos para judíos - Israelíes y otro para palestinos, no solo demuestra miopía política, sino que ratifica el hecho de que la Nakba como fenómeno se ha perpetuado en el tiempo.
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Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.