La cultura más allá de las ciudades: convertir espacios abandonados en centros de arte alejados de las grandes urbes
Dice el artista Rodrigo Cuevas (Oviedo, 1985) que la belleza que esconde la cultura de un pueblo está en su folclore, que la tradición es una vía de expresión común a todos los seres humanos. “El folclore es un ser vivo que se extiende por toda la faz de la tierra, como un micelio, no entiende de barreras físicas ni políticas”. Su disco Manuel del cortejo ha bajado de los prados asturianos al centro de todas las ciudades súper pobladas, sorprendiéndonos por su derroche creativo, performativo, alarde musical popular y festivo. Pero ¿la vida en los pueblos no era aburrida y secarral cultural?
Trópico de Covadonga, su tercer espectáculo escénico, demuestra que la España vaciada no está para nada vacía de arte, de vida y de cultura. Y, precisamente, haciendo alarde del origen etimológico de cultura (cultivo del campo), Rodrigo Cuevas y sus amigos Ignacio Somovilla y Sergi Martí acaban de comprar en L'Infiestu, perteneciente al concejo de Piloña (donde vive, crea e incluso se puede afirmar que milita culturalmente), un edificio de 1926 llamado La Benéfica. “Era un teatro y un salón de fiestas de la asociación La Benéfica y el Socorro Mutuo de Piloña. Era la sede social del concellu, antes vivían unos 20.000 habitantes entre todas las aldeas, ahora unos 7.000. Queríamos un espacio escénico, expositivo, un sitio de encuentro y de hacer fiestas y bailes de jubilados y baile tradicional. Una sede cultural, de cultivo creativo”, cuenta el artista a elDiario.es.
Rodrigo Cuevas asegura que La Benéfica va a ser lo contrario a las redes sociales: “En lugar de polarizarnos, será un sitio para hacer cosas en común y basarnos en lo que nos une a todos: el arte popular y la cultura. Queremos que en el bar corra por el suelo la sidra como en los chigres y que todo lo que pase en La Benéfica esté influido por lo que pasa en el pueblo, y si alguien viene a hacer una residencia (estancia cultural de creación) tenga un proceso participativo y cuando se vaya deje poso aquí”. Cuevas afirma que a sus vecinos “les importa mogollón la cultura”, sobre todo por la colectividad, y para que haya una esperanza de futuro en las aldeas y que la gente joven pueda quedarse sin miedo a perderse cosas. “Hay muchos vecinos que se marchan pensando que su vida es menos intensa o emocionante que en la ciudad, y eso es una zanahoria en un palo. Buscamos más emociones y cultura y teatro, pero en realidad todo podría crearse y ofrecerse desde aquí”.
“El calcetín ahora lo tenemos vacío”, dice Rodrigo Cuevas entre risas, que nos explica que en septiembre iniciarán una recolecta popular para financiar las obras del edificio, un tanto arruinado. Pero La Benéfica antes de casa ya es hogar: “En el colectivo La Benéfica hemos iniciado el proyecto Escaparate, cogimos cuatro escaparates de tiendas que cerraron en L'Infiestu, que ver tiendas cerradas de toda la vida es desolador, y los estamos llenando de arte, cerámica, artesanía y creaciones de la gente del concellu. Los tenemos a rebosar de cuadros, talla de madera tradicional y de textil. Esta es una zona de muchos artistas ya que la gente de Piloña es muy creativa, con una tradición artesanal y asociacionista muy extendida. A ver si viene mucha gente a verlo y movemos la economía”.
Un Centro de Artes Escénicas en una antigua iglesia
Paredes de Navas es una localidad de Palencia de unos 1.900 habitantes y aspira a tener un centro de artes referente en toda Castilla y León. Gracias a la Desamortización de Mendizábal (1836), el Monasterio de San Francisco –construido en el siglo XV, con reformas del XVII– pasó a manos del ayuntamiento. En los 70 se derriba la iglesia que estaba en mal estado, dejando restos del ábside, las capillas laterales y la cripta, donde en 2014 se descubrió que yacían los restos de Rodrigo Manrique, padre del poeta Jorge Manrique, y que fue inmortalizado en los versos elegíacos de la obra Coplas por la muerte de su padre.
Pilar Díez es la arquitecta del proyecto: “Llevamos trabajando en la restauración desde el 2016, este lugar ha sido la escuela de albañilería y de carpintería de más de cuarenta personas del pueblo con programas para activar la economía del medio rural de Castilla y León. Ahora el Ministerio de Transportes y Movilidad nos ha incluido en un programa de conservación del patrimonio histórico. En los pueblos hacemos malabarismos sumando programas y convocatorias para poder sacar proyectos adelante. Aquí estamos construyendo el colosal Centro de Artes Escénicas que pretendemos que reactive la vida social y cultural de toda Palencia”.
Pilar Díez considera trascendental este Centro de Artes, que quieren bautizar como Jorge Manrique en honor al hallazgo así como hacer un festival de poesía internacional: “No solo como receptores de cultura, también porque aquí se produce cultura de calidad, con menos visibilidad, sin los focos de la ciudad, pero tenemos creadores que necesitaban un digno espacio para mostrar, pues aquí la libertad, el espacio y el tiempo están de un solo lado”. En partes restauradas del convento han abierto un taller de títeres y están preparando el exitoso festival en torno a este arte. Pretenden programar “teatro, cursos, charlas, encuentros, conciertos y todo lo que cohesione a la comunidad” y “reactive la vida cultural de nuestro pueblo”. Pilar Díez afirma que es necesario que las artes lleguen al medio rural y que pueda desarrollarse en condiciones dignas: “La cultura nos mueve como sociedad, nos despega del sillón de televisión y nos da alas para soñar”.
El acceso a la cultura es un derecho, y en la España vaciada es tan necesaria como la salud y la educación. Así lo cree Pablo Bernáldez, del Espacio Arte Vaca situado en Viniegra de Abajo (75 habitantes censados), pueblo perteneciente a las 7 Villas, en La Rioja. “La familia de mi padre es de Viniegra y yo tengo una casa familiar. Viví en Madrid cuarenta años y hace diez hice las maletas hacia la España despoblada y olvidada, esto me ha dado salud y una comunidad. Quería cambiar de ritmo y de enfoque y poner todas mis habilidades de gestión y culturales al servicio de mi sitio de origen”, nos cuenta Bernáldez sobre este proyecto que echó a andar hace un año. Pablo cuenta que en Arte Vaca están utilizando espacios singulares del pueblo como la cuadra familiar de su casa o el lavadero comunal de la aldea para darle una perspectiva más contemporánea y ofrecer exposiciones ligadas a los materiales del territorio, a artistas locales y al carácter de la zona.
Por el espacio Arte Vaca han pasado durante este año más de 1.200 personas: “Yo la llamaría la España desconocida. Aquí está volviendo gente joven cuya familia se fue a las ciudades. Arte Vaca también ha servido de revulsivo y, por ejemplo, se ha montado un colectivo llamado Sierra Sonora que ofrece pequeños conciertos en espacios singulares. Y también otra chica que está impulsando un proyecto de cosmética natural llamado Enraizar”. Pablo Bernáldez pretende programar en Arte Vaca a artistas plásticos (sobre todo escultores de la materia que tengan que ver con lo rural) con carácter y potencia. “La próxima exposición, lista para principios de julio, es de la pintura de Marion Thieme, una artista alemana afincada en Munilla (otro pueblo de La Rioja) que ha expuesto en ARCO y también dijo: me voy a un pueblo a pintar y crear”, afirma Bernáldez.
La Sierra de Madrid también tiene un espacio mágico comandado y gestionado por el colectivo Traductores del Viento. La estación de tren de Bustarviejo fue construida entre 1944 y 1952 por los presos de la dictadura, pero desde hace diez años el edificio no se usa y gracias al proyecto Activos para el Desarrollo de Adif, que busca dar una segunda vida a inmuebles ferroviarios en desuso, el gestor cultural Miguel Ángel Invarato y su colectivo, así como una gran campaña de crowfunding llamada Súbete al tren de la Cultura, lo está poniendo en marcha como centro de artes y creación.
“La estación tiene unos 200 metros, el antiguo vestíbulo lo hemos recuperado como sala de exposiciones, habrá una parte de residencia para artistas y otra para taller”, cuenta Invarato. Los cuatro ejes con los que trabajan son: el pensamiento, la creación artística, el respeto a la naturaleza y generar un nuevo tipo de cultura no violenta y de paz. “El arte puede contribuir a crear un nuevo paradigma ligado al campo, a la naturaleza y a la paz, alejado de la competitividad y el mercantilismo. Y sobre todo debe crear redes de apoyo y fortalecer las existentes. Desde la estación queremos compartir conocimiento y afecto. Volver a poner el arte y la poesía por encima de los valores humanos destructivos”, concluye Miguel Ángel Invarato.
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