Con la 'L', polémica exposición sobre un genio renacentista: ¿divulgación o intrusismo en la Biblioteca Nacional?
La Tavola Lucana es un retrato de Leonardo da Vinci cuya autoría ha sido puesta en entredicho por los principales investigadores del virtuoso italiano. El hombre que lo descubrió en 2009 defiende que es autógrafo, pero muchos otros piensan que es una copia perezosa realizada en el siglo XVII. Irónicamente, o no tanto, Tavola Lucana es la única obra original que se expone en la muestra Leonardo da Vinci: los rostros del genio de la Casa de las Alhajas, financiada y comisariada en parte por el presentador de televisión Christian Gálvez, y que tiene otra sede en la Biblioteca Nacional.
La naturaleza del retrato no ha sido la única razón que ha soliviantado a los expertos de nuestro país, que han arremetido duramente contra Gálvez y la exposición en una carta redactada por el presidente del CEAH (Comité Español de Historia del Arte). El tono de la misiva, en la que los historiadores acusan al conductor de Pasapalabra de “intrusismo profesional”, captó rápidamente la atención mediática. No obstante, fue una columna de opinión publicada por El País la que sacó el asunto a la luz unos días antes.
En El conocimiento y la posverdad, el profesor de Historia del Arte Benito Navarrete se mostraba escéptico ante la inauguración de la exposición de Gálvez. En la opinión enumeraba sus diversas razones pero, después de verla, las sostiene más que nunca. Sobre todo la que concierne al apoyo de la Biblioteca Nacional. “Me parece muy bien que escriba libros best-sellers, pero lo que no puede hacer una institución pública es confundir al público”, sentencia Navarrete en declaraciones a eldiario.es.
Describe su columna como una “reacción espontánea” a una entrevista a Gálvez en la que el presentador “presume de no haber terminado dos Grados, de Magisterio y de Filología, y de que no le interesa el Renacimiento pero que empezó a leer cosas de Da Vinci”. El otro detalle que llamó la atención al experto fue que la Biblioteca Nacional destacase a Christian Gálvez como único comisario en su comunicado de prensa, cuando en realidad son dos.
Los rostros del genio se divide en dos estancias: la de la Casa de las Alhajas acoge un recorrido más tecnológico y está organizada por Gálvez, mientras que en la BNE se exponen los códices Madrid I y II gracias a la labor de la catedrática y reconocida experta en los manuscritos de Da Vinci, Elisa Ruíz. “La incluyeron cuando mandé el correo a los asociados del CEHA e interactué por Twitter con la directora de la Biblioteca, Ana Santos”, explica el también miembro del comité de historiadores.
Navarrete insiste en precisar que “respeto el trabajo de Ana Santos como directora de la institución y la trayectoria de sus importantes exposiciones científicas. Ahora, lo que no puedo compartir es que se asocie con esta persona que tiene unos intereses muy claros”.
Para él, la parte de los códices es impecable, pero queda eclipsada por “alguien que no es fuente de autoridad”. “Como ciudadano, me parece preocupante que esta sea la única exposición que conmemora el quinto aniversario de Leonardo da Vinci en España, como ellos insisten en recordar”, puntualiza.
En cambio, desde la Biblioteca Nacional defienden la estrategia “del rosco”, como ha sido calificada en redes. “Nosotros queríamos exponer los 23 códices autógrafos de Da Vinci que tenemos y, aunque el tema de la Casa de las Alhajas estaba ya avanzado, pensamos que podría ser bueno sumarnos a un acontecimiento que a fin de cuentas era en Madrid. Y así lo hicimos”, explica Ana Santos, directora de la BNE, a eldiario.es.
La falta de rigor, a debate
Desde que anunciaron que la exposición Leonardo da Vinci: los rostros del genio se celebraba en dos estancias, la Biblioteca ha recibido un 400% más de asistentes que la semana anterior a la inauguración. “El día 7 en concreto hemos tenido 1.529 visitantes a la exposición de los códices, algo que ha potenciado y por mucho los asistentes a la de Lope de Vega y el Siglo de oro”, presume Santos.
Mientras que la de la Biblioteca es de entrada libre, la de Christian Gálvez cuesta 14,5 euros y aún así está recibiendo una mayor afluencia de personas. “No sé los datos exactos en las Alhajas, pero son muchos miles”, afirma Santos. La responsable reconoce que su institución no ha participado en la exposición del palacio y recalca que “todos los gastos han corrido por parte de Christian Gálvez, incluidos los de los códices. Nosotros no hemos invertido ni un solo euro de presupuesto”.
Por todo ello, las críticas al rigor científico de la exposición es algo sobre lo que Ana Santos prefiere no opinar. “Creo que Gálvez no pretende ocupar el espacio de nadie. Él, al igual que el resto, cuenta una historia a través de un discurso expositivo. Se puede estar de acuerdo o no, pero lo que no se puede es levantar una polémica estéril que además se está volviendo en contra de quien la ha levantado. No hay más que escuchar la voz de la sociedad”, dice en referencia a la afluencia de público.
Para Benito Navarrete, sin embargo, las visitas no lo justifican todo. “Soy el primero que defiende que lleguen a otros públicos. Lo que más me preocupa como profesor es lo que nosotros reflejamos como valores ante la sociedad. Yo reivindico la palabra maestro. Mi modelo no es un presentador de Pasapalabra y que se manifiesta en los medios como él se ha manifestado. La gente es muy fácilmente manipulable. Puedo entender que él sea el rostro, pero podía haberse rodeado de un comité científico que supiera del tema”, afirma el historiador de Arte.
Más allá de la polémica con la Tavola Lucana, Navarrete considera que la exposición entera da “una imagen tergiversada sobre el artista y crea un discurso novelado y sin rigor” que ofrece una idea “sensacionalista” de Da Vinci. Respecto a esto, la directora cree que “en absoluto puede ni debe hacer daño a la BNE”, y añade: “no tengo ni idea de la validez científica de las teorías, pero lo que sí sé es que las atribuciones en el mundo del arte cambian continuamente”.
La filosofía del intrusismo
El asunto que más se ha debatido estos días ha sido la acusación de “intrusismo profesional” a Christian Gálvez por parte del CEHA. Para la directora de la Biblioteca Nacional, “es un poco temerario, pero sobre todo es muy poco entendible, que con esto se pretenda dañar la imagen tanto de una institución como del éxito que pueda tener la exposición en el Palacio de las Alhajas”.
Asegura que la Biblioteca Nacional acoge y busca vías para financiar los proyectos de calidad que presentan diversos grupos de investigadores, por lo que Gálvez “no ocupa el espacio de nadie”.
“Ha habido una cantidad enorme de exposiciones comisariadas por primeras figuras e historiadores: en 2015, Vicente Carducho, Rubens, Van Dyck y la Edad de Oro. En 2017, Carreño de Miranda. En 2018, los dibujos de Rosario Weiss, etc. Todas ellas organizadas por catedráticos de primera línea, exactamente igual que los códices de Elisa Ruíz”, acredita Santos.
Sin embargo, el profesor Navarrete precisa que “no es una cuestión de intrusismo de que solo un historiador del arte pueda comisariar esta exposición. Lo pueden hacer los literatos, los filósofos, los divulgadores de la ciencia, los sociólogos y cualquiera que tenga una capacidad constatada y una trayectoria”.
A diferencia de su responsable, él sí cree que este tipo de vinculación daña la imagen de la “seria y respetable” Biblioteca Nacional. Sin embargo, Ana Santos se defiende diciendo que “esta polémica que han lanzado unas personas de manera interesada al final lo que está produciendo es mucho más interés por la exposición” y “desde luego va a tener muchos más visitantes”. Porque, como decía el propio Da Vinci, “el placer más noble es el júbilo de comprender”.