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“Hollywood intentó destruirme pero sigo haciendo las películas que quiero”

Verhoeven, en pleno rodaje de 'Elle'

Francesc Miró

  • El director holandés estrena en España este viernes Elle, la película que representará a Francia en los Oscar y uno de los títulos más estimulantes del año

En una habitación de un hotel de lujo, dos focos enormes y una cámara de televisión apuntan a una figura recostada en una silla de madera. Carga todo su peso sobre su brazo derecho y tiene la mirada perdida en algún punto entre la ventana y sus pies. Se trata de Paul Verhoeven, que se encuentra en esa habitación y esa silla porque su última película, ese manual de pasiones llamado Elle, se estrena en el Festival de San Sebastián.

Nuestra entrada perturba su pequeño momento de descanso. Entonces, se levanta rápidamente y nos da la mano con un apretón más vigoroso de lo que se podría presuponer a sus 78 años. 

Parece cansado y nos confiesa que lo está. “Mira que a mí me encanta hablar”, dice mientras se le escapa una risita, “pero cuando haces 15 entrevistas en una mañana al final lo notas”, confiesa el director de Instinto Básico.

Su madre era sombrerera y su padre, maestro de escuela. Creció en una Holanda marcada por el miedo: nació sólo dos años antes de la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial. No es casualidad que la disciplina militar, la violencia, la pasión y el exceso sean una constante en su filmografía.

Después de doctorarse en Matemáticas y Física se enroló en la Marina Holandesa, donde rodó un documental y descubrió las posibilidades que le daba el cine. Aunque antes de dedicarse al séptimo arte, tuvo tiempo de ingresar en un seminario. Tenía 31 años y mucho aprendido cuando empezó a trabajar en una serie de televisión, Floris, con la que daría el salto al largometraje.

Tras haber estrenado seis películas pudo viajar a Hollywood. Allí saltó a la fama encadenando Los señores del acero, Robocop, Desafío Total e Instinto Básico. Todas ellas clave para entender el cine de los ochenta y noventa. Luego vinieron títulos que no gustaron al público, o que cabrearon a la crítica. Showgirls y Starship Troopers, lo alejaron de la industria, y con El hombre sin sombra dijo adiós al cine en Estados Unidos. Ahora prosigue su carrera lejos de Hollywood. Su última parada ha sido Francia, donde ha conocido y rodado con Isabelle Huppert. Le preguntamos por ella y vuelve a sonreír. Cuando habla desaparece el cansancio.

La vida no entiende de géneros

En Elle, Isabelle Huppert sostiene sobre sus hombros todo el peso de la película. ¿Cómo ha sido trabajar con ella?Elle

Es extraño... Isabelle y yo no hablamos apenas del personaje ni de su psicología ni nada. Obviamente nos reunimos para ver cómo veía el guión pero no lo discutimos. Y durante todo el rodaje no hubo necesidad de hablar sobre ese tipo de cosas. Ella supo siempre qué tenía que hacer y todo lo que hizo estuvo bien. Nunca vio en el libreto nada que le pareciera que no estaba claro, ni siquiera un detalle.

Así que sentí que mi trabajo en realidad dependía totalmente de ella. Era su talento y la autenticidad de su actuación lo único que iba a definir a mi película. Y resultó ser una garantía de calidad. No he visto hacer esto a nadie en todo el mundo. Ni creo que nadie lo pueda hacer ahora mismo. Una actriz de ese nivel, esa habilidad para la intuición, esa valentía para meterse en sitios realmente oscuros para cualquier otro... no he visto nada así.

En este sentido y más allá de Isabelle, como director, ¿qué suele esperar de tus actores?

Espero que un actor me dé más de lo que yo le propongo. Es decir, deseo trabajar con gente que aporte y haga suyo el guión. No quiero que se lo lean y lo reciten ni que hagan exactamente lo que yo quiera. Existe una dirección marcada por las páginas de un guión, pero el camino se hace durante el rodaje y quiero que los actores vayan más allá de seguir esa dirección.

Yo dejo hacer a los actores y prefiero decir que sí cuando me consultan alguna aportación. Si tengo que decir que no, es que algo no cuadra. En el caso de Elle, no he tenido que decir no a absolutamente nada a lo que ha hecho Isabelle.

Uno de los logros de Elle es que tiene grandes toques de humor enmarcados en una película muy oscura. ¿Cómo consigue equilibrar la balanza entre dos tonos tan distintos? Elle

Bueno, creo que es intuición. No se trata de decir, “esto va a ser divertido y esto va a ser un dramón”. Se trata de confiar en tu guión, en tu equipo y seguir la corriente. Dejarte llevar. Te enfrentas constantemente a situaciones que te abren los ojos y te tumban tus certezas sobre tu filme. Pero si algo se va a derrumbar, que caiga, no tienes que intentar resistirte. Tienes que decir: “OK, adelante”.

Lo que quiero decir es que no se trata de un razonamiento profundo sobre cómo manejar distintos elementos como la comedia o el drama. No hago que encajen, sólo los dejo ir. Vivir es entender contradicciones. No dije “lo que voy a hacer es un thriller”, ni tampoco una película sobre el sadomasoquismo, ni sobre las relaciones sociales modernas. Es todo eso junto y revuelto. Como en la vida, vaya.

También creo que todo cuadraba en un personaje como el que interpreta Isabelle Huppert. Elle va de lo que esa mujer vive sin más: no está hecha pensando en la estructura de la comedia ni el thriller. Pero también te tengo que confesar que todo esto en el set de rodaje es una auténtica aventura. Yo vivo en Estados Unidos, así que no conocía a los actores, ni a absolutamente nadie del equipo y solo mi asistente personal me introducía en ese mundillo. Pero todo fluyó.

¿Y qué hace si resulta que no funciona?¿Qué tipo de director diría que es, de los que se quedan detrás del monitor o de los que están constantemente trabajando en el set?

Pues yo diría que en medio, básicamente. No quiero estar a demasiada distancia de los actores, ni tampoco comprometer el set. Y, desde luego, no puedo irme a otro lado, encerrarme en una cabina y dejar que todo pase sin mí. Necesito hablar con los actores pero no es el tipo de charla sobre la psicología de los personaje ni todo eso. Me gusta prestar atención a los detalles.

Por ejemplo, la película empieza con Isabelle tirada en el suelo e inmóvil. Se podría decir que parece estar muerta así que para revelar que no lo está tiene que mover alguna extremidad. Pero ¿qué debe mover primero: una mano, un dedo, el pie? Son ese tipo de cosas los que me gusta discutir, porque son detalles que le aportan algo al conjunto.

La película trata temáticas que son fáciles de malinterpretar. ¿Cree que la mayoría de cineastas de hoy día se siente cohibido por lo que es políticamente correcto?

Desde luego en Estados Unidos sí. ¡Ya no se hacen películas! Todo el mundo quiere ser correcto, contentar a todos y no molestar. Pero a mí ya no me importa: me da igual si una cosa es correcta o incorrecta. No pienso autocensurarme en ningún momento. Si a mi intuición le parece bien, a mí también. Pero sí, tienes razón, algo ha pasado en Estados Unidos: todo lleva el sello PG (calificación por edades) y las películas “para todas las edades” son las más inanes. Lo que se pretende es que todo el mundo vea todo y eso ha llevado a una catástrofe capitalista.

Hay mucho que decir sobre el capitalismo, lo sé, pero en el cine en particular ha llevado a la industria a un sin sentido. Si todo lo que haces en una película tiene que estar absolutamente presupuestado y tiene que ver con el dinero porque puedes perder a un sector de público u otro, no queda sitio para el arte. Y esto que te cuento es la norma allí: de todo se tiene que sacar provecho económico. Absolutamente de todo.

Y hablando de Hollywood, ¿cómo cree que le ha tratado su industria natal?

Justamente... Quiero decir, básicamente odiaron Showgirls y se ofendían de toda la violencia de Starship Troopers. Pero a lo largo de los ochenta me dejaron hacer lo que quise. Aunque luego todo se fuese a pique, creo que estuvo bien. Hoy, mirarlo con perspectiva no es placentero, desde luego, pero no creo que me hayan tratado mal ni tengo un trauma respecto a eso. En Hollywood, cuanto más éxito tenías peor te trataban. Así que tampoco creo que haya una enorme diferencia con lo que pasa en Holanda.

Estoy orgulloso de haber estado preparado para lo que significó el estreno de Showgirls, pero algunas pelis mías también fueron vapuleadas en otros países. Aunque sí que es cierto que la víctima de Showgirls fue mi carrera. Intentaron destruirme, y creo que en parte lo consiguieron, pero aún así he sobrevivido y sigo haciendo las películas que quiero. No soy la víctima de su sistema: sobreviví y he rodado en otros sitios. Eso es todo.

¿Cree que Hollywood se ha vuelto más conservadora? ¿Se podría hacer hoy una película tan satírica como Starship Troopers?Starship Troopers

¿Una peli como Starship Troopers? No. Rotundamente no. ¡Si en su momento ya la estrenaron allí con una versión recortada que eliminaba frases del guión y desnudos! Hoy sería completamente imposible. La audiencia entendió que lo que estaban viendo eran héroes norteamericanos. Y en realidad les preguntaba: ¿y si lo que adoráis es fascista?

Hoy no podrías hacer una película de esas magnitudes con un mensaje así. ¿Sabes qué? Utilicé planos de El triunfo de la voluntad y me inspiré en Leni Riefenstahl para rodarla. ¡Yo hice mi parte! Intentaba hacerles entender que lo que estaban haciendo los militares protagonistas era el gen del fascismo. Pero tal vez no quisieron entenderlo. Si no, sólo tienes que ver el Estados Unidos que Donald Trump defiende.

Pues ahora que lo menciona, ¿cree que Trump será elegido presidente de los Estados Unidos?

Por Dios... ¡Espero que no! Pero lo cierto es que podría ser. Podría convertirse en una realidad muy pronto y las consecuencias serían terribles.

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