No conoces a Haruki Murakami si no has leído sus relatos
Publique o no, Haruki Murakami se las apaña para estar siempre presente en el mundillo literario. Bien porque su nombre resulta por enésima vez uno de los sonados para el Nobel de Literatura, bien porque se abre un consultorio online para charlar con sus lectores mientras acaricia a su gato, o porque anuncia que su nueva novela contará con más de 2.000 páginas y se publicará en dos tomos.
El escritor sigue siendo amado y odiado casi a partes iguales por mucho que pasen los años. Para algunos, es alguien escondido detrás de una gran estrategia de marketing del mundo editorial, un autor japonés muy poco japonés y una máquina de lugares comunes con los que se podría jugar al bingo. Para otros, es merecedor del éxito del que goza, una voz que no atañe a fronteras, sino a generaciones y un creador único de imaginarios que no se atan al idioma en el que se narran. Mucho ruido y muchas nueces.
Es uno de los nombres más importantes de la novela contemporánea, pero apenas se habla de su faceta como escritor de relatos cortos: pequeños textos que condensan su literatura en pocas páginas pero no pocos libros.
En nuestro país se han publicado colecciones como Sauce ciego, mujer dormida, Después del terremoto, Hombres sin mujeres y El elefante desaparece, todos bajo el sello de Tusquets. Pero sus cuentos ilustrados son una rareza maravillosa. La editorial Libros del zorro rojo publicó durante tres años consecutivos tres relatos ilustrados por la artista alemana Kat Menschik. Ahora, bajo el nombre de Trilogía Murakami, llegan juntos en la misma edición. Una ocasión perfecta para descubrir la cara más desconocida del autor.
Sueño
Sueño se publicó por primera vez en 1990, tan solo tres años después del arrollador éxito de Tokio blues (Norwegian Wood) que le había convertido en todo un icono de la juventud nipona. En cierto modo, la famosa obra explotaba una veta melancólica de su prosa que le pesaba tanto a él como a muchos de sus lectores. La contestación en forma de novela fue la extraña Baila Baila Baila, que pisaba ya terrenos más inclasificables. Y el remate para tratar de sobreponerse definitivamente fue esta pequeña y perturbadora narración.
Cuenta la historia de una mujer que vive, sin saberlo, atrapada por la monotonía. Sus jornadas se resumen en levantarse, preparar los desayunos de su marido y su hijo, hacer la compra, limpiar y acudir a natación. Hasta que un día, después de sufrir un episodio de parálisis del sueño, deja de dormir. A partir de entonces descubrirá, siempre de noche y en secreto, lo endeble y vacua que es su realidad.
En 2009, Kat Menschik leyó el relato y lo ilustró a su manera: sus dibujos no eran meramente narrativos, ni se atenían a lo explicado en la historia de la joven insomne. La artista lograba en Sueño crear una serie de imágenes que se colaban entre lo que provocaban las palabras del escritor. Ensoñaciones, extrañezas y visiones con fuerza propia. “La imágenes de Kat Menschik”, diría de ella Murakami, “son de verdad diferentes y únicas: es precisamente ese sentido de otredad el que como autor quiero provocar en mis lectores”.
Sueño es una de esas historias murakamianas en las que todo sucede un palmo por debajo de la realidad visible y tangible. Como si de una prefiguración de su vertiente más oscura se tratase. De hecho, comparte tanto el tono de su novela After Dark que casi se diría que este relato es un spin-off de aquella. Personajes perdidos vagando en una noche eterna en la que campan por sus anchas las pesadillas más básicas de nuestra cotidianidad.
Asalto a las panaderías
Asalto a las panaderíasEste relato no es uno sino dos: Asalto a la panadería, publicado por primera vez en 1981 en la revista literaria Waseda Bungaku, y Segundo asalto a la panadería, aparecido en la revista Marie Claire en 1985 como continuación de aquel. El doble relato es una aventura con más acción y socarronería de la que suele caracterizar la obra de Murakami, una excentricidad dentro de una carrera literaria basada en ella.
Una mañana, dos chavales extremadamente hambrientos deciden atracar una panadería. Años después del suceso, uno de ellos siente de repente un hambre insaciable exactamente igual a la que le empujó a cometer aquel delito. Un hambre que resulta que también siente su pareja. Ella le descubrirá que ambos son presas de una maldición que le echó el panadero en el pasado.
“Dios, Marx, John Lennon: todos han muerto. Fuera como fuese, teníamos hambre y, en consecuencia, avanzaríamos por la senda del mal”, escribía Murakami en el relato. “Pensándolo bien, lo escribí justo después del asesinato de John Lennon. En aquel momento, en efecto, la atmósfera estaba cargada de rudeza y gravedad”, reflexiona el autor.
Por su parte, las imágenes de Menschik se tornan más figurativas pero igual de seductoras. De los tres cuentos, éste era con el que se sentía más vinculada, pues su historia le recordaba a las batallitas que se contaban los niños de su barrio en la Alemania del Este antes de la caída del Muro de Berlín. Puede que por eso, el dibujo hace del relato una aventura épica en tonos dorados y verdes, dotando al texto de un nervio inaudito, rápido y urgente. Como si todo estuviera a punto de irse al garete y el universo imaginado en El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas estuviese cerca.
La biblioteca secreta
La biblioteca secretaEl más fantástico y cruel de los tres cuentos que componen esta particularísima trilogía fue también el último en ser publicado e ilustrado. Narra la historia de un joven que es secuestrado y retenido en un sótano oscuro de una biblioteca. Pasa los días leyendo y sumido en la tristeza hasta que una joven muda le visita en la celda. Tal vez le ayude a escapar.
Con La biblioteca secreta, Murakami construye un sombrío relato que recuerda constantemente a la novela Kafka en la orilla, una auténtica obra maestra publicada más de veinte años después. Este relato, opresivo y agobiante abre la puerta a la que es para muchos la mejor novela de escritor nipón. En palabras de Josep Lapidario, “la novela de Murakami más cerrada, planeada y compacta, así como la más visual e imaginativa”.
En La biblioteca secreta conviven estorninos parlanchines, hombres-oveja y amores entre libros que marcan el tono de fantasía desequilibrada y corrupta de gran parte de sus novelas. Desde los mencionados El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas y Kafka en la orilla, hasta la monumental trilogía 1Q84. Pero ninguno de estos los hemos visto acompañados de los personajes que dibuja Menschik, que esta vez opta por una ilustración mucho más descriptiva dadas las extrañas criaturas que pueblan el relato.
Decía un personaje de Tokio Blues que él escribía porque no acababa de comprender las cosas hasta que las ponía por escrito. Tal vez Murakami escribe por la misma razón, y sin embargo sus mundos muchas veces son un reflejo degradado de los nuestros. Aunque todos conviven en un mismo plano de la realidad que lo convierte todo en algo extraño e incomprensible.