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Paz Errázuriz, fotografías al margen

Una de las fotografías por las que Paz Errázuriz ha ganado el Premio PHotoEspaña 2015

Juan José Santos Mateo

Ella, recién llegada de Chile, la otra punta de la otra punta, se encontraba allí, en un departamento del Village neoyorquino. Era el año 1986, y estaba en el centro del mundo. Llevaba bajo el brazo algunas fotografías de su serie La manzana de Adán, y otras imágenes de boxeadores. La fotógrafa quería obtener apoyos para poder publicar esa serie. Aparece la dueña del departamento. “He leído todos sus libros”, le dijo la chilena. Y a la dueña, Susan Sontag, le encantaron las fotografías de Paz Errázuriz. El libro La Manzana de Adán se publicó en los 90. Apenas tuvo eco en un Chile en el que por fin se amanecía en democracia. El trabajo de Paz Errázuriz no obtuvo el reconocimiento que merecía hasta hace poco, y ese libro no alcanzaría una repercusión justa hasta que no fue reeditada recientemente por la fundación chilena Ama.

La relación de la obra fotográfica de Errázuriz (Santiago de Chile, 1944) con la literatura no se limita a aquella anécdota. Con Diamela Eltit realizó un libro de forma conjunta, El Infarto del Alma. Con Enrique Lihn hizo toda la parte visual de su trabajo Paseo Ahumada, con Malú Urriola llevó a cabo el proyecto La Luz que me ciega. Los escritores escriben al margen de las fotografías. Las fotografías, son anotaciones al margen de la historia oficial chilena. Y el margen, está hoy en el centro del mundo.

Acaba de recibir el Premio PHotoEspaña 2015, que reconoce la trayectoria profesional de una personalidad en el ámbito de la fotografía nacional o internacional. En la rueda de prensa de premiación, se habló de un reconocimiento al “rigor, la empatía y el respeto con los que la autora ha retratado la vida social contemporánea, a través de grupos humanos tan dispares como sacrificados boxeadores, travestis estigmatizados, enfermos confinados en centros psiquiátricos, cuerpos desnudos esculpidos por la vejez, melancólicos tanguistas o personajes circenses”. Y ella, ha contestado: “Yo trabajo en series cerradas, en algunas puedo estar años. Y no siento que pertenezca a ningún grupo, pero me siento cerca de todos. Son temas donde la sociedad no pone su mirada, y pretendo dar ánimo para que la gente se atreva a mirar”.

Paz Errázuriz destaca por el trabajo previo e investigativo en sus series. Conoce y convive con sus retratados, hasta tal punto que, al cabo de semanas de confidencias, todos parecen olvidarse de la Nikon 35mm que la fotógrafa lleva consigo. Ahí es cuando sucede la magia.

El objetivo del objetivo es lo periférico. La marginalidad mostrada con dignidad, con naturalidad. Una travesti baila frente al espejo en el prostíbulo La Palmera. Paz Errázuriz conoció a las mujeres y los hombres que se prostituían en el Talca y Santiago de Chile de los ochenta. Intimó con muchos de ellos. Historias de madres que aceptan a sus hijos (ahora hijas). De palizas. Del fin de la dictadura. Del antiguo libertinaje, y del nuevo liberalismo.

El trabajo de Paz Errázuriz está presente en la Sección Oficial de PHotoEspaña 2015 dentro de la exposición colectiva Latin Fire. Otras fotografías de un continente. Colección Anna Gamazo de Abelló. Se la premia por obras como las instantáneas de su serie El combate contra el ángel, que recopila retratos a boxeadores como La Furia David Ellis Venegas, quien murió tras su último combate, cuatro días antes de la Navidad de 1991. Le prometió a su familia que aquella sería su despedida de los cuadriláteros.

También por imágenes como las de la serie Tango. Parejas de bailarines, ya veteranos, adaptan la danza argentina al chileno. La privacidad de ese baile se hace pública con las fotografías de Errázuriz, quien se inmiscuye entre los movimientos, junto con su cámara, como una pareja más. El infarto del alma son retratos realizados en el Hospital Psiquiátrico Philippe Pinel, en Putaendo, en 1994. Parejas de pacientes del hospital. El amor y la locura, palabras tantas veces unidas, ponen en duda nuestros prejuicios.

Es el año Paz Errázuriz. Además de este premio, su obra representa a Chile, junto con la de Lotty Rosenfeld, en la Bienal de Venecia. Su trabajo está siendo aplaudido en la actualidad, algo que sucede con muchos de sus compañeros de generación. El arte chileno de los 70 y los 80, olvidado durante un par de décadas, es hoy reivindicado a través de exposiciones, adquisiciones en colecciones importantes y premios. Algunos, como Pedro Lemebel, lo han vivido al final de sus días. A otros, como a Juan Luis Martínez, nunca les llegó.

La exposición colectiva Latin Fire. Otras fotografías de un continente. Colección Anna Gamazo de Abelló puede visitarse en Centro Cibeles hasta el 13 de septiembre de 2015. En diciembre se inaugurará una retrospectiva de la obra de Errázuriz en Mapfre. Será una nueva oportunidad para reflexionar, a través de sus imágenes, sobre qué, quién, cómo y porqué somos el centro, y qué, quién, cómo y porqué somos el margen.

Todas las imágenes que aparecen aquí están protegidas por derechos de autor. Copyright: Álvaro Calvo

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