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'Flesh and Bone': fama, ballet y uñas rotas
La historia de Moira Walley- Beckett detrás de las cámaras daría para otra serie. La creadora de Flesh and Bone fue actriz antes que guionista y antes que eso hizo sus pinitos como bailarina de ballet. Como la protagonista de Flesh and Bone, una miniserie centrada en la cara más oscura y competitiva del ballet, consiguió demostrar su talento a base de trabajo y desde abajo, pero parece que sin tener que pasar por los problemas con los que tiene que lidiar la protagonista de su primera serie como creadora en solitario.
La escalada hacia el éxito de Moira Walley-Beckett comienza (de verdad) cuando Vince Gilligan la ficha para Breaking Bad. Empezó en la sala de guionistas pero no tardó en firmar algunos de los capítulos más memorables de la serie y ascender a productora. Suyos son el controvertido La mosca y sobre todo ese monumento titulado Ozymandias, por el que Moira Walley-Beckett ganó el Emmy de mejor capítulo dramático en 2014. El capítulo sigue poniendo los pelos de punta, sin importar las veces que lo hayas visto, y en el que su guionista se permitió hacer un cameo en recuerdo a sus años de actriz.
Después de Breaking Bad y con el aval del reconocimiento, decidió que era hora de lanzarse en solitario. Partiendo de su experiencia personal, escribió el proyecto de Flesh and Bone y se lo presentó a varias cadenas en EEUU. Finamente se lo quedó Starz en formato de miniserie de 8 capítulos para ser estrenada al completo en su plataforma de streaming. El domingo pasado, Flesh and Bone fue candidata a dos Globos de Oro, mejor miniserie y mejor actriz de miniserie para Sarah Hay, y desde esta semana está disponible en Movistar+.
Flesh and Bone apuesta por una temática muy poco explotada en las series, el ballet, y que cuando ha estado presente siempre ha sido abordada desde una perspectiva más amable, por ejemplo Bunheads. La protagonista es Claire Roberts, una bailarina con talento pero muy poca experiencia, que se escapa de una asfixiante situación familiar en Pittsburgh para labrarse una carrera en una de las compañías con más renombre de Nueva York.
La historia de su ascenso y todos los sacrificios que tiene que hacer por el camino se va construyendo a base de clichés –compañeras del cuerpo de baile ultracompetitivas y envidiosas, un coreógrafo que ejerce de dictador y toda clase de penurias físicas a cambio del triunfo– giros de guión y algunos inevitables paralelismos con Cisne negro. Puede que Flesh and Bone no sea perfecta pero sí que consigue que una vez que la empiezas no puedas soltarla hasta el final.
Además de su historia oscura y adictiva, Flesh and Bone también destaca por su estética y cuidada puesta en escena. Aquí es donde también se ve más clara la idea que tenía Moira Walley-Beckett para su primera serie como creadora. Todos los actores son o han sido bailarines profesionales (Sarah Hay estaba trabajando en una compañía en Alemania antes de unirse a la serie), unos números de baile muy bien integrados dentro de la trama de la serie y la cabecera, una de las mejores que nos dejó 2015.
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