Este blog se ocupará de las series más influyentes del momento, recomendará otras que pasan más desapercibidas y rastreará esas curiosidades que solo ocurren detrás de las cámaras.
Las series felices
Hay series capaces de conseguir que un día parezca menos malo cuando consigues terminarlo delante de la televisión viendo uno de sus capítulos. Son 'happy places' seriéfilos, como las denominó la crítica estadounidense, que en algunos casos cargan con la etiqueta de 'placeres culpables', series que sus fans no confesarían estar siguiendo religiosamente al mismo tiempo que analizan cada referencia de True Detective, y en otros casos tratan de llevar con orgullo la etiqueta de ligeras, porque no pasarán a la historia por ser las mejores pero cumplen con creces su objetivo de entretener.
Una de las mejores representantes de este segundo grupo es Hope, que vuelve a Fox con su cuarta y última temporada. Creación de Greg Garcia, responsable Me llamo Earl, sigue las andanzas de la familia Chance en su crianza de la niña que da nombre a la serie. Tiene un punto controlado de irreverencia, unos personajes que resultan tiernos sin caer en la ñoñeria y un muestrario de referencias a la cultura pop que le da otra vuelta de tuerca al concepto de comedia con familia disfuncional.
Cada final de temporada de 'Hope' estaba planteado como un final de serie y aunque el apoyo de sus fans, a los que los creadores daban las gracias al final de cada capítulo, consiguió que completara cuatro temporadas, la de este año tenía todas las papeletas para ser la última: los Chance se despiden con Virginia y Burt más protagonistas que nunca y con un repaso en forma de guiños a algunos de los gags más conocidos de la serie.
Muchos de los que se alegraban hace unos días de la resurrección de Community, celebraban seguramente la vuelta de uno de sus 'happy places'. Una de las mejores definiciones prácticas del término aparece en el capítulo History 101 (4x01), aquel en el que Britta le proponía a Abed que pensara en un lugar agradable cada vez que se sintiera angustiado ante la perspectiva de empezar su último año en la universidad. En una serie tan metatelevisiva como Community, la idea de felicidad para Abed no podría ser otra que meterse, al más puro estilo Origen, en una de esas sitcoms con risas enlatadas en la todos los problemas se resolvían con una moraleja.
Si hacemos una encuesta rápida, la mayoría de los 'happy places' actuales son comedias pero seguro que también aparecerían dramas que saben medir muy bien sus momentos cómicos como Suits o Justified, los que apuestan por plantear un caso semanal antes que una trama demasiado serializada o aquellas ficciones especialistas en conseguir que el espectador se sienta parte de su comunidad de personajes como Friday Night Lights, Las chicas Gilmore o Parks and Recreation. Como reza en el comienzo de este post, cualquier día malo parece menos malo después de ver un capítulo (o varios) de Miranda, Friends o Seinfeld, protagonista de unos cuantos homenajes en su 25 aniversario. Lo que menos importa es que ya te los sepas de memoria.
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