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The Guardian

La próxima llegada de los refugiados afganos reabre las divisiones sobre inmigración en Europa

Niñas y niños afganos refugiados en la periferia de Kabul.

Angela Giuffrida

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La caída de Kabul ha reabierto las divisiones que hay entre los países europeos en torno a la inmigración, con los líderes gubernamentales preparándose para un inevitable aumento en el número de refugiados.

Tras la toma de Kabul por parte de los talibanes, miles de afganos, entre ellos el presidente Ashraf Ghani, se precipitaron al aeropuerto de la capital tratando de huir de Afganistán. Hay informes de al menos tres personas muertas en el caos que se produjo en el aeropuerto.

Los líderes de Albania y de Kosovo anunciaron el domingo que habían aceptado la petición estadounidense de acoger temporalmente a los refugiados políticos que pidan entrar en Estados Unidos. La preocupación es que los miembros de la OTAN no están respondiendo con la rapidez necesaria para evacuar a los ciudadanos afganos en peligro de sufrir represalias por parte de los talibanes.

Albania, un país de 4,2 millones de habitantes en el sudeste de Europa, está acogiendo a cientos de refugiados. “Estoy destrozado por ver a gente que ha sido abandonada y quiero darles al menos la posibilidad de volver a respirar”, ha dicho el primer ministro del país, Edi Rama, al periódico británico The Guardian. 

“Sabemos lo que es vivir bajo una dictadura y lo que es ser un extranjero buscando refugio en algún lugar; esto lo hacemos por lo que somos; es un honor y un deber hacerlo”, ha señalado. También ha añadido que no podía entender “cómo los países más ricos podían dar la espalda”, algo que “choca con los valores que todos predicamos”: “Albania no puede resolver el problema pero tampoco queremos formar parte de él”.

Durante los últimos diez días, cerca de 30.000 ciudadanos afganos han abandonado el país cada día. En su mayoría, viajan por la vía terrestre hacia Irán o Pakistán. Como dijo Christopher Hein, profesor de Derecho y Política de Inmigración en la Universidad Luiss de Roma, “está claro que habrá un éxodo con la incertidumbre y la inestabilidad que hay en Afganistán, y los países occidentales tienen que actuar con rapidez”.

“Italia se compromete a proteger a los ciudadanos afganos que han colaborado con nuestra misión”, anunció el lunes el primer ministro italiano, Mario Draghi. También, que su país estaba “trabajando junto a sus socios europeos para una solución a la crisis que proteja los derechos humanos, especialmente los de las mujeres”.

En la noche del domingo se produjo la evacuación de Kabul de un centenar de ciudadanos italianos y personal de la embajada. Llegaron al aeropuerto de Fiumicino, en Roma, el lunes por la tarde. A bordo también viajaban ciudadanos afganos que habían colaborado con las fuerzas italianas. “Los talibanes están buscando a la gente casa por casa; las vidas de miles de personas corren peligro”, dijo un médico afgano a la prensa italiana.

El ministro de Asuntos Exteriores de Italia, Luigi Di Maio, afirmó el domingo al periódico Corriere della Sera que la prioridad era evacuar a los ciudadanos italianos pero que “después de veinte años no se podía pensar en abandonar al pueblo afgano”.

Luciana Lamorgese, ministra de Interior de Italia, señaló que tenían previsto evacuar a los intérpretes y al personal médico afgano que había ayudado a las fuerzas italianas. “Haremos todo lo posible para que lleguen a Italia sanos y salvos”, dijo.

Está por ver si Italia podrá o no aceptar más ciudadanos afganos, con el partido de extrema derecha La Liga como socio clave en la amplia coalición del gobierno de Draghi. Matteo Salvini, el líder de La Liga que bloqueó los barcos de rescate de migrantes en el Mediterráneo en los catorce meses que fue ministro de Interior, publicó en Twitter el siguiente mensaje: “En Kabul, tras la cobarde huida de las naciones occidentales, vuelve la bandera de los degolladores islamistas y de los asesinos talibanes; el terrorismo, la violencia, el miedo y la inmigración ilegal están en el horizonte”.

La ministra de Defensa de Francia, Florence Parly, dijo el lunes que el país evacuaría primero a sus ciudadanos y luego llevaría a sus colegas afganos en Kabul a una base en Dubái: “Tenemos previsto llevar a cabo el primer turno de aquí a finales de este lunes”. También, que entre los evacuados había ciudadanos franceses aún en Kabul, “pero también personas bajo nuestra protección”.

Los principales periódicos y emisoras alemanas han pedido a la canciller, Angela Merkel, que ponga en marcha un programa urgente de visados para acoger a los periodistas afganos que en los últimos veinte años trabajaron para ellos. “La vida de estos colaboradores autónomos corre ahora un grave peligro”, comunicó la agencia de noticias alemana DPA.

Austria anunció el domingo que continuará con su política de deportar a los afganos cuya solicitud de asilo no sea admitida. Es uno de los seis estados miembro de la Unión Europea (UE) que la semana pasada insistieron en mantener su derecho a expulsar a solicitantes de asilo afganos rechazados.

Tres de esos seis países, han cambiado de opinión desde entonces. Son Dinamarca, Alemania y Holanda, que anunciaron la puesta en suspenso del programa de deportaciones. Francia también ha suspendido las deportaciones de refugiados afganos con solicitudes de asilo rechazadas.

El ministro de Interior austriaco, Karl Nehammer, describió la suspensión de las deportaciones como “un factor de atracción para las migraciones ilegales que solo servirá para alimentar el negocio desconsiderado y cínico de los contrabandistas y del crimen organizado”.

“Las personas que necesitan protección deben recibirla en el país más cercano a su país de origen”, añadió. “Como ministro de Interior, soy el principal responsable de las personas que viven en Austria; eso significa, por encima de todo, asegurar a largo plazo la paz social y el estado de bienestar”. En una encuesta del periódico austriaco Osterreich, el 90% de los consultados apoyaba la dura postura del Gobierno.

Los países de la UE temen que se repita lo ocurrido en 2015 y principios de 2016, cuando entraron a Europa más de un millón de migrantes. En su mayoría venían de Siria, pero también había de Irak y de Afganistán, y su llegada desató una serie de turbulencias políticas en los Estados miembros y en todo el bloque. La respuesta fue llegar a acuerdos con Turquía y Libia para frenar el flujo.

Según Hein, “ahora tienen que abrir los ojos y asumir la responsabilidad”. “Tienen que organizar rápidamente la salida de los ciudadanos afganos, incluidas muchas mujeres que colaboraron con los países europeos en Afganistán, por vía aérea y lo antes posible”.

Traducido por Francisco de Zárate.

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