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La UE apura las negociaciones para acordar una respuesta común a la crisis económica bloqueada por las exigencias de Holanda

Mark Rutte, el primer ministro de Holanda; y Pedro Sánchez, presidente del Gobierno español.

Andrés Gil

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El ministro francés de Finanzas, Bruno Le Maire, se lo dijo a sus colegas a las 5.00 de la mañana, cuando ya llevaban 11 de horas de reunión del Eurogrupo: “Es una vergüenza. Mientras contamos las muertes por centenares y millares, los ministros de Finanzas jugamos con las palabras y adjetivos”. Y el presidente del Eurogrupo, Mário Centeno, le espetó al ministro holandés de Finanzas, Wopke Hoekstra: “¿Qué parte no entiende de que es una emergencia? ¡Una emergencia!”

Y así es. Los ministros de Economía de la eurozona volvieron a fracasar el lunes y martes. Este jueves la reunión del Eurogrupo prevista para las 17.00 va con retraso por las negociaciones bilaterales de última hora, con la esperanza de alcanzar una acuerdo sobre una respuesta común a la crisis económica cifrada en medio billón de euros y bloqueada por las exigencias de Países Bajos. “Espero que estemos todos a la altura de las circunstancias”, decía el presidente del Eurogrupo poco antes del inicio de la reunión: “Estamos cerca de un acuerdo”.

La idea es cerrarlo lo máximo posible antes de sentarse de nuevo.

El atasco sigue en el mismo sitio desde el primer día: las exigencias holandesas, fundamentalmente, a que el dinero movilizado del fondo de rescates de la UE –el MEDE–, con una capacidad de 410.000 millones para prestar –si bien se habla, de momento, de movilizar 250.000 millones–, tenga condicionalidades económicas. Es decir, que mantenga el espíritu para el que se creó en la crisis financiera: rescatar países de la bancarrota a golpe de recortes, privatizaciones e imponiendo reformas macroeconómicas.

Los debates fueron acalorados con Hoekstra, como revela el periodista de TVI Pedro Moreira. Wopke Hoekstra, por cierto, es líder del Partido Demócrata Cristiano holandés, y rival del primer ministro, Mark Rutte (Partido de la Democracia y Libertad), y tiene la cabeza en la política interna y las próximas elecciones.

“Soy profesor de economía, puedo discutir presupuestos y aranceles con usted, pero ¿qué parte no entiende de que es una emergencia? ¡Una emergencia!”, le espetó Centeno después de que el holandés dijera: “Estas propuestas son completamente inaceptables, nadie nos da nada, las reglas [del MEDE] deben cumplirse”.

Según Moreira, los Países Bajos perdieron aliados y terminaron solos en sus exigencias de condicionalidades para el MEDE. Primero se fueron desmarcando algunos de los países bálticos; luego, Austria, y finalmente, ya por la mañana, el ministro finlandés asumió: “Vine aquí con muchas dudas y objeciones, pero ahora ha llegado el momento del compromiso”. Pero Holanda no cedió.

Y, mientras Países Bajos se enroca en esas “ciertas condiconalidades”, en cuyo significado está la pugna, hay países, como Alemania, España o Francia que se han movido en relación con el MEDE, aceptando que tenga unas condicionalidades light. El movimiento de España ha llevado consigo la soledad de Italia en su oposición frontal a las condiciones del fondo de rescate. Italia, con una deuda del 137% del PIB teme que en algún momento las inyecciones del BCE –casi un billón de euros– no sean suficientes, si la crisis se alarga, para rebajar la prima de riesgo lo suficiente como para poder financiarse por sí misma en los mercados.

Y en Italia, donde ha habido hasta manifestaciones en la calle contra el MEDE y Matteo Salvini lo utiliza como arma política, la sombra de un rescate en anatema. España, sin embargo, cree que no va a necesitar acudir a él.

“El MEDE tiene doble vertiente: de rescate, red de seguridad de última instancia, pero también líneas precautorias que pueden considerarse para acceder a liquidez”, ha explicado este miércoles la vicepresidenta económica, Nadia Calviño: “Se está trabajando en un instrumento precautorio excepcional con una condicionalidad relacionada con que los recursos se dediquen a la respuesta al virus”.

Y ha añadido, no obstante: “España dispone de condiciones de financiación muy favorable en los mercados. No se trata de mecanismos que sean necesarios para España, pero es importante avanzar en la triple red de seguridad, también desde el punto de vista político. Necesitamos una respuesta europea”.

“La mayoría del esqueleto del instrumento estaba básicamente acordada”, dice una fuente comunitaria, “el problema que no se resuelve tiene que ver con la condicionalidad”.

Las 16 horas de reunión del Eurogrupo entre las 16.00 del martes y las 8.00 del martes, según fuentes diplomáticas, discurrieron con varias interrupciones para contactos bilaterales, redactar documentos y borradores. Porque, como dicen todas las fuentes, el lenguaje es clave. Dónde se pone la coma, qué palabra se usa, qué connotaciones tiene y cómo se llenan de significados los significantes.

Las discusiones, que se retoman este jueves a las 17.00, versaron sobre cuatro grandes asuntos: las tres redes de seguridad para la caída libre de la economía –el MEDE, el Banco Europeo de Inversiones, el sistema de reaseguro para ERTEs y el fondo de recuperación económica–.

“Las connotaciones del rescate de la Troika tienen que ver con visitas a los países, y nadie propuso que eso pasara”, dice una fuente diplomática: “La cuestión tiene que ver con que un grupo de países aceptan que a corto plazo se preste dinero con la única condicionalidad de que se emplee en la crisis sanitaria, pero necesitan algún tipo de directriz política y condiciones explícitas una vez que pase la crisis, y que el país que pida el dinero deba tomar medidas en función de sus circunstancias macroeconómicas para corregir los desequilibrios de la crisis, lo que terminará traduciéndose en un programa de austeridad”.

De nuevo, explica la fuente, es un problema de cómo quedan las cosas escritas: “Es un asunto político, porque hay preocupación por que el dinero se entregue gratis, y la lógica del MEDE es que sea condicionado. Y de acuerdo con estos países [fundamentalmente Holanda] no había suficientes condiciones en el borrador”.

El asunto más sencillo para los 19 gobiernos del euro es el papel del BEI: 200.000 millones para avalar empresas. La discusión ahí se centró en si debía focalizarse más en las PYMEs o abarcar todo tipo de empresas, y en principio, para no rebajar su monto, se queda como estaba previsto: para todo tipo de empresas.

En el sistema de reaseguro de desempleo diseñado por la Comisión Europea, el SURE, dotado con 100.000 millones, comenzaron los problemas. Fundamentalmente con los Países Bajos, de nuevo, porque teme que, el hecho de ser una herramienta centrada en la protección del empleo, pueda ser percibido como un verdadero mecanismo de paro. Una vez más, la semántica juega un papel político de primer orden.

En torno al SURE, también algunos países mostraron su preocupación por que pudiera invadir competencias nacionales, que no es el caso, y, sobre todo, que pueda convertirse en una herramienta permanente y que pueda institucionalizarse “por la puerta de atrás”, según fuentes diplomáticas.

La reconstrucción

Eurobonos, coronabonos, fondos... Hay múltiples apelativos, pero las claves son dos: dentro o fuera del Marco Financiero Plurianual 2021-2027 –el presupuesto de la UE– o con mutualización de deuda o no.

Los ministros de Finanzas del euro, que bastante tienen con discutir sobre el MEDE, evitaron concretar tanto los elementos sobre la reconstrucción de la economía, y ni siquiera mencionaron los eurobonos. ¿Por qué? Porque con la oposición de Alemania, Holanda, Austria y Finlandia es imposible que prosperen, por mucho que lo pidan España, Francia e Italia.

“Básicamente hubo una discusión sobre cómo redactar el acuerdo amplio que existe sobre la necesidad de un fondo ante la profunda recesión que se avecina”, dice una fuente comunitaria. Nadie se opone a la idea del fondo, pero sí existen dudas sobre si es el momento en el que aterrizar los detalles del fondo“, algo que quedará pospuesto a la decisión de los líderes de la UE en un próximo Consejo Europeo.

No obstante, la actitud de Alemania en las últimas semanas está intentando no aparecer tan dura como sus amigos holandeses.

El ministro de Finanzas, Olaf Scholz, que se ha expresado contra los eurbonos de forma contundente, lanzó un mensaje conciliador al término de la reunión de la mano de su colega francés.

“Necesitamos crear un fondo para la recuperación económica para compartir el coste de la reactivación de nuestras economías”, insistía este miércoles David Sassoli, presidente de la Eurocámara, tras el fiasco del Eurogrupo: “Esto requerirá mucho dinero; el presupuesto de la UE es demasiado limitado y no será suficiente. Necesitamos encontrar nuevas formas, extraordinarias y compartidas, de financiarlo. No se trata sólo de una cuestión de solidaridad, sino que redunda en beneficio de todos, habida cuenta de la profunda interconexión de las economías europeas. El colapso de un país tendría inevitablemente consecuencias dramáticas para todos los demás. En este contexto, la respuesta del Eurogrupo debe estar a la altura del desafío”.

“Europa es más que una coalición de ególatras. En una crisis como esta no existe alternativa para los eurobonos”, sentenciaba el editorial de Der Spiegel, publicado en castellano y titulado El rechazo alemán de los eurobonos es insolidario, mezquino y cobarde: “Demostrarían que en las situaciones de mayor necesidad no nos abandonamos, que Europa es más que un mercado interior bien engrasado pero insensible con una moneda (todavía) común”.

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