Bruselas mantiene la barra libre del gasto hasta 2023 para seguir con las ayudas públicas ante las nuevas olas de la pandemia
Bruselas mantiene la barra libre del gasto hasta, de momento, 2023. Es decir, deja abierto el grifo de las ayudas públicas ante las nuevas olas de la pandemia durante este año y el próximo. Eso sí, la Comisión Europea prevé reactivar el Pacto de Estabilidad y Crecimiento en 2023, momento en el que se retomaría la exigencia de cumplir con los topes de deuda (60& del PIB) y déficit (3% del PIB) con una senda que, con dos años vista, no está todavía definida.
Así, la Comisión Europea reconoce que “la pandemia ha cambiado significativamente el contexto del debate público, con niveles más altos de deuda y déficit y pérdidas de producción significativas, mayores necesidades de inversión y la introducción relacionada de nuevas herramientas políticas a nivel de la UE. Además, la cláusula de escape general se utilizó por primera vez en la aplicación de la supervisión fiscal. El relanzamiento de la consulta pública sobre el marco de gobernanza económica permitirá a la Comisión reflexionar sobre estos desafíos y extraer lecciones. Sin embargo, a la luz de la crisis de COVID y la necesidad de centrarse en los fondos de recuperación y la respuesta política inmediata, su relanzamiento se ha pospuesto”.
Mientras tanto, dado que la cláusula de escape general activada por la Comisión Europea para permitir que los 27 se salten los topes de déficit y deuda sin sanción no suspende los procedimientos del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, el Ejecutivo comunitario anuncia que propondrá orientaciones de política fiscal específicas para cada país como parte del paquete de primavera del Semestre Europeo.
Es decir, en mayo Bruselas seguirá dando recomendaciones a los Estados miembros, “al tiempo que utilizará toda la flexibilidad que contiene para garantizar que la coordinación de la política fiscal aborde la situación excepcional a la que ha dado lugar la pandemia”.
Así, la Comisión Europea afirma que “las orientaciones de la política fiscal seguirán siendo predominantemente cualitativas e incluirán algún elemento cuantificado diferenciado como parte de la orientación a medio plazo”. Y añade que “el impulso de los fondos europeos de recuperación, una mejora de la posición fiscal subyacente y la implementación de reformas e inversiones para impulsar el crecimiento potencial son beneficiosos y se tendrá en cuenta en la propuesta de orientación”.
En este contexto, “la Comisión Europea tiene la intención de tener en cuenta la gran incertidumbre, la respuesta de política fiscal acordada a la crisis del COVID-19 y las recomendaciones para 2021: el enfoque de la Comisión se confirmará en el paquete del Semestre Europeo de primavera, sobre la base de los resultados datos para 2020 y los programas de estabilidad y convergencia de los Estados miembros”.
Como parte del paquete de primavera del Semestre Europeo, la Comisión Europea también evaluará la desactivación o la continuación de la aplicación de la cláusula de escape general del Pacto de Estabilidad y Crecimiento. En opinión de la Comisión, “la decisión de desactivar la cláusula de escape general o mantenerla para 2022 debe tomarse como una evaluación global del estado de la economía basada en criterios cuantitativos, como el nivel de producción en la UE o la zona del euro en comparación con los niveles anteriores a la crisis sería el criterio cuantitativo clave”. Y añade: “Las indicaciones preliminares actuales sugerirían continuar aplicando la cláusula de escape general en 2022 y desactivarla a partir de 2023”.
Cuando se produzca la recuperación, la Comisión Europea se propone reactivar el debate sobre el marco de gobernanza económica. La revisión de la Comisión de febrero de 2020, que incluía los objetivos de la Agenda 2030, identificó desafíos reconocidos con el marco fiscal y su implementación. “Si bien los niveles generales de déficit y deuda disminuyeron, en algunos Estados miembros persistía una deuda pública muy elevada antes de la crisis actual”, dice Bruselas: “La orientación fiscal a escala de los Estados miembros había sido con frecuencia procíclica, tanto en las buenas como en las malas, respectivamente, al no crear suficientes reservas en algunos períodos o al no hacer un uso suficiente del espacio fiscal en otros. La composición de las finanzas públicas tampoco se había vuelto más favorables al crecimiento y la inversión. En caso de grandes perturbaciones económicas, la capacidad de dirigir la orientación fiscal de la zona del euro se había visto obstaculizada por la falta de políticas prudentes en los buenos tiempos y seguía siendo limitada mientras dependiera exclusivamente de la coordinación de las políticas fiscales nacionales, en ausencia de una capacidad central de estabilización fiscal”.
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