La huida de las petroleras deja al dueño de los oleoductos españoles en manos de grandes fondos
La huida de las petroleras del capital de la Compañía Logística de Hidrocarburos (CLH) ha dejado al dueño de los oleoductos españoles en manos de grandes fondos de inversión radicados en Luxemburgo y el estado de Delaware (EE.UU.), entre otras latitudes. Primero (marzo de 2011) se fue la canaria DISA; después (julio de 2013), la portuguesa Galp; luego le tocó el turno a Repsol (vendió su 10% el pasado septiembre) y este mes han sido Cepsa (9,5%) y BP. La británica anunció el pasado 13 de enero la venta de su 5% a un comprador no identificado (se trata de “un inversor institucional francés”).
La Comisión Nacional de los Mercados de la Competencia (CNMC) y su antecesora, la Comisión Nacional de la Competencia (CNC), siempre cuestionaron la presencia de las petroleras en el accionariado de la antigua Campsa por su condición simultánea de clientes y accionistas y el consiguiente riesgo de fijación de precios. La salida de los operadores petrolíferos se ha anticipado a la intención del Gobierno de intervenir los precios del operador logístico, después de que el Ministerio de Industria solicitara a finales del año pasado al 'súperregulador' una metodología de fijación de precios ante la creciente presencia de accionistas financieros en su capital.
Sin embargo, algunas fuentes del sector creen que la estampida, que se ha producido en plena crisis de precios del crudo (con las empresas del sector forzadas a vender activos para salvar su balance), puede ser contraproducente para el consumidor, pese al reducido impacto de los costes logísticos en el precio final de los carburantes; según CLH, en 2015 el precio medio de sus servicios logísticos fue inferior a un céntimo de euro por litro, lo que supone aproximadamente el 0,6% del precio de venta al público que pagan los usuarios por cada litro de combustible.
“La posición financiera de un fondo exige el mayor rendimiento posible, como no puede ser de otra manera. Es como cuando el capital riesgo entra en una empresa y todo el mundo se echa a temblar, porque van a exprimir al máximo el beneficio. Su objetivo está clarísimo y es único. Ahora, el Estado se encuentra con una compañía sin ningún operador y va a tener muy complicado influir en ella”, opinan esas fuentes.
Fuentes de la CNMC consideran “lógica” la desaparición de las petroleras del accionariado de CLH, que se asemeja a lo que ocurrió en su momento con los otros operadores de red, REE (que durante años estuvo participada por las eléctricas) y Enagás (Gas Natural).
El Estado se queda sin capacidad de influencia
Aunque la ley fija una serie de limitaciones (ningún accionista puede tener más del 25% del capital y los derechos de voto y los accionistas con capacidad de refino no pueden sumar más del 45%), el Estado no tiene ninguna participación en CLH, mientras que en REE y Enagás es el primer socio por derechos de voto en una compañía a la que Competencia no ha dudado en calificar de “monopolio”. En teoría, existe una alternativa al transporte de petróleo por oleoducto, como los buques o los camiones cisterna. CLH, con una red de oleoductos de más de 4.000 kilómetros, 39 instalaciones de almacenamiento con una capacidad de ocho millones de metros cúbicos y 28 aeroportuarias, tiene una cuota de mercado superior al 80% en España.
El fondo francés Ardian se ha convertido en el mayor accionista de CLH, con un 25%. A continuación está la firma luxemburguesa GIP II Palma Luxco II, que aglutina a varios fondos, con un 15%, y Omán Oil y AMP Capital con un 10% cada uno. La petrolera del sultanato de Omán, que nunca ha tenido presencia comercial en España, es el único vestigio del sector petrolero que queda en su accionariado y una de las candidatas a abandonarlo, junto con Kutxabank (5%) y Abanca (5%), propiedad del banco venezolano Banesco.
A la incertidumbre sobre el efecto que los fondos tendrá en los precios que cobra CLH a sus clientes se suma que la compañía va a liberarse en breve de buena parte de las exigencias de información que hasta ahora rendía por su condición de empresa cotizada.
CLH quedó excluida de Bolsa el pasado 8 de diciembre, tras el cierre de la opa de exclusión lanzada por el 0,6% del capital que todavía cotizaba, y celebrará el próximo lunes una junta extraordinaria en la que, entre otras cosas, eliminará la obligación de tener consejeros independientes, reducirá los requisitos de información al mercado a los anuncios que publique en su web y eliminará de sus estatutos el término “tarifas” para referirse al precio de sus servicios. A partir de ahora, serán “contraprestaciones económicas”. Todo un aviso al mercado.