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Ocho meses de pulso a Ryanair: los tripulantes de cabina consiguen que la aerolínea asuma la legislación laboral española

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Mónica Martín

Arranca 2019 con el fin del conflicto laboral entre los tripulantes de cabina de Ryanair y la dirección de la aerolínea irlandesa tras 8 meses de largas negociaciones y confrontación entre ambas partes. Esta madrugada han alcanzado un acuerdo –tras más de 20 horas de reunión en la sede de la Dirección General de Trabajo– en el que se incluye la firma del primer Convenio Colectivo bajo la legislación laboral española, principal reivindicación de los tripulantes.

En la primera reunión –de 11 horas de duración y previa a la huelga convocada para el 8 de enero– “se detecta cierta flexibilidad por parte de la compañía”, destaca Jairo González, secretario del sindicato USO y ex jefe de base de Ryanair. “Esto fue lo que nos llevó a desconvocar la huelga y seguir con las negociaciones”, reconoce. La segunda jornada de negociaciones duró 20 horas. Durante la reunión pusieron sobre la mesa más de 16 propuestas de acuerdos donde ambas partes tuvieron que acercar posturas para finalmente culminar con un “acuerdo preliminar” que ya se ha hecho tangible.

En el texto, Ryanair acepta que sus tripulantes de cabina (TCP) en España estén bajo el amparo del Estatuto de los Trabajadores, norma suprema por la que se rige el derecho laboral español. Esto implica el reconocimiento sindical y la desaparición de las agencias de contratación Crewlink y Workforce, que “suscriben contratos laborales con dobles escalas salariales y condiciones laborales diferentes entre trabajadores que realizan las mismas funciones en el mismo avión”, indica Antonio Escobar, portavoz de SITCPLA.

El 30 de enero, 400 contratos de TCP con estas agencias –con una antigüedad de más de cuatro años– se convertirán en “contrato Ryanair” con efecto inmediato, anuncia Manuel Lodeiro a este medio, miembro de SITCPLA y jefe de cabina de la aerolínea. En esta misma línea, González (USO) explica que el 75% de trabajadores temporales que existen en Ryanair “se reducirá a un 25 o 40%”.

Para suscribir el primer Convenio Colectivo de la compañía aérea en España, ambas partes han establecido un período transitorio de adaptación “que finaliza en diciembre de 2019”, añade Lodeiro. El representante de los TCP no oculta “lo duro que ha sido llegar hasta aquí tras un año en la sombra” y muestra optimismo tras la firma del acuerdo que legitima a los sindicatos.

Resistencia a acatar el marco jurídico

Durante los meses de conflicto la multinacional se resistía a acatar el marco jurídico español, a pesar de que una normativa europea obliga a las aerolíneas a establecer que sus empleados puedan cotizar a la Seguridad Social en el país donde se encuentra su base de trabajo desde el año 2012.

Esta ley actualmente se encuentra en un período transitorio de aplicación de diez años, por tanto, los tripulantes de cabina y los pilotos de la compañía podrán cotizar a la Seguridad Social en el país donde se encuentre su base –independientemente del lugar donde se haya firmado su contrato– a partir de 2022.

Los contratados posterior a la fecha de entrada en vigor del reglamento ya tienen derecho a cotizar en el país donde trabajan. Ryanair ha aprovechado este “vacío legal” para seguir aplicando a todos sus empleados en Europa la legislación laboral de Irlanda. “Lo que se ha conseguido en España no se ha conseguido en Europa todavía”, cuenta Escobar, presidente de SITCPLA, que además destaca el papel de mediación de la Dirección General de Trabajo en este conflicto.

Menos derechos laborales

Los TCP de Ryanair contratados antes del año 2012 están obligados por contrato a cotizar bajo la Seguridad Social irlandesa, lo que no les da derecho a paro ni a una prestación por jubilación en España, tampoco a una sanidad pública. En caso de que tengan que acudir a urgencias son tratados como “desplazados” y no disponen de médico de cabecera. En Irlanda tampoco tienen derecho a sanidad porque no residen allí. Como consecuencia de ello, la mayoría de los afectados tienen que contratar seguros sanitarios privados, que se costean ellos mismos, para tener cobertura en España.

Además, los 1.800 trabajadores de Ryanair en España están obligados por contrato a abrir una cuenta corriente en Irlanda donde tienen que domiciliar su nómina. Por tanto, cuentan con muchas dificultades a la hora de solicitar productos financieros, como una hipoteca, en España, según fuentes sindicales.

Al estar contratados bajo la legislación irlandesa, según los sindicatos, los trabajadores cuentan con menos días de vacaciones (20 días en lugar de 30) y no tienen reconocidos ciertos derechos como permisos laborales por diferentes motivos, además de la obligatoriedad de “la renuncia forzada de los trabajadores de acudir a los tribunales españoles en favor de los irlandeses”.

Una época estival marcada por las huelgas

Los tripulantes echan la vista atrás hasta el origen del conflicto laboral en abril de 2018. En plena huelga de TCP portugueses, durante el puente de Semana Santa, la aerolínea irlandesa decide “utilizar sus bases en España para fletar aviones que operaran desde Portugal y así minimizar el efecto de la huelga”, exponen los sindicatos.

La llamada grabada de una trabajadora española negándose a trabajar para ejercer su derecho a huelga activa todas las alarmas en los países con representación sindical y enciende el conflicto en España. La alianza de países se hace tangible con el ultimátum de los sindicatos –no reconocidos por la compañía– sobre una oleada de huelgas europeas si la compañía no aplica la legislación laboral de cada país.

Ryanair no cede y los sindicatos convocan huelga para los días 25 y 26 de julio en España, en plena temporada alta estival. Las presiones de la aerolínea a empleados crecen mediante llamadas y mails de la dirección en los que preguntan si van a secundar la huelga. “Eso es ilegal, y ya lo hemos denunciado”, explicaba Sergio, tripulante de cabina de Ryanair, concentrado desde las 4 de la mañana a las puertas de la terminal 1 del aeropuerto de Barajas en la huelga del 25 de julio.

Después del parón estival, los sindicatos y la dirección de la empresa retoman las negociaciones, sin éxito. Los representantes de los TCP de Europa convocan huelga el 28 de septiembre, que se salda con 88 vuelos cancelados y 15.000 pasajeros afectados. La constante negativa de la aerolínea a acatar el marco jurídico eleva el conflicto a Europa. Los sindicatos exponen un discurso desalentador ante un Parlamento Europeo que advierte a Ryanair: “el lugar donde el trabajador reside es lo que determina dónde se aplica la ley”, constata la comisaria europea de Empleo, Marianne Thyssen.

Los representantes de los trabajadores se apoyan en decisiones judiciales que les dan la razón. Una sentencia del Juzgado de lo Social Nº8 de Santa Cruz de Tenerife, reconoce como empleado de la compañía a un piloto contratado a través de sociedades externas: “es una baldosa más en el camino”, sostiene Ernesto Iglesias, responsable de vuelo en el sindicato USO.

Tras cuatro meses de investigación, la Inspección de Trabajo constata que, efectivamente, la empresa irlandesa vulneró el derecho de huelga de los trabajadores además de ejercer “un uso abusivo de su poder mediante la asignación de guardias a trabajadores que estaban en situación de descanso o de días libres”. La institución sanciona a la aerolínea por lesionar este derecho y por obstruir el trabajo de la propia Inspección.

Punto final al conflicto laboral, “por el momento”

“El modelo de negocio de Ryanair se replica en muchos sectores, no solo en la aviación”, afirma Manuel Lodeiro (SITCPLA). Cuenta que la unión transnacional de trabajadores es la única manera de frenar los abusos de otras multinacionales que copian el modelo de negocio de Ryanair.

Los representantes de los TCP ponen punto final a este conflicto laboral “por el momento” y creen que debe servir de ejemplo para otras empresas multinacionales que no “respetan los derechos de sus trabajadores”.

Un “bienvenidos a casa”, se escucha al finalizar las más de 20 horas de reunión en la sede de la Dirección General de Trabajo. “Sabemos cómo se lucha en casa”, sostiene Lodeiro y añade que por fin “Ryanair está ajustando su modelo al siglo XXI”.

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