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La lucha contra el abandono escolar también se libra desde las empresas

Solo Malta tiene una peor tasa de abandono que España en la Unión Europea.

ED Creativo

El abandono escolar es un drama en España. La baja motivación, la falta de autoestima o una ausencia de reconocimiento por parte de la familia, unidos a un sistema educativo rígido, provoca que un 19 por ciento de los jóvenes españoles, casi uno de cada cinco, abandone los estudios antes de tiempo. Según los últimos datos de Eurostat, de 2017, sólo Malta sufre una tasa mayor que la de España. El promedio continental está en el 10,7 por ciento.

El Banco Santander, dentro de sus programas de banca responsable, se ha unido a la Fundación Exit con un programa de voluntariado para empleados, Coach Exit, que ayudan a jóvenes vulnerables a evitar el abandono escolar y les enseñan habilidades profesionales y personales para conseguir una futura inserción laboral. Varias decenas de empleados del banco se han convertido en “coaches” y en mentores de jóvenes en varias provincias.

Uno de ellos es José María López Sanz, Chema, empleado del Banco Santander desde hace veinte años. “Sabía que el banco colabora con iniciativas de este tipo y me surgió la idea de preguntar si podía participar en algún proyecto social. Me invitaron a colaborar con un programa de apoyo a chavales jóvenes que estaban en formación profesional. Así fue como conocí Coach Exit”, explica Chema. Nada más apuntarse, pudo conocer a otro José Manuel, de apellido Vidal, o como se hace llamar él mismo, el “Chema pequeño”, un chico del Barrio de la Fortuna, un barrio de la periferia madrileña que tiene una tasa de abandono escolar incluso más alta que la media española.

“Me presentaron a Chema (el pequeño) en un brainstorming que tuvimos aquí, en el banco. Después fuimos a su instituto. Cuando le conocí empezamos a trabajar muchas cosas. Algunas de ellas muy básicas: puntualidad, exigencia, enriquecimiento personal…”. Esto ocurre así de forma general en este tipo de iniciativas. El primer encuentro suele producirse en el entorno de los jóvenes, que en ese momento no cuentan con más de 17 o 18 años. A partir de ahí, el ritmo de citas, llamadas, ejercicios y consejos lo van poniendo los tutores.

Como explica la Fundación Exit, el proyecto Coach está dirigido a “empresas socialmente responsables y pertenecientes a sectores con necesidades de contratación que quieran involucrar al personal de la empresa en una acción solidaria concreta durante un tiempo limitado y con unos resultados asegurados”. La Fundación forma a los voluntarios del banco para que sepan cómo hacer el coaching con los jóvenes. El voluntario se forma en una técnica que podrá aplicar en su día a día y, además, “conoce a un joven del que también podrá aprender mucho y que le obligará a activar nuevas competencias de comunicación intergeneracional e intercultural, atención a la diversidad, liderazgo, compromiso social…”.

Durante seis sesiones, el voluntario acompaña al joven para que descubra el mundo de la empresa, presentándole a sus compañeros y potenciando el trabajo en equipo.

“Lo más importante que puedes hacer con una persona que tiene falta de motivación a esa edad es darle herramientas prácticas, pequeñas cosas que le hagan ejercitar y trabajar su desarrollo personal”, comenta Chema. Durante semanas de trabajo, ambos pusieron en práctica las tareas y ejercicios pactados en toda serie de entornos, con el objetivo último de crecer y mejorar en el ámbito profesional, pero también en el personal. “Le recomiendo que ahorre, o que piense bien en qué invierte los ahorros que va generando. Él me llama y me pide consejo para algunas cosas, y así hemos ido funcionando. A día de hoy ya está trabajando. Creo que es un gran profesional y que va ascendiendo, con un reconocimiento en su empresa muy positivo”.

A día de hoy, el coaching de los Chemas ha concluido, pero siguen manteniendo muy buena relación personal. “Nos comunicamos a menudo”, explica Chema. “Siempre que podemos nos llamamos y de vez en cuando quedamos a comer, pero es porque nos ayudamos el uno al otro. Pese a la diferencia de edad, somos buenos amigos. Pasamos muchas horas en la oficina, en el trabajo. Vivimos en entornos laborales muy exigentes, en los que apenas hay tiempo libre para cuidar de nosotros mismos, así que el hecho de que una empresa tan grande como Banco Santander te ayude a hacer una reflexión sobre aquello en lo que puedes aportar a la sociedad, tiene un valor enorme. Yo estoy muy agradecido”, concluye Chema.

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