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Cuidado con los productos contra la picadura de las medusas

Foto: Sam DeLong

Jordi Sabaté

Mireya, socia y lectora de eldiario.es, es además bióloga marina y doctora en Oceanografía, a lo que suma, según explica, “tres años de experiencia en marinería de recreo donde vi toda la gama de productos que traían los usuarios…”. Ella nos escribe para advertirnos de una serie de remedios comerciales que a tenor de su experiencia son sumamente inapropiados.

Nos explica lo siguiente: “la mayoría [de estos productos] están hechos a base de amoniaco, sustancia para nada recomendable, además de incluir algunos palas de plástico para arrastrar los fragmentos adheridos de las medusas cuando se produce una picadura. En este caso además, se utiliza incorrectamente puesto que lo que hace la gente es agravar la lesión porque creen que raspando la piel extraen las toxinas. No siendo esta su finalidad.”

¿Qué dicen los expertos?

Nosotros explicamos en ConsumoClaro el pasado agosto en ¿Cómo actuar ante la picadura de una medusa? que, en efecto, remedios como verter vinagre o amoniaco en la zona de la herida solo contribuía a agravarla pues sin bien su carácter ácido podía neutralizar el pH del veneno, se trata de sustancias demasiado agresivas que, por otro lado, pueden contribuir a agravar la herida y abrir las puertas a una infección.

Por si fuera poco, un artículo publicado en la biblioteca científica digital Scielo sobre la experiencia en el tratamiento de picadura de carabella portuguesa (Physalia physalis) relataba que el tratamiento con estos productos, más allá de neutralizar, o no, el veneno provoca un estallido de las células urticantes de los restos de tentáculo que hayan quedado en la piel y, por lo tanto, extiende el problema.

Tampoco se antoja recomendable el uso de arena u objetos tipo pala para eliminar restos de tentáculo que puedan haber quedado pegados a la piel, pues como dice Mireya, provocan erosiones y facilitan que se extienda la infección. Tal como explica la Guía de identicación y tratamiento de picaduras de medusas y otros organismos gelatinosos, el único tratamiento adecuado debe ser lavar la zona con agua de mar o suero fisiológico -o bien lavárnosla dentro del mar-, y quitar los restos de tentáculos con unas pinzas si hubiere, o bien con guantes para no extender el veneno.

Puede ser bueno aplicar frío sobre la herida en forma de hielo, pero nunca directamente, ya que el agua dulce es muy contraproducente; en su lugar usaremos una bolsa de plástico que cubra los hielos y haremos la aplicación dentro del mar, para evitar que la condensación por frío de la humedad del aire nos aporte agua dulce. Si el dolor persiste podemos tomar un paracetamol y si hubiere reacción alérgica con erupciones deberemos ir a una farmacia para que nos receten algún antihistamínico. La Guía, por cierto, también advierte seriamente contra la aplicación de amoniaco, agua dulce o vinagre.

¿Qué se ofrece en farmacias?

Nos hemos desplazado a diversas farmacias para comprobar la oferta de productos contra la picadura de medusa y en realidad tan solo hemos detectado uno que, como explica Mireya, contenga amoniaco. Se trata de un remedio de una marca conocida que también se aplica a las picaduras de insectos; en la publicidad se puede ver claramente la figura de una medusa, indicando que es válido para estos animales. Este producto es, según los consejos de Mireya, el estudio citado y la Guía -patrocinada en su día por el Ministerio de Medioambiente-, es contraproducente.

Por otro lado, se nos han ofrecido otros dos productos que no incluyen amoniaco pero contienen potentes antihistamínicos: el dimentindeno maleato y la difenhidramina, una alternativa sintética a la escopolamina, principio activo de la leyenda urbana conocida como burundanga. Ambos solo deberían aplicarse, según la citada guía, en caso de reacción alérgica, pero nunca como remedio directo.

En especial la difenhidramina aplicada masivamente puede provocar somnolencia -ojo conductores-, sequedad de boca, visión borrosa o fotofobia. Por lo tanto, solo debería aplicarse bajo la supervisión de un facultativo y una vez comprobada la reacción alérgica a la picadura de la medusa, que no se da en absoluto en todos los afectados.

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