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Mezquitas vascas organizan un Ramadán solidario para familias afectadas por la COVID-19

Un hombre desinfecta una mezquita en Karachi, Pakistán, este 22 de abril

Maialen Ferreira

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Los más de 51.000 musulmanes que viven en Euskadi se enfrentan al Ramadán más complejo de su vida: un ayuno en confinamiento. Una situación, que se agrava en el caso de las familias que a raíz del coronavirus han perdidos sus sustentos económicos por la falta de empleo. Para lograr que estas familias puedan pasar el mes del Ramadán sin falta de recursos, las asociaciones de mezquitas, junto con la Asociación Ibno Battuta y la Asociación Alindimay, han organizado una campaña solidaria.

Cada persona que quisiera colaborar puede realizar donaciones, con las que los colaboradores compran y entregan comida y recursos a los familiares afectados por la crisis de la COVID-19. “La comunidad musulmana en su mayoría son gente obrera. Hay muchas familias que están pasando momentos duros porque hay muchas empresas que han entrado en ERTE y sus trabajadores no han cobrado, otros han ido al paro y los trámites van un poco lentos. También hay gente sin papeles, que no tienen ningún tipo de ayuda oficial. Esos son los casos en los que estamos interviniendo, para que al menos este mes puedan vivir en paz. Si logramos salvar a 20 familias para nosotros ya es un logro”, señala a este periódico Ahmed Zannouti, representante de la comunidad musulmana de Vitoria.

Zannouti preside la comunidad islámica Annour, que gestiona una mezquita y varias actividades sociales y culturales, además de coordinar todas las de Vitoria. Es miembro de Ados, comisión asesora del Gobierno vasco para la pluralidad religiosa, promueve la donación de sangre y ha servido cenas populares durante el Ramadán para que los autóctonos pierdan el miedo a ese rito.

Antes de otorgar recursos a las familias que los solicitan -a través de los teléfonos de contacto o de las redes sociales- se les realiza una pequeña entrevista para asegurarse de que no hay ningún miembro con trabajo o recibiendo recursos sociales. Solo entonces se les entrega lo requerido, puede ser comida, productos de higiene o, en el caso de las familias más necesitadas y con menores a su cargo, pequeñas cantidades del dinero donado para que puedan cubrir sus necesidades básicas.

“Sabemos que tampoco vamos a recaudar una cantidad muy grande de dinero por eso hemos decidido realizar esta iniciativa tan solo a nivel local, pero sabemos que hay otras iniciativas que van dirigidas a toda la población de familias vulnerables por todo el Estado”, asegura Zannouti.

El Ramadán en cuarentena

Zannouti, al igual que el resto de ciudadanos musulmanes lamenta el hecho de tener que celebrar el Ramadán sin poder relacionarse con sus familiares y amigos. “El ayuno en sí mismo no se ve afectado porque es una iniciativa personal de las personas sanas que están en condiciones de llevarlo. Lo que sí que afecta de una forma muy negativa es este aspecto social, que no puedes estar con gente, comer con gente, ver a los familiares”, lamenta.

Eso sí, mantienen la esperanza de poder celebrar la rotura del ayuno, la multitudinaria fiesta conocida como el Aid el Fitr, que tendrá lugar al finalizar el Ramadán, a finales de mayo. “Es un aspecto nunca vivido, nos ha tocado y hay que adaptarse a lo que hay y respetar a las autoridades competentes. Acordamos cerrar las mezquitas, pero vivimos con la esperanza de que esto no dure todo el mes de mayo, para poder celebrar al menos el fin del Ramadán”, indica. Un sueño que recalca, pero “sin perder el sentido común”, como asegura: “Hay que hacer caso a las autoridades porque la salud es lo más importante”.

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