“Lo bello también puede ser combativo”
“Las estrellas se nos resisten. Se nos llevan resistiendo demasiado tiempo a los de abajo, a la gente común, a las que estamos siempre detrás. Son difíciles de capturar no porque estén lejos, sino porque trataron de convencernos de que nunca llegaríamos hasta ellas”, escribe María González Reyes en 'Historias que capturan estrellas', un libro iniciativa de OMAL (Observatorio de Multinacionales de América Latina), que ha contado con los dibujos de Virginia Pedrero Boceta para explicar pequeñas historias pero de gran caladura social. La idea era explorar nuevos lenguajes comunicativos “huyendo del lenguaje macro y los estudios para llegar de otra manera a la gente”, explican ambas autoras que este viernes han presentado su libro en Bilbao. Así quieren recalcar que aunque “los informes y grandes tratados son importantes, también lo es construir relatos que nos inviten a ver de manera muy cálida y muy cercana que es posible cambiar las cosas”.
El libro se impone frente a la falsa creencia de que ‘las cosas son como son y no las podemos cambiar’. Es algo que está bastante arraigado en la sociedad, ¿por qué nos han hecho creer esto?
La idea es rescatar a partir de otro lenguaje esas historias que efectivamente no aparecen en los medios de comunicación masivos y que, sin embargo, son las historias que realmente nos ayudan a ver el mundo de otra manera. La producción de historias sobre todo está acaparada por los grandes dueños del mundo que nos hablan del amor romántico o de héroes individuales, pero nunca de revoluciones ni de las ventajas de organizarnos, quizás también porque esa es la manera de que el 99% de la población permitamos que ese 1% siga con su status. En cambio, si generásemos otra manera de mirar en la que nos creyéramos capaces de revertir estas situaciones de injusticia, probablemente ese 1% dejaría de acaparar riqueza y poder.
El individualismo impera en la sociedad, pero vosotras recalcáis que las alternativas se encuentran en las colectividades…
Vivimos en sociedades en las que se alude un montón a temas individuales y, por eso, muchas veces nos parece imposible cambiar estas realidades. En el libro queríamos rescatar que precisamente son las colectividades quienes van a generar esos cambios y que los van a generar a través de palabras como ilusión, alegría y esperanza, que son las que nos vas a servir de vínculo entre las personas y de motivación para conseguir cambiar lo que tenemos. En el libro destacamos algunos nombres propios para poner de manifiesto que precisamente somos las personas quienes formamos esas colectividades, que van a su vez a generar los cambios para poner también de manifiesto que somos cada y una y cada uno de nosotros los que podemos hacerlo.
¿Cuáles son las alternativas ante este modelo devorador de vida al que aludís? ¿Qué más nos queda por ver de la crisis de la civilización?
En el libro se recogen historias que no son de ficción, son historias reales que muestran pequeñas alternativas: algunas de ellas generadas en las periferias, pero otras no. Muchas veces esas alternativas surgen por colectivos que necesitan generar esos cambios porque están sufriendo de manera más directa y más dura esas injusticias, esas desigualdades. Por eso se recogen en el libro muchas historias de gente que vive en las periferias, pero en realidad es una conexión entre distintas partes de la sociedad quienes tienen que generar el cambio, siempre en horizontal y desde abajo que es la manera de crear procesos colectivos de verdad.
Acabar con el sistema capitalista es una cosa compleja. Es evidente que en modo local no vamos a conseguir derrotar el sistema, pero esta creación de alternativas pequeñas nos va a servir como un ensayo para cuando esta crisis eco-social, de la cual ya vemos bastantes parámetros que nos dicen que está ahí como es el tema del cambio climático, como es usar de manera ilimitada unos recursos que son finitos… Cómo esto va a llegar a un colapso más allá del que estamos viviendo ahora. Pensamos que esta generación de alternativas y esta puesta en práctica de pequeños proyectos lo que van a hacer es que cuando ya el capitalismo se choque con esos límites del planeta y se tenga que frenar sí o sí hayamos experimentado y puesto en práctica otras maneras de funcionar que no sean que ese 1% acapare todavía más los recursos que queden.
¿En el día a día somos conscientes de la felicidad que nos aportan los colectivos?
Creo que una de las cosas que los movimientos sociales tenemos que aprender a hacer cada vez más es utilizar también la motivación, celebrar los pequeños éxitos que tenemos y utilizar cosas que empaticen con nosotros, que nos hagan identificarnos con esas otras personas no solamente con un lenguaje macro de las grandes cifras sino también usando un lenguaje de lo próximo. La idea sería un poco tratar de llegar a las otras personas a través de estos pequeños relatos con la idea de que empaticemos y nos empoderemos de estas historias que son reales y que pensemos que los cambios son posibles porque hay gente como cualquiera de nosotras que ha conseguido esos cambios.
¿Son los héroes cotidianos los que pueden conseguir llegar a las estrellas más altas?
Para nosotras las estrellas son esa utopía que queremos conseguir, esa sociedad distinta o esas muchas sociedades distintas que se pueden conseguir y la idea que queremos transmitir es que de alguna manera se ha instalado en nuestra cabeza que es imposible llegar hasta ellas. Se ha instalado porque ese 1% que manda ha generado órganos represivos que hacen que cada vez sea más difícil establecer mecanismos para ir en contra del sistema. Y, por otro lado, porque lo que se nos cuenta es un único relato de va a ser más feliz cuanto más consumas, cuanto más tengas. El relato de ‘somos lo que tenemos’ o el relato de ‘la naturaleza es lo que vemos en los documentales pero no la naturaleza que se deteriora en tu entorno cercano’. Sin embargo, lo que reivindicamos es buscar otros relatos que pensamos que si se hacen más visibles y se empiezan a ver más nos harán conscientes de realidades más cotidianas que estas otras que nos cuentan. Por ejemplo, cuando el 15M estalló en la Puerta del Sol en Madrid, la plaza se llenó de relatos escritos por gente que decía cosas y que imaginásemos cómo sería una ciudad en la que al caminar estaría llena de cosas que diríamos las personas y no lo que dicen los publicistas y las empresas que hay detrás. Cambiaría seguro nuestra manera de caminar, de actuar y nos veríamos más capaces de cambiar las cosas como ocurrió en aquel momento.
En este sentido, de cambiar las cosas que se dicen en las ciudades está el libro que es una manera de contar, de hablar de política, de hablar de asuntos de mucha caladura y de mucha hondura con otro tipo de relato, con microrrelato, con imágenes muy sencillas con colores que no están al servicio de la publicidad, sino de tratar de emocionar al lector y con un aspecto muy cándido, pero con mucho contenido detrás.
¿Cómo se plasman historias de este calibre en imágenes?
La tarea es sumar a los pequeños relatos, ponerles cara a los personajes y trata de hacer la lectura del libro algo más dinámico con diferentes puntos de atención. Hay elementos en la maquetación que se mueven de sitio o cambian de color con esa intención de que la lectura sea dinámica y el lector no se despiste en el contenido grande que hay detrás de las pequeñas historias.
Algunas historias están inspiradas en América Latina y otras en España, ¿en la actualidad se pueden establecer ciertos paralelismos o hablamos de contextos distintos?
En el libro no hemos citado lugares concretos, aunque lógicamente se intuyen, porque queremos mostrar que muchas de esas alternativas son universalizables. En América Latina un grupo de personas consiguió echar a una transnacional minera de su territorio. Una cosa tan compleja como esa se consiguió porque hubo gente que tenía un contacto directo con la tierra y porque sabían que con esa minera sus vidas ya no iban a poder seguir adelante. Y si se consigue una cosa tan compleja como esta, ¿por qué no se va a conseguir aquí una similar en aspectos como el fracking y otro tipo de atentados contra el territorio?
En el libro encontramos ‘lazos que se tejen en torno a ollas o brazos que ayudan a levantar a quien se ha caído’. ¿Las bases de los movimientos sociales están alimentados por mujeres?
En este libro sí se hace la mirada sobre las mujeres, aunque no en todo los relatos pero sí que están ahí también. Un poco lo que queríamos reivindicar también es que, al final, son las mujeres las que sostienen la vida con todas esas tareas invisibles de cuidados, que por no tener un valor monetario aparecen invisibilizadas y en muchas de estas historias lo que queremos destacar es que son ellas las que hacen estas tareas que son más importantes que construir carreteras o aeropuertos. Y no se les da valor porque estamos en una sociedad en la que lo que no es mercantilizable es como si estuviera en la esfera de lo invisible y de lo que no existe. Por eso, queríamos que ellas estuvieran muy presentes ahí.
En el imaginario social las reivindicaciones siempre van ligadas a protestas, pero en el libro se defiende una militancia desde la alegría. ¿Es realmente posible con el panorama que tenemos?
Desde la alegría se puede conseguir al menos participar en algo e intentar hacer algo. La alegría, el humor, la calidez, desde lo cercano y la esperanza, porque si pensamos que estamos participando en un movimiento avocado a fracasar, seguro lo acabaremos dejando. Metemos aquí nuestro lema personal de que lo le bello también puede ser combativo. Que igual que es muy importante la mirada macro y los grandes tratados y estudios sobre cómo funcionan las empresas y lo que hacen y dejan de hacer, también es importante hacer tipos de relatos como estos que nos invitan a ver de manera muy cálida y muy cercana que es posible hacer otras cosas. Los movimientos sociales a veces nos fijamos mucho en el contenido, pero no en cómo transmitir ese contenido y de ahí esa reivindicación de lo bello también es combativo.