Las tensiones con Junts dejan al PNV sin grandes aliados en Catalunya
“Es muy triste ver cómo habéis usado el reglamento de la Cámara española para vetar el sueño del independentismo catalán”, esgrimió hace unos días la diputada de Junts en el Congreso Pilar Calvo contra el PNV, al que acusaban de frenar el intento de lograr la oficialidad de todas las selecciones deportivas diferenciadas de las españolas al haber logrado arañar al Gobierno central equipos vascos propios en surf y pelota. Al discurso le siguió un duro comunicado de la formación de Andoni Ortuzar y la constatación de que las relaciones del principal partido vasco con los herederos más significativos de la extinta Convergència quedan ya lejos de las que existieron en otros tiempos.
Desde Sabin Etxea, cuartel general del PNV, rebajan a “anecdótica” la pugna más reciente en torno a la Ley del Deportes y destacan que la propia Calvo ya matizó sus palabras en una intervención posterior en comisión, también en la Cámara baja. Constan igualmente declaraciones de ella a 'El Nacional' en las que lamenta el alcance de la polémica. Insisten en el PNV que dirigentes como Jordi Turull o Josep Rull son “amigos”. De hecho en el Alderdi Eguna de septiembre, la gran fiesta 'jeltzale', hicieron una acogida especial para el segundo tras su excarcelación. El PNV tampoco ha dejado de acudir a celebrar la Diada cada 11 de septiembre. Pero, políticamente, es evidente que hace tiempo que el espacio posconvergente principal se ha alejado del PNV.
“Con Junts compartimos muchas cosas, como la aspiración final de reconocimiento nacional de Euskadi y de Catalunya. Pero la perseguimos con diferentes estrategias. Ellos maximalistas y nosotros progresivas y pragmáticas”, explican portavoces oficiales del PNV. Formalmente, la histórica alianza con Convergència se ha trasladado a entendimiento con el PDeCAT. Tanto Ortuzar como el lehendakari, Iñigo Urkullu, mantienen también una relación de mucha cercanía y complicidad con Marta Pascal, ahora secretaria general de un partido extraparlamentario llamado significativamente PNC y cuyo color corporativo es el verde.
“En Junts ha entrado gente con el 'procés' que no estaba antes en política. Carles Puigdemont recogió gente. La diputada que intervino en el Congreso, por ejemplo, no ha tenido nunca relación con nosotros, es de la cuota de Puigdemont”, explica un cargo del PNV como clave para explicar lo sucedido. Recuerda también que ya en las elecciones europeas de 2019 no hubo coalición, como era tradición desde la creación de Galeusca en 2004 entre el PNV, CiU y el BNG, los primeros en bajarse al girar claramente a la izquierda. Era inimaginable para el nacionalismo institucional vasco, después de lo ocurrido en 2017, ir en una candidatura conjunta encabezada por Puigdemont. En solitario con Coalición Canaria -que apoyó en el Senado el 155- y otros socios minoritarios, el PNV llegó a conseguir algunos votos en Catalunya, del orden de 3.000.
Lo que ocurrió en 2017 es de dominio público. El Govern de Puigdemont impulsó un referéndum y a ello le siguió la declaración unilateral de independencia y la consiguiente suspensión de la autonomía con el 155. También lo es que el PNV bajó al barro para mediar entre Madrid y Barcelona. Lo hicieron en primera persona Ortuzar y, sobre todo, Urkullu, que ha recopilado todas esas memorias y las ha entregado a varios archivos vascos y catalanes para su libre consulta. Se pueden leer aquí.
“Me dice, con testigos, que al día siguiente no quería proceder a la DUI en el Parlament”, llegó a escribir Urkullu, que se sintió traicionado por el entonces president. “He sentido la confusión permanente por parte del president Puigdemont”, añadió. Y dejó también por escrito sobre la independencia y el 155: “O algunos están calculando mal todo o la estulticia ha llegado a límites espeluznantes donde todos perdemos y la casa común europea tiene un boquete de proporciones más considerables que la salida de España del euro”. Urkullu llegó a acudir como testigo al Tribunal Supremo durante el juicio del 'procés'.
En 2018, el PNV fue decisivo para que prosperara la moción de censura contra Mariano Rajoy. “Estimado presidente! Sabes que me tienes a tu disposición para ayudar en lo que en mi mano esté en relación a Catalunya”, le escribió a Pedro Sánchez. También le contó que no quería recibir al sucesos del ya fugado Puigdemont, Quim Torra. “Me veo en la situación de aceptar el encuentro recibirlo. Lo pongo en tu conocimiento por su consideras que deba transmitir algún mensaje y/o reflexionemos sobre ello”, planteó Urkullu al nuevo inquilino de La Moncloa.
Ahora, en cambio, Ajuria Enea tiene una relación muy fluida con ERC y con Pere Aragonès. De hecho, está ya prevista una visita del segundo a las cercanías de Vitoria para un acto de las comunidades pirenaicas y en el que se espera un encuentro bilateral con Urkullu. Ya hubo una cita similar el pasado año en Catalunya. El PNV y ERC -con EA- llegaron a concurrir en coalición a las europeas de 1999 pero históricamente era una formación más relacionada con las izquierdas nacionalistas, principalmente con EA y ahora ya con EH Bildu en su conjunto.
“El socio era Unió”
La relación del PNV y de CiU se fraguó con el mismo inicio del período constitucional. Cuenta el veterano 'jeltzale' Iñaki Anasagasti que, en todo caso, el conocido como Grupo Vasco del Congreso no aceptó estar representado por el convergente Miquel Roca en la ponencia constituyente. “No nos queríamos meter en el saco de CiU y dijimos que no. No nos fiábamos de Roca, un tío brillante en la tribuna pero políticamente dudoso”, explica Anasagasti sobre quien años después ejerció como abogado de la hija del jefe del Estado, Cristina de Borbón, cuando fue procesada por la corrupción de su marido, Iñaki Urdangarin.
En 1996, tanto el PNV como CiU secundaron la alternativa de José María Aznar frente a Felipe González, la primera etapa del PP al frente del Gobierno de España. De 1998 es la Declaración de Barcelona en la que ambos partidos y otras siglas nacionalistas reclamaron un cambio en el modelo de Estado. Y en 2004, 2009 y 2014 se forjaron coaliciones electorales para ir juntos a las europeas. En medio de un trabajo compartido y coordinado, Anasagasti recuerda como único gran momento de tensión el apoyo de CiU a la Ley de Partidos, la que posibilitó la ilegalización de la izquierda abertzale y a lo que se oponía el PNV.
CiU era la suma de Convergència y de Unió, más conservadora. “Nosotros jugábamos con los dos, con Jordi Pujol y Artur Mas por un lado y con Josep Antoni Duran i Lleida por otro”, explica Anasagasti, aunque puntualiza que el “socio preferente” era Unió. “Estábamos juntos en la internacional democristiana, mientras que Convergència estaba en la liberal. Unió es un partido histórico, nacido en la República. [Manuel] Carrasco Formiguera, exiliado de Barcelona, fue delegado de la Generalitat ante el Gobierno de Euzkadi. Era conocido del lehendakari [José Antonio de Aguirre] y fue detenido en un barco en la costa vasca para luego ser fusilado. Ahí empieza todo”, recuerda Anasagasti sobre los lazos históricos con la U de CiU. “Duran i Lleida, cuando el PNV se dividió por la escisión de EA y tuvimos un resultado desastroso en las elecciones de 1987, estuvo toda la noche con nosotros en el hotel Villa de Bilbao de la Gran Vía”, agradece sobre el exlíder de aquel partido y exportavoz de CiU durante años en Madrid. Los restos de Unió ahora se llaman Units per Avançar y están integrados en el PSC. Su presidente, Albert Batlle, es teniente de alcalde en Barcelona. Y el secretario general, Ramón Espadaler, es diputado en el Parlament. La relación con el PNV es mínima.
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