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La última exposición de Agustín Ibarrola abre en Durango: cuando el arte sobrevive al artista

Exposición 'A base de papel. Papera ardatz’ de Agustín Ibarrola en el Museo de Durango

Maialen Ferreira

Bilbao —

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Este viernes el Museo de Durango estaba listo para inaugurar la exposición 'A base de papel. Papera ardatz’ del pintor y escultor vasco Agustín Ibarrola, una muestra que abarca obras realizadas desde los años 90 hasta el año pasado, cuando aún con 92 años, seguía pintado. Sin embargo, la noticia del fallecimiento del pintor horas antes de presentar la exposición ha hecho que la inauguración se suspendiera. Ibarrola llevaba algunos años con un delicado estado de salud que le impedía acercarse a contemplar sus obras. Iba a ser su hijo y también comisario de la exposición, Irrintzi Ibarrola, quien se encargara de enseñarla al público. La muestra se abrirá mañana, pero sin ningún acto oficial.

“La inauguración ha quedado suspendida, la exposición sí que abrirá, pero sin ningún tipo de acto ni homenaje. Respetaremos su forma de ser. No es que nos dijera que no quería ningún homenaje tras su muerte, pero conociéndole no le gustaban esas cosas. Tendremos un velatorio en Bilbao para que quien quiera pueda despedirse”, explica a este periódico José Ibarrola, otro de los hijos del artista. “Parece que la obra del artista ha sobrevivido a su propia vida”, sostiene al otro lado del teléfono.

La exposición abarca un amplio periodo de tiempo que se inicia inmediatamente después de la realización de su intervención artística en la naturaleza más conocida (Bosque de Oma, 1983-1987) y se extiende a lo largo de dos décadas en las que abundan intervenciones singulares como las Rocas pintadas en Arteaga (1993), Piedras y arboles pintados en el Ecoespacio O`Rexo, Allariz, Galicia, (1997), Cubos de la memoria de Llanes, Asturias (2001-2006), Instalación de Totems en la colina Halde Haniel, Bottrop, Alemania (2002) y Rocas pintadas de Garoza, Muñogalindo, Ávila (2005-2007). También incluye una serie de obras de pequeño y medio formato realizadas como ensayo o laboratorio de ideas creadas en el estudio de su caserío en Oma hasta el año 2022.

Su hijo José reconoce que siente la “tristeza de perder a un padre” por un lado, pero también la “tranquilidad de saber que no ha padecido una larga y sufrida enfermedad”. “Llevaba tiempo con una lucidez extraña y ya era muy mayor, por lo que sabíamos que era algo que tarde o temprano iba a pasar”, indica. En palabras de su hijo, Agustín Ibarrola era una persona que “siempre tuvo una conciencia social en todo, y en el arte también, por eso siempre ha creído que el arte tiene que estar a disposición de la sociedad”. “Él lo hacía para eso, para que la gente pudiera sentir la experiencia y formar parte del colectivo que ha transitado a lo largo de la historia de la humanidad: los artistas”, recuerda su hijo.

Debido su delicado estado de salud, el pintor vasco no pudo visitar a finales del mes pasado, el renacer de una de sus obras más emblemáticas: el Bosque de Oma. Durante la visita, su hijo José detalló a elDiario.es/Euskadi la persona comprometida que su padre era. “Ha sido una persona que ha estado muy comprometida políticamente siempre y de izquierdas, algo por lo que ha sido perseguido por los de un lado y por los del otro, pero él ha sido fiel a sus ideas. Tenía muy presente algunos conceptos que parecen sencillos, pero son fundamentales, como la libertad y la dignidad. Por eso, mediante su arte denunciaba cosas como la amenaza nuclear, pero no de una forma partidista, sino por la defensa de los derechos humanos”, explicaba José Ibarrola al pasar cerca de la obra 'Marcha por la humanidad', ya que Ibarrola, al igual que el resto de los artistas que formaron parte de Equipo 57, sostenía que el arte debía servir para para cambiar a la sociedad, a la humanidad.

Durante el recorrido por los 34 conjuntos artísticos plasmados en 800 árboles del nuevo Bosque de Oma, José Ibarrola confesó que cuando su padre se dispuso a pintar el bosque, a inicios de los 80, tenía problemas económicos y no era reconocido socialmente. “No voy a decir 'hundido' porque el estar hundido no forma parte nunca del esquema genético de Agustín, pero sí que tenía una situación dura. Por eso, el bosque para él fue terapéutico y yo creo que el bosque ha sido terapéutico para mucha gente. Me han llegado a decir que personas que venían se iban de aquí con otra perspectiva y eso es algo que me parece muy bonito”, reconoció el hijo del pintor tras mostrar algunos de los “mensajes ocultos” que su padre dibujó en el bosque, como un “te quiero” escondido que, meticulosamente y tras un laborioso trabajo de investigación, han tratado de reproducir de la manera más fiel posible.

Según describe su hijo, Ibarrola ha sido un “referente” en el mundo artístico del siglo XX. Un artista al que compara con “los grandes”, como Eduardo Chillida y Jorge Oteiza. El adiós al pintor se realizará en un entorno íntimo y sin actos oficiales, pero su memoria perdurará en sus obras y también en la sociedad vasca por la que tantas veces luchó por que estuviera en libertad y paz.

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