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“Si hubiese una industria gallega fuerte, el fin de la cuota láctea sería un reto y no una inquietud”

Higinio Mougán / USC

Miguel Pardo

Higinio Mougán, director gerente de la Asociación Gallega de Cooperativas Agrarias (Agaca) analiza en esta entrevista el panorama de dudas e incertidumbre que se le abre al sector lechero con el fin de las cuotas lácteas previsto para el próximo 1 de abril. Reconoce las oportunidades que supone poder acceder a un mercado global, pero no ve “mucho futuro” en él. Duda de la competitividad gallega ante países como Alemania, Francia o Irlanda y advierte del “riesgo enorme” que supone el final de estas limitaciones en un sector tan atomizado como el gallego. Considera que las administraciones tendrán que hacer “lo que tenían que haber hecho hace cinco o diez años” y asegura que la millonaria multa a las industrias lácteas “llega en el peor momento”.

¿Qué supondrá el fin de las cuotas lácteas del próximo 1 de abril?

Para el sector, para las cooperativas y para el resto de los operadores supone un cambio de escenario bastante fuerte y hacia un panorama desconocido. Llevamos con una situación de cuotas y con limitaciones, contingentada, cerca de 25 años, lo que ha afectado a la industria, a los productores y a las cooperativas. La ventaja que nos llega ahora es que producir cualquier cantidad deja de ser un problema, por lo que el productor solo tiene que pensar en organizarse para ser lo más eficiente posible en la producción de leche.

Pero eso también tiene desventajas, claro...

La preocupación es que esto supone una liberalización casi total, no solo a nivel gallego o estatal –que puede implicar que una serie de ganaderos produzcan más y desplacen a quien produzca menos o sea pequeño–, sino también a nivel europeo, lo que es mucho más preocupante. En el mercado español somos deficitarios y, de haber muros, podíamos tener una situación ideal para poder producir y satisfacer nuestro mercado. Pero no existen murallas y, sobre todo, tenemos una distribución que está en manos mayoritariamente de empresas europeas, que compran productos en Alemania y Francia y los colocan aquí con una enorme facilidad... Y eso supone un riesgo enorme.

¿Cómo de enorme?

El problema no es ni tan siquiera producir e industrializar, sino la vía de comercialización. Pueden llegar productos a Galicia y a España de diferentes países habiéndolos ya aquí. Hay quien dice incluso que siendo España un Estado deficitario, podría quedar leche sin poder comercializarse por falta de industria o distribución que compre productos aquí, aunque yo pienso que eso no sucederá. Por desgracia, tanto en España como en Galicia, no tenemos un consumidor que esté muy vinculado con los derivados lácteos gallegos o españoles, como sí ocurre en otros lugares como Francia, donde los consumidores consumen productos franceses aunque les sean más caros, o en Italia, donde ni son capaces de producir toda la leche necesaria para hacer sus derivados allí, lo que les obliga a importar leche.

¿Y eso a qué es debido? ¿Por qué no hay esa vinculación?

No tenemos esa cultura en Galicia y eso nos genera una inquietud muy grande porque lo que se aprecia es que la industria no ha hecho un esfuerzo suficiente por valorizar el producto, y la distribución tampoco por respetar esa valorización. La leche se sigue utilizando como producto de reclamo y eso es preocupante.

¿El panorama en general es preocupante, entonces?

Es preocupante lo que puede pasar en una situación sin cuotas porque puede haber zonas que queden desplazadas de la producción al no haber capacidad industrial, transformadora y de valorización para colocar los productos en los mercados nacionales o internacionales. La gran ventaja es que se nos abren grandes mercados internacionales, que son muy apetecibles porque hay una perspectiva de crecimiento de la demanda de leche en más del 35% hasta 2025. Sería más que de sobra para estar tranquilos, pero hay países, sobre todo del norte de Europa, mucho más ágiles y especializados y que se están lanzando ya a esa guerra. No sabemos si vamos a tener los del sur de Europa algún pedazo en esa tarta.

¿No se ve mucho futuro en el mercado internacional?

Todo indica que la debilidad que ha tenido la industria transformadora en el campo de las inversiones provoca que no tengamos mucho futuro en el mercado global. Este nuevo escenario es el que genera que la industria se esté replanteando cosas sobre los efectos que puede tener que Francia o Alemania produzcan más leche o que Irlanda piense incrementar en un 50% su producción. La incógnita es qué puede hacer la industria española cuando no ha estado operando en el mercado internacional. Todo esto modifica el papel que jugamos todos los demás, desde las cooperativas hasta los productores, pasando por todos los elementos de la cadena.

La atomización del sector en Galicia es un problema eterno que ahora también será perjudicial...

Por supuesto. En los últimos días han salido informes sobre el tamaño de la empresa en general y las dificultades que ha supuesto el pequeño tamaño de las compañías ante esta crisis económica. Tres cuartos de lo mismo ocurre en el sector lácteo. Si tuviésemos grandes empresas e industrias de capital gallego, totalmente dirigidas desde Galicia, con estrategias asentadas en Galicia y pensando en la producción gallega, la situación que viene no sería un problema, sino un reto, menos difícil y más motivador. Pero la situación no es de reto, sino de inquietud y dudas, muchas dudas.

¿Es Galicia uno de los territorios lecheros con más dudas?

Es curioso porque en los estudios internacionales que se hicieron sobre la situación que provocará el fin de las cuotas lácteas, el mapa de Galicia sale pintado con una interrogante. Somos la octava región europea en producción de leche y somos un interrogante, no por la capacidad de producción, que es más o menos competitiva, sino por las dudas que hay en el proceso de transformación, industrialización y valorización de ese derivado lácteo.

Algo se habrá hecho mal desde las Administraciones para llegar en esta situación a este nuevo escenario...

Está clarísimo que tenemos muchos deberes sin hacer y que a algunas cosas que se hicieron no se les puso la suficiente dedicación. Se me vienen a la mente las antiguas cajas de ahorro gallegas, que invirtieron y arriesgaron en un sector estratégico como el lechero muchísimo menos que lo que hicieron por ejemplo en el sector inmobiliario del Levante español. Arriesgaron mucho más en una sola operación inmobiliaria en el Levante que lo que arriesgaron en la industrialización o en la estrategia del sector lácteo gallego. A lo mejor un riesgo diez veces mayor... Pero con esos antecedentes, así nos luce el pelo.

¿Qué deberes tenemos pendientes?

Tenemos muchos deberes pendientes de hacer, también en cuanto a la escasa valorización de los derivados lácteos que se hacen en Galicia. Somos 2,7 millones de habitantes, producimos casi 2.500 toneladas al año, lo que supone unos 900 litros por habitante, pero los gallegos tan solo consumimos algo más de 100 litros. El resto lo tenemos que colocar y darle valor en el mercado español e internacional. ¿Pero cómo hemos hecho esos deberes? ¿Estamos preparados para esta situación? Tenemos muchas inquietudes y no estamos suficientemente preparados en la valorización de los productos para abordar estos campos. Esto es lo que genera mucha incertidumbre en el sector.

¿Y qué papel deben jugar ahora las administraciones?

Lo que tendremos que hacer es lo que teníamos que haber hecho hace cinco o diez años: favorecer una buena estructura de transformación y comercialización de la leche en Galicia, que la leche sea gallega y no salga de aquí a tranformarse fuera y por capitales ajenos. Eso sería lo ideal, el gran reto que tiene la Administración gallega desde hace años: que un producto tan difícil de conseguir sea transformado y valorizado aquí y que gran parte de la cadena alimentaria se quede aquí. Tenemos que preocuparnos por hacerlo: agrupar a la gente, buscar dimensión y empresarios o hacer que el sector se organice a través de cooperativas para hacer frente a este proceso de industrialización para que el valor añadido se quede aquí. Es lo mínimo y prioritario, sabiendo que hay que seguir dando apoyo al sector productor para que siga siendo eficiene y competitivo en la UE. Si no somos capaces de hacerlo o si no tenemos el nivel suficiente en la industria transformadora, será difícil. Tenemos que intentar que todos los eslabones de la cadena estén en el mejor estado posible.

Y ante este panorama, una multa millonaria a la industria que amenaza con perjudicar a todo el sector.

Independientemente de lo que haya pasado, de todas esas prácticas irregulares que se hicieron, es evidente que llega en el peor momento posible, en el momento en el que el sector se tiene que reubicar y situar dentro del nuevo escenario que se abre desde elñ 1 de abril. Tenemos una posible multa por supertasa que no hay manera de evitarla y ahora, esta otra multa extraordinaria que puedo asegurar que no la va a pagar la automoción, la pesca ni el sector del metal. Esto lo va a tener que pagar la leche, y quien tiene que hacer el ingreso es la industria, pero cómo recaude ese dinero es el tema. Todos sabemos que esto, al final, va a afectar a toda la cadena. Va a generar desconfianza, más tensiones y más mal sabor de boca. No va a ayudar para nada. Nos llega en el peor momento.

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