El cine de verano del Museo Reina Sofía apuesta por embrujar al público con películas a lo bestia
Vuele el cine de verano al Museo Reina Sofía, en esta ocasión con Bestiario. Vampiros, brujas y otros inadaptados. Un repaso a los monstruos que pueblan el imaginario colectivo y suelen ser la representación del mal, pero también de lo raro, marginal e inadaptado. Se dan cita hombres lobo pequeños y confundidos; cuerpos inanimados que han recibido el don de la vida; vampiros capitalistas y también anticapitalistas; brujas empoderadas y feministas; monstruos nucleares de las profundidades del mar; espíritus de mujeres condenadas que buscan venganza mientras asumen la psicosis de un tiempo histórico catastrófico; y, sobre todo, inadaptados condenados a ser monstruos contra una normalidad más tirana de lo que parece.
Organizadas en diferentes programas temáticos, la programación reúne películas de épocas y latitudes diversas: cine de terror clásico, moderno o contemporáneo procedente de Latinoamérica, Asia y Europa, cada tiempo y cada lugar con sus códigos, ansiedades y miserias. Una oportunidad para pensar tanto en la otredad como en lo que nos acerca y aleja de un mal ubicuo y cambiante, también para aproximarnos a los orígenes del cine como un medio-monstruo, un artefacto dador de vida a través del movimiento y devorador del tiempo. En última instancia, el ciclo, con su galería de descartes y desviados, formula un hechizo para repensar lo natural y la norma, el miedo y el tabú.
Este bestiario se articula en ocho programas dobles, uno por cada semana. Del nacimiento del monstruo a su cuestionamiento (¿y si es la etiqueta para referirnos a los inadaptados?), pasando por vampirismos tropicales o conjuros de enamoramiento. El Reina Sofía se dejará encantar por películas tan únicas y dispares como El doctor Frankenstein, Häxan. La brujería a través de los tiempos, Irma Vep, ¡Vampiros en La Habana!, Pura sangre, Cerdita, La bruja del amor, Kuroneko, La parada de los monstruos o Donde viven los monstruos.
Con la proyección gratuita de todas estas piezas, programadas por Chema González y Lucía Salas, criaturas de diversa índole tomarán en las noches veraniegas el jardín del Edificio Sabatini, uno de los centros neurálgicos del museo. Nada da tanto miedo como perdérselo.
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