Antología de los 'cadáveres inmobiliarios' que dejó a su paso la burbuja
Edificios abandonados, cimientos derruidos, viviendas vacías, terrenos urbanizados y sin construir... Éste es el desolador paisaje de la España posterior a la burbuja. Ahora varios colectivos y profesionales de distintos ámbitos se han unido con el objetivo de crear una base de datos que “cuantifique el estado de la cuestión”. El punto de partida es poco esperanzador. Según los últimos datos del INE (que se remontan a 2011), hay casi tres millones y medio de viviendas vacías. En realidad, esa cifra es solo una estimación que no recoge los edificios a medio construir, las urbanizaciones sin acabar y otros 'cadáveres'.
A lo largo de los últimos años ha habido un sinfín de proyectos de diversa índole - artísticos, sociológicos, medioambientales, políticos… - que han tratado de arrojar algo de luz sobre este escenario. Entre ellos se encuentra el 'mapeado' de viviendas vacías casastristes.org, puesto en marcha por el colectivo Derivart; “Ni un metro más de hormigón”, obra de Ecologistas en acción; Ruinas Modernas; los mapas de Nacion Rotonda; el mapa de deshaucios de 15m.cc y los 6.000 kilómetros de basurama.org.
Por su parte, Arquinset lleva tres años tratando de crear conciencia a base de buscar proyectos que ayuden a evitar que el territorio continúe degradándose. “Muchos colectivos se han interesado por esta realidad, pero la mayoría han sido sólo acercamientos parciales”, afirma Pablo Rey, integrante de Basurama.org, uno de los grupos que promueve la iniciativa para rastrear 'cadáveres'. “El objetivo que perseguimos ahora es englobar a varios colectivos implicados en el tema de la burbuja inmobiliaria, recopilar datos de edificios abandonados, aprovechar toda esa tecnología que se ha ido desarrollando y poder así entender la dimensión real de lo que ha supuesto la burbuja inmobiliaria”.
Buena muestra de de los trabajos que han surgido en torno a esta temática es el que el profesor de la Universidad de Salamanca Jose Luis Sánchez realizó con sus alumnos a lo largo del curso pasado. Para analizarla, la clase tomó una pequeña población, Doñinos de Salamanca, en la que se encontraba un gran número de promociones de viviendas, en distinto estado de abandono, cerca del centro de la localidad. La investigación se planteó en dos frentes: ver qué problemas generaban estas edificaciones para los ayuntamientos y buscar las formas de reutilizar esas parcelas.
“Lo primero que vimos es que se generan problemas medioambientales ya que las obras, al estar sin acabar, cuando llueve por ejemplo, se forma polvo y contamina los suelos donde están ubicadas”, apunta Sánchez. “Pero sobre todo, generan muchísimos gastos a los ayuntamientos porque se ven obligados a mantener el alumbrado, la pavimentación, pagar el canon por la evacuación de las aguas a la confederación hidrográfica, etc. Mientras, los propietarios de esas viviendas, de esas parcelas, no pagan el impuesto de bienes inmuebles, ni ningún otro, porque en este caso concreto esas edificaciones han pasado a manos del Sareb, el famoso banco malo, por lo que los ayuntamientos no reciben ningún ingreso y tienen en cambio que mantener estos espacios, por lo menos, en condiciones de transitabilidad”.
Una vez localizada la magnitud del problema, los alumnos elaboraron varias propuestas que se expusieron incluso al propio consistorio de la capital. Entre ellas se encontraban la demolición total y la transformación de las parcelas a medio construir en huertos urbanos o una propuesta mixta que alternaba terminar las viviendas más avanzadas para que se pudieran habitar y transformar las otras en un centro de interpretación de la dehesa o incluso en un centro de información sobre la propia burbuja inmobiliaria.
Precisamente, trazar posibles soluciones y entender la dimensión del problema son los principales objetivos de la creación de la base de datos de 'cadáveres inmobiliarios' que proponen los colectivos Arquinset y Basurama.
“Nos puede servir para que nos hagamos una idea de la magnitud del fenómeno que todavía no es conocido en términos cuantitativos: cuánto hay, cuánto ocupa y qué distribución geográfica tiene. Existe la impresión de que hay mucho en muchos sitios, pero lo primero que hay que hacer es medir el fenómeno, es fundamental”, afirma Rey.
Sin embargo, pese a que existen numerosas propuestas en torno al tema, es necesario poner en común todas las ideas, estipular la manera en que se elaborará la base de datos y definir la clasificación de cada una de las construcciones. Para ello, tendrá lugar un encuentro en el Disseny Hub de Barcelona durante los días 24 y 25 de octubreDisseny Hub de Barcelona. Estará abierto a cualquier participante y de momento ya han confirmado su presencia colectivos y personas implicadas como Nacionrotonda, Ecologistas en Acción Madrid, Neoruinas, Medit_Urban, Montera34 o Julia Schulz-Dornburg.
“Llevamos como una semana y media intercambiando correos con gente que se ha interesado por participar y hemos visto que hay un montón de proyectos académicos y artísticos que han tratado este tema”, explica Rey. “En un fin de semana va a ser casi imposible realizar esta gigantesca base de datos de ámbito estatal pero puede ser el comienzo de un proyecto colectivo con el que empezar a trabajar juntos y compartir intereses y recursos”.
De este modo, el encuentro se estructurará en una ronda de presentaciones, un debate sobre las necesidades y deseos de cada uno de los participantes en este proyecto, y se discutirán los sistemas, fuentes y técnicas que puedan servir para crear una base de datos abierta y participativa. De hecho, se baraja incluso la posibilidad de crear una ‘app’ que se vaya alimentando con los datos que se vayan recopilando.
La reunión contará también con un taller denominado “documentando desde el aire”, en el que se podrán ver desde lo alto los efectos de la burbuja inmobiliaria. Para ello, se utilizará un globo que realiza fotografías aéreas usando herramientas de Public Laboratory, una asociación y red abierta de ciencia ciudadana.
El encuentro también servirá para reflexionar sobre el propio 'cadáver inmobiliario', que a lo largo de los últimos años ha recibido multitud de denominaciones: neoruina, ruina moderna, esqueletos...
“El crear esta base de datos también nos puede ayudar a definir qué son los cadáveres inmobiliarios y qué tipologías hay”, reflexiona Sánchez, “porque cuando salimos fuera vemos desde viviendas que les faltaban dos meses para terminarse a otras que solamente contaban con la estructura de hormigón, solares, etc. Hay un abanico de opciones que hay que clasificar en cada estadio porque cada tipo de ruina debe tener probablemente su propio tipo de solución”.
Si tú también quieres participar en este proyecto, ayudando a reconstruir nuestro pasado más ruinoso, puedes inscribirte aquí. Van a hacer falta muchas manos.
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Las imágenes de este reportaje son propiedad, por orden de aparición, de basurama.org (y 2), Nación Rotonda y Gonzalo Malpartida