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No habrá nuevo acuerdo satisfactorio con Irán sin EEUU (y Macron lo sabe)

Donald Trump y Emmanuel Macron durante la rueda de prensa conjunta celebrada este lunes en la cumbre del G7 en Biarritz.

Javier Biosca Azcoiti

Europa ha intentado por activa y por pasiva salvar el acuerdo nuclear con Irán a pesar de la retirada de EEUU y el establecimiento de “las sanciones más fuertes jamás impuestas” por parte de Trump. Casi un año después, y en el marco de la cumbre del G7 en Biarritz, Europa parece haber cedido a las exigencias de EEUU y reconoce implícitamente que no habrá acuerdo nuclear satisfactorio si Washington no quiere.

El domingo a las dos de la tarde, en plena cumbre del G7, un avión iraní aterrizó por sorpresa en Biarritz. Su pasajero más notable: el ministro de Exteriores, Mohammad Javad Zarif. La visita no estaba contemplada en la agenda oficial pública, pero fue una maniobra bien pensada del presidente francés y anfitrión de la cumbre, Emmanuel Macron. Francia presentó hace meses una propuesta técnica a Teherán para abrir un nuevo diálogo. El sábado anterior a la cumbre, Zarif se reunió con Macron en París y el presidente decidió que el encuentro de líderes internacionales en Biarritz sería un buen marco para dar un nuevo paso en las negociaciones.

“Tras la cena con el presidente Trump el sábado, decidí invitar al ministro Zarif. Antes de hacerlo, informé al presidente Trump que mi idea era no involucrar a EEUU. Lo hice por mi cuenta y el presidente Trump fue informado de la situación minuto a minuto”, afirmó Macron en una rueda de prensa conjunta con el presidente estadounidense.

Días antes, Trump y Macron habían mantenido varias reuniones sobre el tema. “Lo que discutimos es cómo podemos mejorar considerablemente o construir un nuevo acuerdo nuclear con Irán”, señaló Macron. “El presidente Trump ha sido muy claro en que necesitamos un marco temporal mucho más largo; vigilancia y control de muchos más sitios... Por otro lado, tenemos que convencer a los iraníes de que vayan en esta dirección y lo podemos hacer si les damos algún tipo de compensación económica”, añadió.

Si Europa quiere mantener el acuerdo e Irán también, ¿por qué ese empeño en incluir a EEUU? ¿Por qué es una pieza fundamental para cualquier acuerdo? La respuesta son las sanciones extraterritoriales o secundarias que aplica Washington.

El objetivo de estas sanciones no es solo prohibir a los ciudadanos y empresas estadounidenses comerciar con Irán, sino expulsar del sistema financiero estadounidense a cualquier persona o entidad mundial que comercie con Irán. Existe tal interdependencia entre la economía estadounidense y la europea, que las empresas del Viejo Continente no pueden permitirse cortar con Washington. Estados Unidos ha conseguido que el mundo entero tenga que elegir entre hacer negocios con ellos o con Irán. La respuesta es evidente. En la práctica, aunque Europa haya levantado las sanciones a Irán porque es parte del acuerdo, estas siguen existiendo.

Tras la retirada estadounidense, Irán permaneció en el acuerdo a cambio de que Europa hiciese de contrapeso a las sanciones de EEUU. Casi un año después del regreso de las sanciones, Teherán no está satisfecho con los resultados de la diplomacia europea y ha empezado a enriquecer uranio (de forma simbólica) por encima de lo negociado a modo de advertencia.

Entre los intentos de los países europeos firmantes para salvar el acuerdo fue la creación, en enero de 2019, de un mecanismo comercial para sortear las sanciones de EEUU, el llamado Vehículo de Propósito Especial. Rápidamente, EEUU criticó la maniobra. El vicepresidente, Mike Pence, lo calificó como “un esfuerzo para romper” las sanciones y “una mala decisión que solo fortalecerá a Irán, debilitará a la UE y creará todavía más distancia entre Europa y EEUU”.

Para comprender la magnitud de las sanciones estadounidenses vale tomar como ejemplo la venta de petróleo. Estados Unidos condiciona el comportamiento de cualquier país del mundo y en la práctica le prohíbe comprar petróleo iraní. En ocasiones emite exenciones a determinados países. Para poder recibir una dispensa, los Estados deben demostrar a EEUU “una reducción significativa” en la compra de petróleo iraní cada 180 días. En noviembre de 2018, Washington concedió esta exención a ocho países. Sin embargo, en mayo de este año caducaron todas las exenciones y EEUU no las ha renovado.

Entre 2010 y 2012, la UE y EEUU introdujeron las sanciones más severas al sector energético iraní hasta la fecha. Las de Washington también eran sanciones secundarias, pero como la Administración Obama y la UE estaban bien alineados en la política de sanciones contra irán, ello no supuso un problema. Hasta que llegó Trump.

Aun así, no es la primera vez que chocan Europa y EEUU por las sanciones extraterritoriales de Washington. En 1982, Ronald Reagan prohibió la venta del equipamiento para construir un gasoducto desde Siberia hasta Europa para perjudicar a Moscú. Tras las fuertes protestas políticas de los gobiernos europeos, EEUU acabó levantando las sanciones.

En otro caso a mediados de los 90, el Congreso de Estados Unidos impuso sanciones extraterritoriales sobre Cuba, Libia e Irán en contra de la voluntad de la UE. Los Gobiernos europeos presentaron una queja ante la Organización Mundial del Comercio, adoptaron una ley que prohibía a las entidades europeas cumplir con las sanciones de EEUU y abrieron negociaciones con el entonces presidente, Bill Clinton. Finalmente, todas estas medidas acabaron persuadiendo a EEUU, que no impuso sanciones sobre las entidades europeas.

La diferencia en este caso es que Trump mantiene el pulso a Europa. El bloque parece que ha captado el mensaje y que está dispuesto a negociar un nuevo acuerdo que agrade al presidente estadounidense. “Macron me dijo todos los pasos que estaba tomando. Pienso que no fue apropiado reunirse ayer [domingo] con Zarif, ya que es demasiado pronto, pero Macron me dijo exactamente lo que estaba pasando”, señaló Trump en la rueda de prensa. “El presidente Macron ha hecho un trabajo excelente. Puede que funcione y puede que no”.

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