La pandemia adelanta el voto en Estados Unidos: más de 40 millones de personas ya han votado y la mayoría son demócratas
El 3 de noviembre está marcado en rojo en los calendarios internacionales como el día en el que Estados Unidos elegirá entre el republicano Donald Trump y el demócrata Joe Biden, pero son decenas de millones los estadounidenses que optan por ejercer su derecho al voto antes del gran día, ya sea al votar por correo o al depositar sus papeletas en las urnas de manera anticipada. Según los datos recogidos por US Elections Project, más de 40 millones de personas ya han votado. Además, de los 19 estados donde se recogen datos sobre la afiliación de los votantes, el 52% son demócratas, 26,1% republicanos y 21,4% no tienen afiliación a ningún partido.
La movilización este año se nota sobre todo en los estados disputados, pero también en los que no están en juego como Massachusetts, que vota tradicionalmente demócrata en las presidenciales. Desde 1972, sólo ha dado su voto a un candidato republicano a la Presidencia, Ronald Reagan en 1980 y 1984.
En este estado, Margaret Jean-Baptiste y Allison Wright posan delante de un cartel que dice: “vota” y tiene una enorme flecha que señala a la puerta trasera del ayuntamiento de Springfield para inmortalizar el hecho de que hayan votado de manera anticipada. “Somos las dos mujeres jóvenes negras y estamos votando gracias a años de activismo y a las personas que han perdido sus vidas luchando por conseguir ese derecho al voto. Por lo que era importante para nosotras ejercerlo en el primer día (que se permite votar de manera adelantada)”, dice a elDiario.es Wright, que es abogada.
“En las elecciones de 2016 estuve una hora y media esperando mi turno en Boston, que es donde vivía antes”, relata la mujer. Explica que en esta ocasión el proceso ha tardado un total de 20 minutos y, entre risas, su pareja dice que vino preparada con agua, barritas de cereales y entretenimiento por si tenían que esperar horas, pero que ni siquiera le dio tiempo a abrir su bolso.
Este año, uno de los puntos más populares para votar en Boston es Fenway Park, que es el estadio de los Boston Red Sox. Este campo de béisbol no suele ser parte de los lugares asignados para ejercer este derecho universal, pero debido a las medidas especiales que se han implantado en estas elecciones por la pandemia se ha convertido en un centro electoral más. Otra medida de este estado ha sido adelantar este tipo de votaciones, que normalmente se ejercen 10 días antes, a 17 días antes.
La COVID-19 era una de las preocupaciones que tenían ambas antes de venir en persona a votar, pero cuentan que al entrar en el recinto se dieron cuenta de que los trabajadores eran muy cuidadosos. “Nos dieron toallitas desinfectantes gratis al entrar en el recinto, hay desinfectantes para las manos en las filas, así como una distancia entre los votantes de dos metros y todo el mundo tiene que llevar mascarilla”, resalta Jean-Baptiste.
El miedo a votar por correo
Ninguna de las dos se planteó votar por correo. “Me asustaba un poco votar por correo porque no sabes lo que puede pasar con tu voto una vez que lo metas en el buzón; votando de esta manera todo el poder está en mis manos”, añade Jean-Baptiste.
A Belcanto Wineger, profesora y socióloga, también le influyó toda la información negativa que ha leído en los últimos meses sobre la votación por correo, hasta tal punto que creía que si usaba ese medio para ejercer su voto su papeleta se podría extraviar. “Me quería asegurar de que contaban mi voto”, explica la votante.
En 2016, dice que madrugó para ejercer su derecho al voto el mismo día de las elecciones. “Abrieron las puertas del centro electoral y yo era la segunda en la fila”, recuerda.
El hecho de que la carrera electoral no haya terminado y que falten aún varios mítines por parte de ambos candidatos presidenciales no es un factor para que Wineger se espere al 3 de noviembre para elegir a su próximo candidato pues hace tiempo que eligió a qué partido votar. “Nuestro país está totalmente fuera de control y necesitamos normalidad, necesitamos tener hechos y no retóricas y promesas sin cumplir”, recalca.
Brenda Gonzales dice a elDiario.es que tiene claro su voto desde las elecciones pasadas. “Decidí en 2016 a quien no iba a votar, pero eso no significa que supiera a quién iba a votar”.
Aquí, hace cuatro años, Hillary Clinton se hizo con el 60.98% de los votos y Donald Trump con el 33.34%. Además, los republicanos no ganaron en ninguno de los 14 condados del estado.
La COVID-19 no paró a los octogenarios Boby y Christine, quienes acudieron al ayuntamiento de su ciudad para votar en persona de manera adelantada y sin colas, como han hecho en otros años. Él cuenta que nunca se planteó votar por correo y que sólo se decantaría por ejercer su derecho de esta manera si estuviera fuera de su estado durante la época electoral. Ella sí se lo planteó, pero decidió no hacerlo porque no estaba segura de que su voto tuviera “el mismo poder”.
Algo similar cuenta Catherine Tomas, una trabajadora del sector de sanidad que pensaba mandar su papeleta por correo, pero que cambió de idea porque “todas las noticias eran negativas”. “Cuando el presidente empezó a preguntarle a la gente que vigilase los puntos electorales empecé a temer que pudiera pasar algo y que si lo mandaba por correo tal vez alguien intentara coger mi voto”.
Trump en varias ocasiones ha hecho afirmaciones falsas sobre los riesgos de la votación por correo, tomando como base para sus acusaciones retrasos en el servicio postal o la gran variedad de reglas según el estado. No obstante, los expertos señalan que las acusaciones de fraude generalizado del presidente son infundadas y que este método de votación, que ha sido parte de las elecciones estadounidenses durante más de un siglo, es seguro.
“Mi hijo votó por correo en las primarias, pero va a ir en persona esta vez, porque él vive en Connecticut (estado vecino en el que sólo se puede votar por correo o el día de las elecciones) por lo que no puede ir antes. Le dije que es mejor ir en persona”, cuenta. Su preocupación es que en el voto por correo la firma para autentificar la papeleta tiene que ser exactamente igual a la oficial; si hay cualquier variación derivada de los cambios habituales en la escritura, el voto puede ser invalidado. Algo que sucede menos cuando se vota de manera presencial.
Es cierto que una de las razones por las que pueden descalificar un voto recibido por correo es que la firma del sobre de la papeleta no coincide con el documento original del votante, pero el porcentaje de votos cancelados por esta razón es menor del 1%.
En Massachusetts, para que un voto enviado por correo tradicional cuente, la papeleta debe tener el matasellos del 3 de noviembre y debe llegar a la oficina electoral local antes del 6 de noviembre. Pero si se entrega el voto en una oficina electoral o se deposita en un buzón electoral, la fecha límite es las 20 horas del 3 de noviembre.
El miedo a revueltas el día de las elecciones
Otra razón por la que Catherine Tomas se decanta por votar unos días antes y no el día de las elecciones es porque teme que el 3 de noviembre haya “gente rara” en los colegios electorales. Tomas dice que ha leído que en algunos lugares habrá milicias y, pese a que no cree que esas cosas pasen en Massachusetts, señala que “nunca se sabe”.
Lorraine, una amiga suya con la que ha ido a votar, le explica que es casi imposible que eso pase en esta zona de los Estados Unidos, pues ella ha trabajado durante años en los centros de votación el día de las elecciones presidenciales y sabe que en estos lugares siempre hay un par de policías que protegen tanto al personal y los votantes como a los votos. Son los encargados de custodiar todas las papeletas hasta el ayuntamiento, donde son contadas.
Los que confían en el voto por correo
Fred Gosiewski inmortaliza su votación con una fotografía delante del buzón destinado a recibir el voto por correo que está delante del ayuntamiento y, en vez de con un iPhone, su esposa toma la instantánea con una cámara digital.
“Es muy fácil, solo lo tienes que meter en el buzón que está aquí fuera, no hace falta hacer ninguna cola”, explica Gosiewski, quien pese a usar este método por primera vez en su vida le tiene total confianza. “No creo que a mi voto le vaya a pasar nada, está en el buzón justo aquí, no va por el correo tradicional, este buzón lo van a vaciar dentro del ayuntamiento. Lo importante es que a quién le toque abrir mi voto sepa contar bien”, añade entre risas.
Lo único que lamenta el anciano es que en Massachusetts, como en otros muchos estados, sólo empiezan a contar los votos recibidos por correo la noche de las elecciones. Lo que en su opinión hará que el resultado final se sepa días después de la noche electoral.
“Lo mismo no cuentan mi voto, pero yo he hecho todo lo que estaba en mis manos”, relata a elDiario.es un emigrante que dice lleva 15 años asentado en esta ciudad tras depositar su voto en el buzón. Este hombre de mediana edad anota que se decantó por esta opción pues en las elecciones pasadas tuvo que esperar 45 minutos para poder depositar su voto en la urna.
“En los barrios más pobres no hay tantos puntos de votación. Por lo que este año con el coronavirus y todo el problema político que hay, temía encontrarme con una cola de dos o tres horas y tengo un trabajo, no tengo tanto tiempo para votar el martes 3”, añade.
Betty Watkins no sólo desliza por el buzón su voto, sino también el de su hija de 53 años y el de su madre de 93 años. “Voto por correo porque es más fácil para mí, el día de las elecciones trabajo en un centro electoral y eso hace que sea más fácil, no tengo que hacerlo cuando tomé mi descanso, me puedo concentrar en mí y no en votar”.
Como Watkins, casi dos millones personas han pedido recibir su papeleta por correo en este estado.
1