El papa se marcha de Myanmar sin pronunciar la palabra 'rohingya'
¿Decir o no la palabra 'rohingya'? Esa era la cuestión. Seguir los designios de sus asesores en el Vaticano o entregarse a la realidad. Desde que el papa Francisco anunció que visitaría Myanmar durante una pequeña gira por el sudeste asiático, la principal incógnita ha sido si el pontífice defendería de manera pública los derechos de esta minoría musulmana. En tierras birmanas no lo hizo, al menos de una manera directa.
Los rohingya llevan más de dos meses huyendo de una brutal represión encabezada por el Ejército del país, que respondió así a un ataque insurgente. Les han perseguido hasta arrinconarlos en una playa, les han violado en su huida y han incendiado sus pueblos. Cientos de ciudadanos rohingyas esperan ahora en la costa a que un bote les lleve hasta Bangladesh. No pueden volver a sus hogares porque los terrenos están sembrados de minas que bloquean sus movimientos y tampoco pueden continuar la travesía por mar. La ONU ha llegado a calificar lo que está sucediendo en el país de “un ejemplo de libro de limpieza étnica”.
El papa ha tenido hasta tres oportunidades de pronunciar la palabra en cuestión. La primera durante el encuentro con la consejera de Estado Aung San Suu Kyi, la segunda durante una homilía multitudinaria ante 150.000 fieles y la tercera esta misma madrugada, durante una misa ante los jóvenes del país en la Catedral de Santa María.
El papa sí que se refirió abiertamente a los rohingya durante el Angelus del 27 de agosto, días antes de que su visita se hiciera oficial y poco después de que el conflicto estallase de nuevo. “Han llegado noticias tristes de la persecución de las minorías religiosas, de nuestros hermanos rohingya. Quisiera manifestarles toda mi cercanía, y todos nosotros pidamos al señor salvarlos y despertar a hombres y mujeres de buena voluntad en su ayuda, que les den plenos derechos. Oremos también por los hermanos rohingya”.
Sus palabras, el anuncio de su visita y la buena relación que el papa Francisco mantiene con la criticada Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi (presidenta de facto del país) hicieron presagiar que el líder religioso adoptaría un papel de mediador en este conflicto abierto. En esta crisis humanitaria incluso han aparecido críticas contra la ONU porque, al parecer, “ocultó” un informe crítico con su labor en Myanmar.
Sí habló de “religión y origen étnico”
El papa viajará este jueves hasta Bangladesh. Durante su homilía de este miércoles, el papa habló sobre el perdón y la importancia de alejar los deseos de venganza, tal y como recoge el periódico the Guardian. “Pensamos que la curación puede venir de la ira o de la venganza”, afirmó el papa en Myanmar. “Sin embargo, el camino de la venganza no es el camino de Jesús”, concluyó quizá refiriéndose al estallido de violencia.
“En medio de tanta pobreza y dificultades, muchos de vosotros ofrecéis ayuda práctica y solidaridad a los pobres y a los que sufren”, dijo ante 150.000 fieles en Ragún. Añadió que la iglesia “está ayudando a un gran número de hombres, mujeres y niños, sin distinción de religión y origen étnico”. Añadió que todas las minorías étnicas debían ser respetadas “sin excepción alguna”.
Los rohingya son una minoría formada por cerca de un millón de personas que viven en el Estado occidental de Rakhine, uno de los más pobres. Son musulmanes, pero no están reconocidos en el más de centenar de grupos étnicos oficiales del país. Myanmar no les concede la nacionalidad, puesto que les considera de origen bangladeshí, así que en la práctica son apátridas aunque vivan en suelo birmano.
Este jueves comienza la segunda parte de la pequeña gira por el sudeste asiático del pontífice en Bangladesh. En este país, hay más de 600.000 ciudadanos rohingyas desplazados, número que aumentó de una manera brutal tras los ataques que se produjeron este verano.
El papa sí que se reunirá con miembros de la minoría kachin en terreno bangladesí. Lo hará durante un encuentro interreligioso que se producirá este viernes al mediodía (hora local). La etnia kachin es también una minoría birmana incluso más minoritaria e igualmente reprimida por el Estado.