Pekín asume que la situación en Hong Kong es la peor crisis desde su integración en China
Australia se ha convertido en el cuarto país en emitir una alerta de viaje para los ciudadanos que deseen visitar a Hong Kong, a medida que escalan las protestas sociales que han conmocionado la región desde marzo, informa the Guardian. El Gobierno de Australia ha recomendado que sus ciudadanos tomen un “alto grado de precaución”, al igual que Irlanda, el Reino Unido y Japón, que pusieron en efecto advertencias en julio. Las autoridades chinas han calificado las manifestaciones, que surgieron tras el rechazo popular de una ley de extradición, como la peor crisis política desde la reunificación en 1997.
El departamento de Asuntos Exteriores y Comercio de Australia ha considerado que existe “un riesgo de confrontación entre manifestantes y la policía, o individuos vinculados al crimen, particularmente durante protestas no autorizadas”. Sin embargo, ni Estados Unidos ni Canadá han cambiado sus recomendaciones de viaje y el Gobierno español mantiene sus advertencias de seguridad habituales, a pesar de que el consulado en Hong Kong regularmente avisa del horario de las marchas.
Tras nueve semanas consecutivas de protestas, la paz en Hong Kong parece cada vez más lejana. La huelga general convocada para el lunes pasado, la primera en 50 años, resultó en caos cuando se enfrentaron los manifestantes y las fuerzas de seguridad. La policía utilizó gas lacrimógeno, balas de goma y gas pimienta para contener las manifestaciones, a medida que los participantes se desplegaban por la ciudad para ocupar las calles, interrumpir el tráfico y vandalizar las comisarías y otros edificios públicos.
En una rueda de prensa convocada después de la huelga general del lunes, un portavoz de la Policía señaló que durante la jornada los antidisturbios habían detenido 148 personas de entre 13 y 46 años de edad por delitos como manifestación ilegal. “En dos meses, los alborotadores han destruido de forma temeraria el Estado de derecho. Sus actos han obstruido de manera grave la seguridad ciudadana”, indicó el superintendente de la Policía, John Tse.
El martes por la noche, se reanudaron las protestas cuando la Policía de Hong Kong se enfrentó con cien manifestantes y los residentes de Shamshuipo, un barrio de clase obrera, tras la detención de un sindicalista estudiantil por llevar un puntero láser. Un mensaje que circuló por Telegram, una aplicación de mensajería, denunció la importancia del hecho, que demuestra “el poder de la ley de extradición … Te pueden arrestar por capricho”.
¿Cómo comenzaron las protestas en Hong Kong?
La propuesta ley de extradición marca el punto de origen de las protestas, que comienzan en marzo cuando el Gobierno de Hong Kong propuso una medida legislativa que permite la extradición de ciudadanos hongkoneses a la China continental, un país cuyo sistema judicial está plagado de detenciones arbitrarias y otras violaciones de derechos humanos. A pesar del rechazo local e internacional a la ley propuesta, la gobernadora Carrie Lam decidió seguir adelante con el proyecto de ley, con el apoyo del Gobierno chino.
Después de las declaraciones de Lam, millones de personas acudieron a protestas multitudinarias a principios de junio que paralizaron la ciudad y obligaron el cierre de las oficinas públicas (las autoridades reclaman que la cifra verdadera era alrededor de 250.000). Las manifestaciones, marcadas por violencia entre activistas y las fuerzas de seguridad, se intensificaron en julio, cuando una multitud ocupó el Parlamento hongkonés en el 22° aniversario de la transferencia de soberanía de la antigua colonia británica. Enfrentada con una ola de descontento popular, la gobernadora Lam optó por declarar la “muerte” de la propuesta de ley, sin retirarla de forma efectiva como reclamaban sus opositores.
Sin embargo, ya no era suficiente para apaciguar las protestas, que se han expandido a diversos sectores de la sociedad hongkonesa. Los manifestantes ahora reclaman que no solo la muerte legislativa de la ley de extradición, sino también una investigación al uso excesivo de la fuerza por parte de la Policía hongkonesa, la liberación y exoneración de los detenidos y la renuncia de la gobernadora Lam. Desde el inicio de esta ronda de manifestaciones en junio, las autoridades han detenido 500 manifestantes, de los cuales 44 fueron arrestados la semana pasada por rioting (participar en disturbios), un cargo que lleva una pena máxima de diez años en prisión.
A medida que la crisis se profundiza y el período de protestas se alarga, la Policía ha redoblado sus esfuerzos para contener las manifestaciones. Los activistas han tenido que desarrollar nuevas tácticas como las protestas ‘flashmob’, las cuales se dispersan antes de que los efectivos antidisturbios puedan acudir al sitio. No solo se ha criticado el uso de la fuerza por parte de la Policía, sino también su inacción ante los colectivos violentos que han buscado agredir a los manifestantes. Tras la huelga del lunes, se publicaron vídeos de hombres vestidos de blanco que atacaban a los participantes con varas de bambú, acompañado del hashtag #FujianFellows. El incidente se asemeja a un asalto brutal ocurrido en julio en la estación de metro del distrito de Yuen Long, donde se registraron 36 heridos y durante el cual la Policía hongkonesa no intervino.
En una “rueda de prensa ciudadana”, los manifestantes denunciaron el uso excesivo de la fuerza por parte de las fuerzas de seguridad locales y ofrecieron disculpas a quienes se vieron afectados por la huelga. Con la intención de “llevar la voz inaudita del pueblo al público”, el portavoz de los activistas -un joven no identificado que portaba un casco amarillo- resaltó “las repetidas condenas y la retórica vacía presentada por el gobierno [de Hong Kong]”.
Las autoridades chinas también se han pronunciado sobre la crisis política, en una declaración nada frecuente hecha por Yang Guang, el director de la oficina de los Asuntos de Hong Kong y Macau. El representante de Pekín caracterizó a los manifestantes de “radicales” violentos e hizo un llamamiento para “restaurar el orden y la ley”.
“Tenemos que prestar atención a los extremistas que arrojaron la bandera nacional china al mar, desafiando la soberanía nacional y el principio de 'un país, dos sistemas'”, ha dicho Yang, antes de reiterar el apoyo del Gobierno central al Ejecutivo hongkonés, liderado por la gobernadora Lam, y defender los “métodos firmes” la Policía local. Asimismo, Yang ha advertido que los manifestantes no deben subestimar “la determinación del Gobierno central de apoyar y salvaguardar Hong Kong”.
Pese a que las fuerzas de seguridad chinas no han intervenido en las protestas, más de 12.000 policías antidisturbios chinos han sido desplegados a la ciudad vecina de Shenzhen para participar en un simulacro de disolución de protestas, según publica el diario estatal Global Times. El ejército chino mantiene un cuartel en Hong Kong, que está a la disposición del Gobierno de Hong Kong si lo requiere, según un miembro del alto comando militar chino.
El Gobierno hongkonés no muestra indicios de buscar una conciliación con los manifestantes y la gobernadora ha rechazado el llamamiento para su renuncia. Después de desaparecer de la vista pública por dos semana, Lam ha regresado con un nuevo mensaje: “Estas interrupciones tan grandes, en nombre de ciertas demandas o movimientos no cooperativos, han gravemente socavado la ley y el orden de Hong Kong y están empujando a nuestra ciudad, la ciudad que todos amamos y muchos ayudamos a construir, al borde de una situación muy peligrosa”. Mientras tanto, más protestas están previstas para el resto de la semana.