El ataque de Irán contra las bases de EEUU: una respuesta que puede satisfacer a ambas partes
La “dura venganza” prometida por Irán tras la muerte de Qasem Suleimani se materializó en la mañana del miércoles con al menos dos ataques con misiles de corto alcance sobre bases iraquíes que albergan personal de EEUU y de la coalición internacional contra ISIS. Estos ataques son la excusa perfecta para los halcones de la Administración Trump que buscan intensificar el enfrentamiento con Irán, pero también podrían representar una salida a la crisis.
El ataque iraní ha estado cargado de simbolismo. Los misiles fueron lanzados en torno a la una y media de la madrugada iraquí, más o menos la misma hora en que se produjo el ataque con drones contra Suleimani en la mañana del viernes.
Mientras se llevaba a cabo el ataque, los principales consejeros y medios pseudoficiales iraníes publicaron en Twitter la bandera del país, un reflejo del tuit de Donald Trump tras conocerse la muerte de Suleimani. Los vídeos del lanzamiento fueron distribuidos a los medios iraníes y la operación recibió el nombre de “Mártir Suleimani” por parte de la Guardia Revolucionaria.
Los ataques parecen haber sido cuidadosamente calculados para evitar bajas estadounidenses: los misiles cayeron en bases que ya estaban en alerta máxima. El ministro de Exterores iraní declaró que no habría más ataques y los definió como una medida de defensa propia de acuerdo con el derecho internacional, antes que como el primer disparo en una guerra.
En sus primeros comentarios tras la agresión, Trump también le restó importancia al ataque: “¡Está todo bien! Ha habido un lanzamiento de misiles desde Irán contra dos bases militares situadas en Irak. En este momento se están evaluando los daños y las bajas. ¡Hasta ahora, todo bien!”
Si se confirma la estimación de daños de Trump, los ataques del miércoles podrían ser una oportunidad para bajar la tensión sin que ninguna de las dos partes quede mal. A Irán le permitirán decir que vengó violentamente la muerte de Suleimani y volver a la presión diplomática para expulsar de Irak a las fuerzas estadounidenses. También podría de este modo volver a una guerra indirecta que le resulta más cómoda en un conflicto con un adversario mucho más poderoso. Estados Unidos, por su parte, también puede dar un paso atrás mostrando indiferencia, como si la represalia iraní no tuviera grandes consecuencias.
Es el mejor escenario posible, pero se basa en dos supuestos atrevidos: que no haya habido bajas ni daños importantes tras el ataque con más de una docena de misiles sobre bases con personal militar estadounidense y que la Casa Blanca se aguantará las ganas de reaccionar.
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