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The Guardian en español

Un ejército de botes para rescatar a vecinos y mascotas de las inundaciones en Ucrania: “Mi casa está bajo el agua”

Vecinos durante la evacuación de animales de una zona inundada de Jersón este miércoles.

Dan Sabbagh / Jersón (Ucrania)

7 de junio de 2023 22:55 h

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Al principio, Viktor Ivankhnenko, de 66 años, confiaba en que la casa de una sola planta que había construido en una isla ocupada por Rusia en el río Dniéper estaría a salvo aunque las aguas estuvieran subiendo. Pero a medida que el día se hacía noche, su optimismo se desvanecía.

A las 3:00 horas de la madrugada del miércoles, Viktor y su esposa, Nadiia, supieron que era hora de marcharse. Recogieron las pertenencias que pudieron y se subieron a una embarcación, remando desesperadamente hasta la casa de dos plantas de un vecino mientras las aguas cubrían la suya.

Extiende la mano derecha, muestra una ampolla reventada por el esfuerzo y luego describe con sencillez el destino de su propia casa: “Está bajo el agua, completamente bajo el agua. Bueno, solo la chimenea está sobre el agua, solo la chimenea”.

Los equipos de rescate trajeron a la pareja a Jersón en un bote este miércoles a mediodía. Los llevaron a un puerto improvisado que antes de la inundación era un cruce urbano cualquiera. El lunes estaba a 500 metros de las orillas del río Dniéper, pero entonces la presa, río arriba, en Nueva Kajovka, reventó.

Su casa, en la isla de Potemkin, cuenta Nadiia, estaba “en la zona gris”, un área disputada en el delta del río, donde los combates han sido en gran parte desconocidos aunque las tropas más cercanas no eran ucranianas, sino rusas. Según Viktor, los rusos huyeron el martes, ya que perdieron sus posiciones presumiblemente a causa de la crecida del río.

Para haber perdido su casa, Viktor se muestra sorprendentemente alegre, en parte porque la inundación ha propiciado su liberación y la oportunidad de reunirse con su familia en Jersón. Después de meses aislado, dice: “Me siento renacer”. Asegura que simplemente está contento de estar de vuelta en territorio controlado por Ucrania y deseando vivir con su hijo en la ciudad “en un noveno”.

Los ucranianos de Jersón informan de que ha sido posible rescatar a personas de las zonas rusas de las islas, como Viktor y Nadiia, e incluso de la propia orilla del río, porque los ocupantes han tenido que retirarse para evitar las aguas. También se rumorea que la artillería rusa se ha visto obligada a retroceder.

El puerto en la calle está a unos 2,5 kilómetros de la línea del frente anterior a las inundaciones, y los que entran en Jersón saben que ha estado en peligro por los implacables bombardeos rusos. Dos agentes de Policía resultaron heridos el martes cuando otro punto de rescate fue alcanzado, pero este miércoles todo estaba en calma a la hora del almuerzo, mientras proseguían las labores de evacuación.

Cambio en las líneas del frente

Es demasiado pronto para estar a salvo del riesgo de bombardeo en Jersón pero, como demuestra la historia de Viktor, de repente las líneas del frente en el conflicto que ya dura 15 meses han cambiado inesperadamente en medio de la catástrofe humanitaria y medioambiental desatada por la dramática ruptura de la presa de Nueva Kajovka.

En la intersección convertida en punto de rescate, el nivel del agua sigue subiendo, aunque más lentamente. El agua se ha desplazado unos 200 metros tierra adentro durante la noche, y está a la altura del pecho en el lado más alejado del cruce, más adelante. No obstante, algunos están decididos a cruzar a través del agua embarrada, sucia y manchada de aceite.

La hidróloga Larysa Musian, que había estado presente en las inmediaciones el día anterior, ha seguido realizando trabajos de evaluación. Según la experta, ahora el agua está subiendo “cada media hora, dos centímetros”, más despacio que los seis a ocho centímetros del miércoles. Sus cálculos apuntan a que las aguas se acercan a su punto máximo, 32 horas después de la rotura de la presa.

“Cuando baje, el agua descenderá mucho más despacio de lo que llegó”, continúa Musian. La especialista advierte de los impactos medioambientales inmediatos, como “muchas bacterias, basura, tierra” que ensuciarán y destrozarán los bajos, así como las casas ya sumergidas. 

N

Kiev

5 km

Área

ampliada

Central hidroeléctrica

Kajovka

Río Inhulets

Kajovka

Río Dniéper

Aeropuerto

de Jersón

Krynky

Nueva

Kajovka

Puente

Antoniv

Sadove

Chornobaivka

Jersón

Tsiurupinsk

Áreas bajo

control ruso

Áreas de avance

del ejército ruso

Zonas en las que Ucrania

ha recuperado el control

FUENTE: ISW

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ampliada

5 km

Central

hidroeléctrica

Kajovka

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Áreas bajo

control ruso

Áreas de avance

del ejército ruso

Zonas en las que Ucrania

ha recuperado el control

FUENTE: ISW

Si el primer día muchos habitantes de Jersón se quedaron atónitos ante lo sucedido, el segundo día la respuesta ha sido más enérgica: los equipos de protección civil han llevado a cabo misiones de rescate y un característico vehículo todoterreno Sherp, con sus enormes ruedas de 1,5 metros de altura, estaba preparado para circular sobre el agua.

Los equipos de rescate están recogiendo a personas de los primeros pisos de los edificios de apartamentos, incluso de los tejados, mientras una pequeña flotilla de embarcaciones neumáticas –y de otro tipo– sale en su ayuda. También rescatan a decenas de gatos y perros, cuyos ladridos se escuchan constantemente de fondo. Varias personas se niegan a ser rescatadas si tienen que dejar atrás a sus mascotas. 

Hay momentos de dolor en medio del rescate, pero el estado de ánimo predominante es asombrosamente práctico. Svitlana Plokha y Svitlana Abramovich viven en un bloque de apartamentos a la vuelta de la esquina del puerto provisional. Su bloque de apartamentos albergaba a 100 personas antes de la guerra. Ahora, allí viven 30, muchas de las cuales, como las dos mujeres, soportaron meses de ocupación rusa antes de la liberación de la ciudad el pasado noviembre.

Las dos mujeres dirigen el grupo de residentes del bloque y pasaron la mayor parte del martes ayudando a mudarse a quienes viven en la planta baja. “El agua llegaba hasta aquí”, dice Plokha, señalándose la parte inferior del pecho. Ambas ayudaron a los vecinos que podían reunirse con familiares cercanos, persuadieron a los reticentes a marcharse si era necesario y colaboraron en las evacuaciones más lejanas de quienes no tenían otra alternativa.

Ambas subrayan la importancia de la resiliencia. Si pudieron sobrevivir a la ocupación rusa, dicen, pueden soportar cualquier cosa. “Todo el mundo se unió cuando empezó la invasión”, dice Plokha describiendo el ambiente de colaboración en su bloque. “Somos fuertes, somos resistentes y no podemos escapar”, dice antes de que Abramovich la interrumpa. 

Lo que quiere decir es que no queda más remedio que seguir adelante.

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