Extremistas hindúes en India frenan la investigación de la violación y asesinato de una niña musulmana
Cuando el lunes pasado la policía acudió a los tribunales para denunciar a ocho hombres por la violación y asesinato de una niña musulmana, se enfrentaron a docenas de abogados hindúes que pretendían impedirles el paso.
El asesinato de la niña de ocho años Asifa Bano, cuyos detalles salieron a la luz el miércoles pasado, y los esfuerzos de grupos hindúes por obstaculizar la investigación policial han indignado a muchos indios y han profundizado la preocupación por la creciente sensación de impunidad entre los nacionalistas religiosos.
El pasado 10 de enero, Asifa, de una tribu musulmana nómada, estaba cuidando unos caballos en Kathua, un distrito del Estado de Jammu y Cachemira, cuando fue secuestrada. Un grupo de hombres la encerró en un pequeño templo hindú, la drogaron y la violaron durante cinco días para luego matarla con una piedra.
La policía alega que el crimen fue cuidadosamente planificado por Sanji Ram, cuidador del templo, y asegura que el hombre quiso pagar 500.000 rupias (unos 6.200 euros) a funcionarios locales para que inventaran pruebas falsas que desviaran la investigación.
Ram se había opuesto a ultranza al asentamiento de la tribu musulmana, conocida como los Bakarwals, en la zona, y encontró en Bano un blanco fácil para atemorizar al grupo y lograr que se marcharan, afirmó la policía.
El arresto de Ram, sus hombres y varios agentes de policía en seguida cobró matices religiosos en Jammu, donde, igual que en otras partes de India, los grupos hindúes de derechas se han vuelto cada vez más activos.
En febrero, ministros del Estado y altos cargos del partido gobernante, el Bharatiya Janata (BJP), ayudaron a formar un grupo de protesta que marchó por Kathua ondeando banderas indias y pidiendo la liberación de los agentes acusados.
Argumentan que como algunos de los investigadores del caso son musulmanes, no se puede confiar en su imparcialidad. Han pedido que el caso sea trasladado a la Oficina Central de Investigaciones, una agencia supervisada por el gobierno nacional.
El primer ministro, Narendra Modi, un acérrimo nacionalista hindú, todavía no ha comentado el caso ni la participación de ministros y cargos de su partido en las protestas en apoyo a los acusados. Este jueves, él y otros importantes funcionarios del gobierno ayunaron todo el día en protesta por las obstrucciones de la oposición en el parlamento indio.
Más de 40 abogados han sido denunciados por intentar impedir que la policía presentase cargos el pasado lunes. En un comunicado, la asociación de abogados del distrito apoyó las protestas, afirmando que el gobierno no había podido “comprender los sentimientos del pueblo”.
Desde la independencia de la India, hace más de 70 años, la violencia entre musulmanes e hindúes, o entre diferentes castas de hindúes, ha sido habitual. Los críticos de Modi dicen que su ascenso al poder fue respaldado por extremistas que comparten su ideología nacionalista hindú.
En diciembre, un hombre de Rayastán lanzó consignas del nacionalismo hindú mientras se filmaba asesinando a un trabajador inmigrante musulmán con un zapapico. El mes pasado, una procesión religiosa hindú en la ciudad de Jodhpur incluyó un muñeco que parecía homenajear al asesino.
Ranjana Kumari, activista y directora del Centro de Investigación Social, dice que el silencio de los líderes políticos nacionales en torno al asesinato de Asifa es horroroso. “Lo hacen para sacar alguna ventaja política de cara a las elecciones del 2019”, afirmó. “Realmente no se puede caer más bajo”.
Traducido por Lucía Balducci