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Ramón Rovira descifra a Trump, el presidente de los 140 caracteres: “Tiene muchos talones de Aquiles”

El periodista Ramón Rovira analiza al actual presidente de EEUU en su nuevo libro "Yo, Trump"

Marina Leiva

¿Y si Obama es en parte responsable de que Trump sea ahora presidente? Es posible que cuando Obama se mofó del ahora presidente de los Estados Unidos durante la cena de corresponsales de la Casa Blanca en 2011, se disparara de forma definitiva el afán de Trump por hacerse con el Despacho Oval. Así lo cuenta Ramón Rovira, corresponsal entre 1996 y 2001 en Estados Unidos para TV3, en su acercamiento literario al controvertido presidente.

El periodista se aventura a descifrar la enigmática figura del 45º presidente de los Estados Unidos para intentar comprender qué motivaciones hay detrás de su inesperado ascenso al poder. Su nuevo libro, Yo, Trump, editado por Ediciones B y que ha salido a la venta este mes, analiza en 26 capítulos los principales elementos alrededor de los que han girado tanto su campaña como sus primeros meses en el Despacho Oval.

Que Trump ganase las elecciones fue una sorpresa para el mundo y también para el propio autor, que semanas antes de su victoria se encontraba trabajando en un libro sobre Hillary Clinton, a la que había conocido durante su estancia en Estados Unidos. “Este libro jamás debería haber visto la luz”, dice Rovira.

Al ahondar en la figura de Trump, el autor comenzó a “ampliar ciertos aspectos que explican una personalidad compleja y distinta a la que estamos acostumbrados en política”. Así, intenta explicar su imprevisibilidad partiendo de anécdotas de su vida que dejan adivinar cómo es y será su presidencia.

Rovira también relata el efecto que tiene esta imprevisibilidad en otras personas. Y cuenta anécdotas como la del susto que se llevaron varios periodistas durante sus entrevistas en el Despacho Oval al ver al presidente pulsar un botón rojo. Lejos de ser el botón nuclear, éste simplemente avisa al servicio de la Casa Blanca de que pueden entrar para tomar nota de las bebidas.

El título bebe de una larga tradición de obras que han intentado explicar figuras políticas complejas. Desde Yo, Claudio, de Robert Graves sobre el emperador romano, al más cercano Yo, Augusto, en el que Ernesto Ekaizer disecciona a Augusto Pinochet. Rovira insiste en que, sin comparar en ningún momento las obras y teniendo en cuenta las diferencias evidentes entre cada personaje, “sí que tienen rasgos similares de personalidad: estar tan, tan seguros de sí mismos y ser tan duros en sus decisiones”.

Un futuro lleno de obstáculos

En cuanto al futuro de la legislatura de Trump, Rovira señala un momento clave: las mid-term elections del año que viene, elecciones en las que se renovará parte del Senado y la Cámara de Representantes por completo.

Pero el político no es el único frente abierto para el magnate. También está el asunto de las incompatibilidades de sus negocios y el proceso judicial ligado a la posible intervención de Rusia en las elecciones presidenciales de 2016.

Trump tiene “muchos talones de Aquiles”, sostiene el autor, a quien un futuro impeachment no le parece una posibilidad muy descabellada. “Me cuesta creer que pueda llegar a cumplir los cuatro años”.

Pero incluso si no llegase a completar su mandato, borrar por completo el paso de Trump por la Casa Blanca no será una tarea fácil. “Es francamente difícil revertir las decisiones presidenciales una vez aprobadas. Incluso con el ‘Obamacare’ estamos viendo las dificultades que está teniendo el mismo Trump”, recuerda Rovira.

Pero para el periodista, aunque la del presidente de Estados Unidos pueda parecer una figura todopoderosa, la realidad es que “no tiene tanto margen de acción”. “Sobre todo en temas de política interna el check and balance (separación de poderes) funciona muy bien”, asegura. Y el inquilino de la Casa Blanca ya ha recibido alguna lección. Por ejemplo, en las trabas que ha encontrado su veto migratorio.

“Trump ignora por completo la geopolítica mundial y este año ha aprendido que aunque amenace a Corea del Norte con ‘fuego y furia nunca vistos’, no puede llevar a la acción algo así”. Esto puede resultar alentador para sus detractores, pero Rovira advierte de que “sigue siendo el jefe del Gobierno y, ante todo, jefe de las Fuerzas Armadas. Cualquier decisión que se tome con respecto a una guerra depende, en definitiva, única y exclusivamente de él”.

Repensando los medios de comunicación

La afición del presidente por los 140 caracteres obliga a medir sus palabras de manera distinta a la de sus antecesores. “Cuando Trump dice algo hay que esperar 24 horas para ver si se demuestra lo contrario a lo que ha dicho, si va a cumplir lo que ha dicho o si simplemente es un desahogo en Twitter porque se ha enfadado”, resume.

Aunque el uso compulsivo de Twitter por parte de Trump nos muestra un tipo de comunicación directa con los ciudadanos sin precedentes, para Rovira es una estrategia con un “recorrido relativamente corto, porque en la medida en que se van acumulando las mentiras, las falsedades, el que está al otro lado se va dando cuenta de que está muy bien y es muy divertido que el presidente se esté dirigiendo a ti, pero si no responde a una mínima verdad, no sirve para nada”, asegura.

En la era de las fake news y las “verdades alternativas”, el público estadounidense está volviendo poco a poco a los medios tradicionales en busca de información fiable. “The New York Times ha duplicado su número de suscriptores, ha aumentado considerablemente su número de seguidores en redes y esto es porque la gente está cansada [de las noticias falsas]”.

Incluso para quien ha invertido mucho tiempo en descifrar su personalidad, la inexperiencia política de Trump hace “muy difícil prever sus decisiones y lo que va a ocurrir al final de su mandato”, reconoce Rovira. Pero la indagación lo ha acercado sin querer al personaje. “Después de dedicarle tantas horas no es que me caiga bien, pero le tengo un cierto aprecio más allá de todos los líos en los que nos está metiendo. Claro que puede ser un cierto síndrome de Estocolmo”, suelta entre risas.

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