Cuando el agresor forma parte de tu entorno: el 82% de los agresores sexuales de menores son conocidos
Niña. Comienza a sufrir abusos sexuales a los once años. Abusos que son denunciados con ayuda de su madre y que son juzgados en procesos que se alargan hasta los tres años. Es el perfil de la menor víctima de abusos sexuales que dibuja Save the Children. A nivel nacional, el 80% de las víctimas menores de abusos sexuales son niñas y el 20% niños. Los agresores, el 82% conocidos, padres y parejas de la madre en su mayoría, y el 18% desconocidos.
Lo realmente preocupante en los delitos sexuales contra los menores es que en un porcentaje altísimo, la agresión proviene siempre del entorno, familiares o conocidos. Esto es lo realmente preocupante
Y en La Rioja, la fotografía es similar. Según los datos facilitados por la Oficina de Asistencia a la Víctima del Delito, en 2023 atendieron a 30 niñas víctimas de violencia sexual y a 3 niños. En 2024, y hasta el mes de septiembre, en esta Oficina han atendido a un niño y a 25 niñas. Unas cifras que su responsable, Bárbara Romo, califica de “preocupantes” aunque “lo realmente preocupante en los delitos sexuales contra los menores es que en un porcentaje altísimo, la agresión proviene siempre del entorno; familiares o conocidos. Esto es lo realmente preocupante”.
Preocupación que comparte la coordinadora de RESET, Mª Pilar Yangüela, un programa del Gobierno de La Rioja que presta atención psicológica personalizada a menores maltratados y/o abusados físcia o sexualmente, al que llegan derivados de la OAVD de La Rioja y que imparte Psico 360, Centro de Psicología. Ahora mismo, hay 32 casos abiertos de abusos sexuales a menores de los que el 90% han sido cometidos por conocidos. Sólo en el mes de octubre, llegaron cinco nuevos casos. “Parece que este tipo de delitos los cometen personas desconocidas cuando no es así”, insiste Yangüela. Y ahí está el riesgo y el peligro. Y es que lo menores pueden reinterpretar lo que les está ocurriendo porque no tienen esos conocimientos de educación sexual y piensan que esas conductas, esas agresiones y abusos, son una forma de querer. “Pensaba que esa era su forma de quererme, pero cuando tuve novio y me tocaba de la manera que me había tocado esa persona... Es así como esta chica fue consciente de lo que le había ocurrido”, relata Yangüela. Porque muchas veces estas agresiones salen a la luz tiempo después. “Muchas veces, en el proceso terapéutico trabajando con personas mayores se dancuenta de lo que han sufrido porque los menores reinterpretan lo que les está ocurriendo”. Y por esta razón, Romo insiste en la necesidad de trabajar en la prevención y sensibilización. Un trabajo que dice también hay que hacer en casa “porque los niños y las niñas no interpretan el abuso como algo negativo cuando viene de alguien con el que existe una relación de afectividad, porque es tu tío, un abuelo, un amigo de los padres.... no se percibe como algo negativo y ahí está el peligro”.
El mayor factor de protección es que la familia apoye, acompañe, no tenga dudas y legitime sus emociones
“Es muy difícil de descifrar, interpretar y entender todo esto con la mente e un niño”. Por esta razón, la coordinadora del programa RESET insiste además en la importancia de que el menor esté acompañado por la familia, por el padre, por la madre. “El mayor factor de protección es que la familia apoye, acompañe, no tenga dudas y legitime sus emociones. Cualquier caso de abuso sexual provoca un impacto en el desarrollo, más aún si es menor, pero si se le proporciona esta unidad de apoyo, el menor o la menor va a salir adelante casi con seguridad”.
En el otro extremo, los menores que no cuentan con este factor de protección. “Hemos tenido casos de niñas a las que no les han creído y al final se han arrependido”. Menores, cuenta, “que se sienten castigadas porque han denunciado a la pareja de su madre, a su propio padre, a su hermanastro... y que tienen que salir de sus casas porque hasta que finaliza todo el proceso judicial ellos pemanencen en casa y la que sale es la menor. Menores que, además de sufrir el trauma del abuso sexual, se sienten abandonadas y castigadas, de forma que dejan de contarlo, vuelven a casa y la denuncia no sigue. O sigue, pero con esa soledad que puede sentir una niña de 14-15 años que ha sido víctima de abuso sexual y que se encuentra en un centro de menores”.
“Arrancar el sentimiento de culpa”
Una vez que estos menores llegan al programa RESET derivados de la OAVD uno de los objetivos, y también una de las mayores dificultades, es arrancarles el sentimiento de culpa, “que existe porque existen ciertos mensajes”. Y es que Yangüela recuerda que en uno de los casos el tío de la víctima acusaba a la menor de haberle provocado. “Me provocaba, estaba en bragas en su habitación”. Mensajes que lograron generar un sentimiento de culpa en la víctima, una niña, que llegó incluso a plantearse que no debería haber estado así vestida en su propia casa. Y es ese sentimiento de culpa el que hay que arrancar. Y para ello, el equipo de profesionales del programa RESET lleva a cabo una intervención individual y también familiar. “Rescatamos a alguna persona de apoyo para la menor, una persona que le esté dando ese apoyo seguro para que en libertad, con tranquilidad y serenidad, pueda sacar todo lo que lleva dentro”. Una intervención individual y familiar que se completa con otra grupal. “Grupos terapéuticos en los que descubren que hay otras personas a las que les ha pasado lo mismo, la fuerza del grupo y la tribu es muy sanadora. Esta parte también es muy importante”.
El objetivo es que aprendan a vivirlo de otra manera, sin pesadillas, sin esa intensidad emocional, sin esa culpa, sin ese miedo a la reactivación fisiológica...
Y es que es importante quitar ese sentimiento de culpa, “porque olvidarlo, no se olvida”. Yangüela relata que los menores derivados al programa RESET quieren olvidar lo ocurrido pero eso no pasa. “El objetivo es que aprendan a vivirlo de otra manera, sin pesadillas, sin esa intensidad emocional, sin esa culpa, sin ese miedo a la reactivación fisiológica... con las terapias se persigue que lo vivan de la forma más alejada a sus emociones para poder transitar por eso que les ha ocurrido de una manera que no les afecte tanto en el presente o en momentos cruciales porque a veces un trauma se queda ahí, pero en determinados momentos vitales vuelve a aparecer”. De la mano de las profesionales, las menores víctimas consiguen identificar lo ocurrido y aparender a vivirlo de otra manera.
La importancia de preconstituir la prueba
Y antes de llegar al programa RESET, los menores víctimas de abusos sexuales son atendidos en la Oficina de Asistencia a la Victima del Delito de La Rioja. Y en estos primeros momentos, lo más importante es preconstituir la prueba porque en este tipo de delitos, con lo único que se cuenta es con el testimonio de los menores, “los delitos no se cometen con testigos y no hay pruebas fehacientes del abuso” apunta Bárbara Romo. Y en este sentido, y para la preconstitución de las pruebas, La Rioja cuenta con la Cámara Gesell. Una habitación que simula una sala infantil con mesas y sillas bajas y dibujos con el fin de que los menores no se sientan impresionados por lo que supone un juzgado. Además, evita que los menores vean al juez y a las partes personadas, que se encuentran en una sala contigua comunicada por la Sala Gesell a través de un cristal de visión unilateral. Los menores están acompañados por psicólogos de menores, que forman parte del equipo multidisciplinar del Palacio de Justicia, que, en un ambiente distendido y de forma adecuada a su edad, formulan las preguntas que, a través de un auricular, les transmiten desde la sala anexa.
La Rioja fue una de las primeras comunidades autónomas en implantar esta Cámara Gesell, “un espacio en el que el menor realiza la declaración garantizando además todos los derechos del acusado, todavía investigado, de forma que esta grabación pueda utilizarse en el juicio. Por esta razón es tan importante hacerlo con todas las garantías y por ello pueden estar el abogado defensor e incluso el investigado detrás del cristal”. La rapidez en la preconstitución de la prueba es fundamental, insiste la responsable de la OAVD. “Tiene que ser rápido porque hasta entonces no podemos comenzar con la intervención psicológica con la menor o el menor porque se podría considerar que se está contaminando la prueba y el relato”. De esta forma, una vez que se preconstituye la prueba, se deriva al menor a intervención psicológica “y a la vez ya se trabaja también con los progenitores”. Y en aras de esta rapidez, Romo señala el proyecto piloto de Canarias que cuenta con un juzgado de menores. “Un juzgado similiar al de Violencia sobre la Mujer, pero con menores. Algo que me parece realmente importante porque estamos viendo que hay procedimientos que se quedan estancados porque no hay un juzgado especializado y esto no puede ser”.
Debemos enseñarles desde pequeños que los adultos tienen que respetar su cuerpo, que no se puede tocar, porque si no, no lo perciben como una agresión sexual porque el agresor siempre usa además el secreto, el favoritismo...
Ocho de cada diez casos de abuso sexuales contra la infancia se producen en el entorno familiar y el agresor es una persona conocida o un familiar de la víctima. Además, Save the Children también estima que sólo el 15% de los casos de abuso sexual llega a denunciarse. De ahí la importancia de continuar trabajando en la prevención y en la sensibilizació, un trabajo que Romo reitera también debe hacerse en casa. “Si al menor desde pequeño se le dice, por ejemplo mientras se le baña, esto es tuyo y no lo toca nadie salvo papá y mamá mientras te bañan”, ellos de forma expontánea van a contar cuando un adulto lo haga. Debemos enseñarles desde pequeños que los adultos tienen que respetar su cuerpo, que no se puede tocar, porque si no, no lo perciben como una agresión sexual porque el agresor siempre usa además el secreto, el favoritismo...“.
Y más datos a tener en cuenta porque Save the Children también señala que el 67% de los agresores no tienen antecedentes penales. Y de los que sí los tienen, sólo en el 4% de los casos había sido por delitos contra la libertad sexual. De igual forma, este estudio también desmonta el mito de que las personas que agreden son monstruos y que si esto ocurriera en nuestro entorno, nos daríamos cuenta. Por esta razón, en la lucha contra este tipo de violencia, la clave también está en la prevención.
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