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La crisis del PP de Madrid, la ausencia de alternativa y los plazos electorales favorecen el enroque de Cifuentes

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, en la celebración de la Constitución, el 5 de diciembre de 2017.

Andrés Gil

“Va a aguantar”, dicen en Sol. “Está hiperactiva, pendiente de todo lo que se publica, pero no encerrada en sus cuarteles de invierno”, cuentan otras personas próximas. “Todo el mundo piensa que le han regalado el máster, ya da igual si aparece el trabajo, porque la gente pensará que se lo han apañado en las últimas horas. Es una crisis que no va a desaparecer, que le acompañará lo que le queda”, reflexiona otra fuente popular. Y sentencia: “Qué cutres fuimos con esa universidad. El PSOE tenía la Carlos III y quisimos la nuestra, pero lo hicimos muy mal”.

Cristina Cifuentes está intentando manejar los tiempos: en el día de autos, recurrió a Onda Cero, 13TV y Periscope para dar su versión; y luego, varios días después, al plasma de la dirección del PP para anunciar una querella contra periodistas de eldiario.es. Ha decidido no dar una rueda de prensa ni pararse en los canutazos, y ha pospuesto el pleno, forzada por la oposición, al 4 de abril.

“Es una huida hacia delante”, explican en el PP, “y en realidad el pleno le beneficia: son una sucesión de mítines, permite que la bancada monte bronca y se hable de la beca black de Errejón al tiempo que facilita a Ciudadanos su estrategia de ser duro pero sin romper el acuerdo de Gobierno”.

“Cifuentes va a caer, no sabemos si a los puntos o por K.O.; pero va a caer”, reflexionan los máximos dirigentes de Ciudadanos, siempre reticentes a dar por rotos los acuerdos de Gobierno con Cifuentes y Rajoy, a pesar de los incumplimientos. “El truco con el PP”, prosiguen, “no es montar el pollo en las primeras 24 horas, porque entonces se victimizan. Lo que funciona es pasarles la pelotita, que sean ellos los que tengan que gestionar las crisis: ahí es donde la pifian, donde se bloquean, y se evidencia que son muy malos”.

Cifuentes, quiera o no quiera, no podrá huir de este problema, y quizá si que le termine por acompañar hasta las elecciones. No sólo por el pleno del 4; sino por la investigación interna de la Universidad Rey Juan Carlos, que empezará a citar a los implicados en los primeros días de abril. Y está pendiente la investigación de la Fiscalía tras la denuncia por falsedad documental.

Pero, ¿qué alternativa hay a Cifuentes? En estos momentos, ninguna. La idea de unas elecciones a un año de que se tengan que celebrar otras está descartada. Del mismo modo que si uno mira la bancada del PP en la Asamblea es difícil encontrar quién pudiera sustituir a la presidenta. Su número dos en el Gobierno, Ángel Garrido, no parece disponer de suficiente proyección política para eso. Y este problema se reproduce para 2019: el PP ya tiene que buscar candidato para la alcaldía, ¿se atrevería a poner a otro en lugar de a la presidenta saliente? No parece fácil; lo cual desembocaría en una campaña con una candidata muy erosionada: por la unanimidad en que le regalaron el máster; la investigación de la UCO por la Mesa de Contratación de la Asamblea; las actuaciones policiales durante su mandato en la Delegación del Gobierno; y por los pocos logros de gestión que pueda mostrar.

Este lunes la reunión de la dirección del PP regional fue tranquila. El órgano es muy favorable a su presidenta, quien tiene unos cuantos enemigos internos que miden mucho sus palabras: no le perdonan que se haya querido presentar como alguien ajeno a las últimas décadas del partido cuando ella misma formaba parte de la dirección en todo ese tiempo.

Pero las posiciones políticas en los partidos muchas veces responden a intereses personales. Y, estando a un año de las elecciones, pesa mucho la lealtad ante quien tiene el poder de meterte o sacarte de una lista; de darte o quitarte un cargo; de mantener tu puesto de trabajo o de mandarte al paro.

Todo ello, además, en un PP de Madrid que aún no ha superado el schock en el que lleva instalado desde que las investigaciones por corrupción llevaron a la cárcel a sus ex secretarios generales Francisco Granados e Ignacio González; y a la dimisión a Esperanza Aguirre, acorralada por la corrupción de su partido.

Y ya sea por defender un legado e intentar no pasar a la historia como alguien a quien le regalaron un máster; ya sea porque no hay alternativa ni ahora ni en 2019; ya sea porque el PP de Madrid no está preparado para una nueva catarsis; ya sea porque las voces críticas piensan más en seguir en sus cargos; Cifuentes ha decidido enrocarse y aguantar. La duda es si sobrevivirá a 2019; o si caerá, a los puntos o por K.O.

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