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Homenaje a Sampedro en Chamberí: “El último representante de la España solidaria y liberal”

Ángel Alda, durante la lectura del homenaje a José Luis Sampedro

Ángel Alda

16 de octubre de 2021 23:30 h

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Justo hace ahora diez años, en octubre de 2011, José Luis Sampedro se acercaba a la plaza de Olavide para ofrecer a los jóvenes quincemayistas, como él los llamaba, un mensaje de ánimo y un testimonio de admiración. Como los viejos maestros de la Institución Libre de Enseñanza y los mucho más viejos filósofos atenienses a los que tanto amor y respeto profesaba, quiso que la calle, que la plaza, fuese el escenario de lo que seguramente fue su última lección, su postrer mensaje de humanismo combativo. Y no por casualidad en su barrio, en su entorno del distrito de Chamberí. Ante el calor y el amor de sus vecinos.

Dieciocho meses después falleció. Pero su presencia sigue con nosotros. El recuerdo de aquella silla plegable y el lugar exacto de Olavide desde donde supo transmitir su larga experiencia y su mejor consejo sigue imborrable en nuestra memoria.

Recuerdo como si fuese ayer su gorra de lana oscura y su cazadora de tela clara. Su rostro barbado, blanquecino y sonriente mientras escuchaba y miraba a la multitud de jóvenes y no tan jóvenes que habían acudido a su encuentro invitados por la Asamblea Popular de Chamberí. Y recuerdo muchas de sus palabras. Las recuerdo porque quería publicarlas en el blog de la plaza de Olavide que entonces mantenía. Y ahí, en ese modesto medio de comunicación, han quedado registradas.

Quiero traer aquí y ahora alguna de esas frases pues creo, que son de actualidad, al tiempo que intemporales:

“Soy muy mayor, soy de un país que ya no existe por eso os entiendo bien y puedo hablar con vosotros de valores y no de intereses”

“Estamos vivos y hay que ejercer la vida”

“No sé cuál va a ser el futuro pero sé el futuro que quiero: uno en libertad y armonía con la naturaleza”

“La vida es cambio, es evolución, es transformación y lo importante es que en ese cambio no perdamos la personalidad”

“La libertad tiene que ser la libertad de todos, no la de unos por encima de la de otros”

“Somos la vanguardia de la vida y tenemos el privilegio de la palabra. Nuestro deber esencial es vivir porque estamos vivos”

“No hay líderes porqué no sabemos dónde vamos, pero al menos hay que saber qué queremos. Yo quiero un futuro de libertad para todos”

“Pertenecemos al cosmos y fuera del cosmos no hay nada. Somos la vanguardia de la vida y tenemos el privilegio de la palabra”

Y terminaba su vibrante y sólido discurso con estas palabras:

“Muchísimas gracias por iluminar el final de la vida de un viejo”

Con su desaparición se nos fue posiblemente el último representante de la España solidaria y liberal, un amigo del pueblo y un intelectual completo. Nos dejó una obra literaria única y también un conjunto de saberes y conocimientos económicos, filosóficos y científicos. Pero sobre todo nos legó un ejemplo civil único que es seguramente lo que más nos conmueve y consuela en estos tiempos de tribulación y dolor por la desaparición de tantos de nuestros conciudadanos víctimas de la epidemia más mortífera sufrida por los pueblos del mundo en el último siglo.

Es tan diversa la trayectoria de José Luis Sampedro, tantas las ciudades y los paisajes que amó, tanto los saberes en los que profundizó que resulta imposible trazar una semblanza sobre él para un homenaje tan reducido en alcance y tiempo. Yo me he limitado a intentar constatar su dimensión como ciudadano y vecino, en particular de Chamberí. No sé si con ello he conseguido recuperar en algo su memoria, la imagen que muchos deseamos conservar de quién nos fue tan próximo.

Solo me queda recitar un pequeño poema publicado póstumamente. Un poema que referido a las pérdidas humanas de la guerra civil española puede evocar en nosotros una imagen más próxima y transmitir nuestro mejor recuerdo a las víctimas de la dura epidemia de la Covid que han marcado tanto nuestros últimos meses.

“Los que volvieron

traían solamente unas manos vacías

-curvadas todavía, asiendo el viento-

y unas alegres caras cansadas

y ojos cuya mirada nadie explicará nunca.

Nadie, ni los poetas,

porque en ella vivían las últimas palabras

de los que no volvieron“

Gracias a la Junta del Distrito, gracias a las fuerzas políticas de Madrid que quisieron y siguen queriendo recordar su vida y su obra y que lo han hecho de una manera tan cordial, tan atenta y respetuosa. Gracias a mis amigos del Organillo, a Pilar y a Julio, por encomendarme la redacción y lectura de estas líneas. Y gracias a la familia y a los amigos de José Luis Sampedro. Gracias a su esposa Olga Lucas por seguir prestando homenaje y recuerdo diario a su memoria.

Nunca gratificaremos lo suficiente vuestro esfuerzo.

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