Andrés Maza, creador de Maza & Cerón: “El vino es el embriagador más antiguo de la historia”

En la vinoteca Maza & Cerón, situada en el centro de la capital murciana, es posible deleitarse con el vino, el arte y la piedra. Ya en la Grecia clásica Eurípides decía que “el vino siembra poesía en los corazones” y es que tanto el vino como los corazones deben ser motivos de creación. Andrés Maza, creador de este espacio con alma, es un defensor del vino de la Región. Maza & Ceron es al mismo tiempo un bar, un club, un restaurante y una tienda que cuenta con catas y cursos en los que se vincula el vino a las artes.

Andrés, ¿qué es para ti el vino? 

El vino es mi pasión, es el lugar donde soy feliz. El negocio del vino, así como el de la piedra, se basa en un recurso natural, ambos son recursos que no se pueden producir, sólo se pueden transformar al estar condicionados por la naturaleza. 

La naturaleza me mantiene muy vivo y además es una afición infinita porque no se puede acabar de aprender de ella. A su vez, se puede jugar con la improvisación, puesto que cada año es distinto, dependiendo de la añada, y siempre hay cambios. 

El vino y la poesía. Dionisio, el Barroco, la música, la mitología y el vino, ¿es el vino arte? 

El vino es arte per se. Concibo el arte como una forma de manifestar lo que uno siente, ya sea a través de la escritura, la pintura… El vino, además, es un desinhibidor y artistas como Hemingway o Picasso lo tomaban.

Tenemos tantos prejuicios formados por la cultura y la sociedad que nos rodea que alcanzar la posibilidad de desinhibirse de ciertas ideas preestablecidas puede ser gracias a la embriaguez. El vino es el embriagador más antiguo de la historia. Pero el talento debe ser una virtud ya presente a la que se puede llegar derribando ciertas barreras. Para mí, el vino viejo de Jerez, te eleva, te permite alcanzar la meditación.

Cuando estás delante de los grandes vinos del mundo, sabes que haces acto de presencia de algo mucho mejor y más grande que tú, y piensas 'qué pequeñito soy delante de esto', como cuando estás delante de una obra pictórica en el Museo del Prado, que empieza, se desarrolla y no termina contigo. Es mágico, es el puro concepto de romanticismo.

¿Y qué hay de las etiquetas de los vinos? ¿Pueden ser obras de arte? 

Por supuesto, por ejemplo, desde 1945, Château Mouton Rothschild elige cada año a un artista para decorar la etiqueta de la añada, artistas chinos, japoneses, islandeses, entre otros.  

Una etiqueta cuenta la sensibilidad del artista que la diseña, así como la identidad del vino. Por ejemplo, en los vinos franceses con la etiqueta se imprime su carácter tradicional. El vino manifiesta tierra, planta, hombre en el campo, clima, la cultura de un territorio y todo debe estar en consonancia, desde la etiqueta al corcho.

¿Qué aporta culturalmente Maza & Cerón a Murcia? 

Lo que intentamos es defender los vinos de aquí, los que consideramos que son honestos. Defendemos la honestidad del vino y el territorio, puesto que el vino define la calidad del territorio. Abrimos en 2016 y hemos apostado por proyectos en la Región, proyectos nuevos. Hemos asociado los vinos al arte de la zona, como cuando maridamos palos de flamenco con tipos de vino de Jerez en La Unión.

Próximamente, probablemente el 28 de febrero tendremos un evento que reúne de nuevo maridaje de vinos, platos y flamenco en Maza & Cerón.

¿Tenéis alguna obra de arte en el restaurante?

En Maza & Cerón tenemos un Campillo, 'Jugando en el río', que es una figura que representa el equilibrio entre una madre y un hijo. El equilibrio es la gran virtud en el vino y en la vida. 

Las cosas se tienen que mantener vivas o se petrifican, y es a través de la tensión y el equilibrio cuando esto sucede y en el arte ocurre lo mismo, debe haber un equilibrio entre el pulso, el lienzo y la idea.

¿Cuál ha sido el motivo más especial por el que has abierto un gran vino?

Un motivo especial y contundente ha sido por el vino en sí. No hay que esperar una gran ocasión para abrir un buen vino, abrir un buen vino ya es una gran ocasión.

Y mientras que Andrés degusta un gran vino, un 25 GF Jerez Viejísimo, pienso que la vida también se degusta, que el vino es arte y que, como decía Milán Kundera, tenemos una memoria poética. Esa memoria quizás sea la que nos permita entender las notas de los vinos, poner olor a los recuerdos y crear arte.