'Disidencias de género' es un blog coordinado por Lucía Barbudo y Elisa Reche en el que se reivindica la diversidad de puntos de vista feministas y del colectivo LGTBQI.
La Zowi y la auténtica obra de arte
“Puta tengo mucho arte, tengo tos los trucos pa engatusarte”... Así comienza la canción `Obra de arte´ de La Zowi. Mucho se comenta lo mal que canta y cómo destruye las sensibilidades el uso de esa herramienta que se llama autotune. Pues hoy vamos a echar un rato pensando qué tiene de interesante y bello La Zowi. Qué podemos decir de su modo singular de belleza. Por un lado porque La Zowi es algo del presente, y si bien no loamos el presente por el simple hecho de pasar como tiempo contemporáneo nuestro, mucho menos lo vamos a denostar por lo mismo. Y por otro lado, el que más nos importa, porque es una cantante que nos gusta, nos da que pensar y nos engatusa, pues como ella dice, tiene mucho arte.
Qué difícil hablar sobre belleza, amiga. Y no porque La Zowi use todo el tiempo la palabra “puta”. No, ese es uno de los elementos con los que pensar. No es lo mismo escribirlo aquí, falta la cadencia musical, la voz enrarecida por el autotune. Y falta la repetición. El término “puta”, el insulto “puta”, el apelativo entre amigas -sí, volvamos a la tierra, muchas amigas se llaman entre ellas “puta” ante la mirada atónita de la gente que las escucha gritar por la calle- “puta” es repetido en sus canciones decenas de veces. En algunas como `Bitch mode´ es casi el sostén vocal de la canción. ¿Y esto qué es? Primero veamos cómo aparece “puta”, cómo suena. En las canciones de La Zowi no se sabe bien si “puta” te lo está llamando a ti, o a sí misma, o a alguna persona desconocida. “Puta tengo mucho arte, tengo tos los trucos pa engatusarte”, claro que parece referirse a alguien que domina los artificios de la seducción, luego una puta, pero, puta, parece que te lo está diciendo a ti que la escuchas, ¿no? “Tengo muchas putas, soy tu chulo”, ahora La Zowi es una proxeneta, pero tu proxeneta, de ti que la escuchas. Sin embargo, ella misma se autodenomina en sus canciones y en sus conciertos como “La Zowi puta”. De nuevo no sabemos de una vez por todas si “puta” te lo dice a ti, “soy la zowi, puta”, o si “puta” es una cualidad de la Zowi, que es una puta. Porque luego lo afirma, “soy una puta básica, te busco la ruina”. Y justo ahí... Todo un cliché, no ya sobre las mujeres que se dedican a la prostitución, sino sencillamente, sobre las mujeres. El de siempre, las mujeres como peligro y tentación, que en la canción de La Zowi no puede ser escuchado más que con placer. Escuchado por ti, que escuchas la amenaza pero que sabes que esa amenaza no va dirigida a ti. ¿A quién amenaza este artificio, este arte?
No sé si La Zowi es feminista proderechos y quiere desestigmatizar a las prostitutas, o pasar por encima del puritanismo. Eso no tiene importancia. Lo que nos interesa es que sus canciones suenan como un espacio esférico, cerrado semántica y musicalmente; en intimidad. Esa confusión de la interpelación “puta” tiene como efecto el goce mismo de la palabra, sin un significado claro, sin saber de quién se trata. Todo suena extraño, el autotune, sí, la cadencia del trap, sí, que es todavía algo raro. Pero hay algo más: no hay ni un hombre cerca de esas putas. Ni en las canciones, ni en los vídeos en los que ella y otras mujeres bailan mostrando sus culos, vestidas con poca ropa, con tacones altos, ostentando algunos lujos que ellas mismas se pagan. Las putas entre ellas. Es un espacio musical y visual de intimidad. Es lo que hace el arte a veces, crear una intimidad y ofrecerla a la vista de todo el mundo. La Zowi lanza “puta” y menea el culo sin ser juzgada. Es una obra de arte a admirar y temer. Se planta así. Luego todo el mundo la juzga, pero no en sus canciones. Por eso son tan tensas también, porque atraviesan esa mirada juzgadora, la enrarecen, la vacían de significado. La amenazan. El artificio Zowi se te ofrece a ti, no a él. ¿Y tú quién eres? ¿Qué cualidades tiene tu mirada en este espacio cerrado?
No pretendo responder a esta pregunta, sólo escucharla como particularidad formal -hablamos de música, que es un arte, un trabajo de las formas-, esa tensión de las repeticiones, algo que se libera. No sé si es lo que pretende la Zowi, como no sé lo que pretende ningún artista, pero es algo que se ofrece a la sensibilidad. Qué tensión, que esas imágenes putas-atrezzo del porno-dinero rompan con la brutalidad de uso de la mirada masculina que se presupone cada vez que una mujer pone un pie en el mundo -de las ficciones. Y qué extrañeza de no saber qué estamos escuchando y mirando y sentir, sin embargo, intimidad.
Aquella noche, en un concierto en Murcia nos preguntaba con su voz gangosa: “¿Habéis visto cómo trabajamos?”. En mitad de la tensión, de tanto cuello rígido y silencio entre el público, se sentía una gran delicadeza. Me recordó todo el cariño que me hace llegar siempre la antigua cuidadora de mi madre, una mujer extremadamente dura y sensible dedicada siempre a los cuidados, Bernarda. Y así comenzó el “Ama de casa Tour” de La Zowi.
¿O crees que te está llamando a ti también, hombre en la sala, “puta”? No lo sé, dilo tú, puta. Todavía sabemos poco sobre lo que puede La Zowi.
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