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Marlaska aprovecha el despliegue del G7 para hacer visibles a Policía Nacional y Guardia Civil en Euskadi

Un guardiacivil, durante las maniobras en las que ha participado el ministro del Interior en funciones, Fernando Grande-Marlaska

Iker Rioja Andueza / Rubén Pereda

El ingente despliegue de seguridad con motivo del G7, que se celebra en Biarritz pero que afecta de lleno al día a día de la zona fronteriza con España, ha motivado la movilización de 2.810 efectivos de las Fuerzas de Seguridad del Estado en Euskadi, 1.878 guardiaciviles y 932 policías nacionales. El ministro del Interior en funciones, Fernando Grande-Marlaska, ha dado este jueves el pistoletazo de salida a este despliegue extraordinario al visitar San Sebastián –donde se reúne una de las mesas de crisis creadas para la gestión de las incidencias de la cumbre y de la contracumbre-, la frontera a la altura de Behobia y las patrullas de la Guardia Civil del puerto de Hondarribia.

Las Fuerzas de Seguridad del Estado tienen competencias limitadas de control de fronteras y apoyo de la Policía francesa, mientras que el papel protagonista a este lado de la frontera en cuanto a orden público y control del Tráfico es responsabilidad de la Ertzaintza, que tiene operativos estos días hasta 4.000 efectivos. Pero Grande-Marlaska ha reconocido que Guardia Civil y Policía Nacional han movilizado también equipos operativos y unidades especiales “como apoyo” de la Policía autonómica tanto para una “hipotética petición de cooperación” como para actuar “cuando sea necesario e indefectible actuar”.

En este sentido, Grande-Marlaska considera un “hecho objetivo” que cumbres del tipo de la del G7, que reúne a los principales mandatarios mundiales, sirven para que radicales violentes se “infiltren” entre los que legítimamente protestan y ha asegurado que España está “preparada” para hacer frente a posibles disturbios. Biarritz se halla a unos 20 kilómetros de la frontera pero hay también actividades dentro de la contracumbre en la zona de Irún-Hendaya, varias en territorio español.

Mientras la consejera de Seguridad vasca, Estefanía Beltrán de Heredia, manda un mensaje de “tranquilidad” porque los promotores de la contracumbre han apelado a movilizaciones “pacíficas”, el ministro ha optado por ser “transparente” y no negar el riesgo de que “radicales de izquierda”, los chalecos amarillos franceses y los ‘black blocks’ puedan reventar las movilizaciones previstas para el fin de semana. “Buscan tener su protagonismo”, ha asumido sobre estos grupos sin ser mucho más específico en torno a las previsiones que manejan los servicios de Información bajo su control.

Grande-Marlaska ha comparecido en Donostia tras presidir la primera reunión de la mesa de seguimiento del despliegue, llamada CECOR en este caso, y que sienta a la Ertzaintza, a la Policía Foral de Navarra y a autoridades francesas además de a las Fuerzas de Seguridad del Estado. La Ertzaintza tiene también otros centros de control con apoyo igualmente de otros cuerpos para agilizar el intercambio de información. España ha querido destacar que Francia pidió apoyo operativo para afrontar el G7 por las especiales circunstancias de “tiempo” –en plena operación retorno de tráfico- y de “espacio” –en un lugar fronterizo- y que se ha trabajado desde la máxima lealtad para sumar esfuerzos.

Tras la parte más institucional de la visita, Grande-Marlaska ha visitado ‘in situ’ los controles en la frontera francesa, en este caso el del puente de Behobia, en Irún. Después ha montado en una patrullera de la Guardia Civil en el embarcadero de Hondarribia desde donde se controla por mar toda la zona fronteriza. Los actos han servido al ministro para reivindicar el papel de estos cuerpos en Euskadi.

Su presencia habitual, muy escasa, contrasta con un despliegue muy visible estos días. Hay furgonetas de la Policía Nacional en el centro de San Sebastián, patrullas con armas largas, unidades de Intervención de la Guardia Civil en Hondarribia apoyando a las patrulleras y, desde luego, numerosas dotaciones en los pasos fronterizos. Un helicóptero sobrevuela de continuo la comarca. Agentes franceses acompañan en algunos servicios a los españoles y viceversa para salvar los obstáculos del idioma con la ciudadanía y para facilitar la colaboración sobre el terreno.

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